PUENTE MEDIEVAL DE VALDESOTOS-HOCES DEL JARAMA-MONASTERIO DE BONAVAL-RETIENDAS-CUESTA LONGUERAS-CAMINO REAL

Marcha realizada el sábado 27 de enero de 2024

AVISO: Se entiende, que todo aquel que quiera realizar esta misma ruta, asume la responsabilidad que conlleva una actividad no exenta de posibles riesgos o incidentes, en un entorno en el que el sentido común y las circunstancias pueden marcar la diferencia entre pasar un buen día o todo lo contrario.
Poco más de trescientos metros hasta el imponente puente medieval de Valdesotos, que ya desde época muy lejana permitía salvar el cauce de un río Jarama que con total seguridad y al igual que la mayoría de los ríos llevaría bastante más caudal que en la actualidad.
Hacía ya unos cuantos años que no nos acercábamos al Monasterio de Bonaval. De hecho, la última vez seguía totalmente abandonado y en estado ruinoso, con el inminente riesgo de derrumbe de algunas de sus paredes. La vegetación hacía un trabajo de desgaste y el tiempo era testigo de que los más de nueve siglos de existencia habían dejado profundas cicatrices en su estado presente. Se trata de un monasterio que perteneció a la orden del Císter y que se fundó en la segunda mitad del siglo XII. El periodo de mayor esplendor se inicia con Alfonso VIII y continúa con Alfonso IX y Alfonso X el Sabio que confirma todas sus posesiones y privilegios. Es a principios del siglo XIX cuando Bonaval, al igual que otros muchos monasterios, sufre la desamortización de Mendizábal que conllevaba la expropiación de buena parte de los terrenos y edificios eclesiásticos, para posteriormente venderlos a particulares. Desde que este monasterio también fuera expropiado y vendido en aquella época a particulares, el abandono fue total hasta el extremo de que en la actualidad la administración autonómica de la JCLM lleva tiempo intentando ponerse en contacto con sus propietarios sin conseguirlo. Tan sólo han podido perimetrar y apuntalar las zonas más deterioradas, posibilitando una visita guiada por un joven estudiante de la Facultad de Historia que hace con la mejor actitud y disposición que acompañan a sus ganas de agradar y colaborar.

Nosotros, acompañados una vez más por nuestros fieles compañeros perrunos, salimos desde muy cerca del puente medieval de Valdesotos, que ni que decir tiene también se merece otra visita, para tras recorrer poco más de ciento cincuenta metros por la misma carretera GU-195 que hemos traído hasta aquí con dirección a Valdesotos acabar dejándola por la derecha, y justo en el mismo punto donde un poste informativo señala la continuación del GR 10 que ya no dejaremos hasta llegar hasta el cruce que hay poco antes del monasterio. Al principio un pequeño sendero que conlleva un tramo que transcurre muy cerca del río Jarama y por su margen derecho, mientras que el espacio se va estrechando y cuando se lleva poco más de un cuarto de kilómetro lo hace de tal forma que nos deja a las claras que nos encontramos en plenas hoces de un río subsidiario del Tajo, que por cierto vemos bastante más crecido que en otras ocasiones. Y es que el deshielo que se está produciendo, nada más haber nevado hace poco más de una semana, es tan potente por culpa de las altas temperaturas que más bien se parece a una primavera adelantada que al verdadero y pleno invierno en el que aún nos encontramos.

Cuatrocientos metros más adelante el camino señalizado con sus marcas blancas y rojas de GR se empieza a alejar unos metros del cauce fluvial para volver a acercarse a éste tras un kilómetro y medio más, y justo a la altura conocida como El Castillo. Se trata de un impresionante farallón de roca caliza, en cuyo margen derecho se supone que está un mirador de Bonaval que nosotros no supimos ubicar. En esta zona del recorrido, y sobre todo por la derecha, las paredes calizas se alzan majestuosas sobre el cauce del Jarama una buena cantidad de metros, dejando bien a las claras las diferentes etapas y evolución de un río que seguro vivió en el pasado tiempos mejores.

Un kilómetro y medio más adelante el camino vuelve a separarse del curso del Jarama, para doscientos metros después acabar en el cruce que señaliza por la izquierda el citado monasterio y por la derecha la pequeña y tranquila población guadalajareña de Retiendas. Ciento veinte metros después estamos en un Monasterio de Bonaval que nos sorprende por el cambio que se inició en diciembre de 2017, una vez dieron comienzo las obras de rehabilitación a cargo de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Acabada la charla y revisión de toda la documentación (incluidas ambas tesis doctorales) que sobre el monasterio nos enseña el simpático guía, continuamos un cuarto de kilómetro más con la misma dirección noroeste, para acercarnos hasta el cauce del citado río.

Unos minutos después, y ahora por una amplia pista en la que se ha convertido el mismo GR 10, retomamos la ruta para llegar a la altura de Retiendas, justo en el aparcamiento de dicha población, tras haber recorrido un kilómetro y ochocientos metros desde el Jarama. Aquí decidimos recuperar las fuerzas, tanto con líquidos como con sólidos, antes de afrontar el tramo más duro de toda una ruta bastante fácil y llevadera. Se trata de la Cuesta de las Longueras, que en poco menos de un kilómetro salva un desnivel de casi doscientos metros entre jaras, enebros, quejigos y alguna encina y pinar de repoblación.

Aclarar que en este tramo las vistas hacia atrás, es decir hacia el norte y por consiguiente hacia todo el macizo del Ocejón y buena parte de la Sierra Norte y de Ayllón son tan impresionantes que tal vez el recorrido ideal sea con la dirección contraria a la que hemos hecho nosotros en el sentido de las agujas del reloj. Un kilómetro y medio después nos encontramos en la parte más alta de todo el recorrido o Cerro Valdebuey, que con algo menos de los mil cien metros aún mejora, si cabe, las excelente vista panorámica que desde aquí se tiene en todas direcciones.

Un poco más adelante cogemos el Camino Real, que aunque al principio transcurre por una amplia pista entre pinar, poco después se desvía por la derecha y se interna en zona cultivable en la que el camino se desdibuja en algún tramo, pero sin mayor dificultad, ni para la progresión ni para la orientación, ya que el rumbo en todo este tramo no deja de ser al oeste y las almenaras del Canal del Jarama nos indican que ya estamos muy cerca, no más de un kilómetro, del pequeño aparcamiento donde iniciábamos la bonita y fácil ruta de hoy.