Puig Pedros desde el refugio Malniu

Se llama Isabel, como mi madre, la adelanto en el tramo final de mi ruta, la saludo y me detengo unos minutos para hablar con ella, es asturiana, de Gijón, está caminando el GR-11, lleva 6 semanas en el Pirineo, es una mujer muy valiente, no tiene tienda y duerme en los refugios o al raso, soporta una mochila de no menos de 90 litros, no necesita nada, le deseo suerte y ella a mi salud.
Estoy en la Cerdanya catalana, Meranges, desde este pueblecito parte una carretera de montaña, con el firme en mal estado, apta para todos los vehículos, después de unos 10 km, los dos últimos de tierra se llega al refugio de Malniu, te cobran 3 € por aparcar, la ruta empieza por delante de este edificio, dirección lago Malniu, camino ancho y muy pisado, llovió el día anterior, tengo que ir esquivando los muchos charcos que hay en el suelo, es un sendero local el 109 con marcas amarillas, el lago de pequeñas dimensiones es un espejo del cielo adornado por múltiples rocas que reflejan sus formas en él, un camino lo circunda por el lado izquierdo, se une al sendero con fitas que inicia la ascensión, lo pierdo pues es difícil de seguir, por otro parecido en cuanto a dificultad, subo el primer tramo entre pinos, el segundo tramo menos inclinado y sin árboles está bien señalizado con los montoncitos de piedras, vencido este, entro en un gran valle que se hace interminable, tan ancho y largo como medio mundo, inmenso, repleto de aiguamolls, humedales que forman unos torrentes de agua clara y bulliciosa, en el horizonte se levanta mi objetivo, el Puig Pedros, la cima más alta de Girona con sus 2915 msnm, se deja notar el viento seco y frio del norte, es la Tramontana, que por el efecto Foehn deja la humedad en la cara norte y desierta la cara sur, la nuestra, la cima este formada por grandes losas de rocas como lajas clavadas y amontonadas unas encima de otras, imagen terrorífica parece imposible su ascenso, pero entre ellas pasare hasta la cumbre donde una cruz de hierro sobre un pedestal y el cilindro de hormigón de un vértice geodésico la coronan, fotos para el recuerdo y continuo mi andadura, a pocos metros otra cumbre forma sistema con esta, es tres metros más alta, la bajada se hace por una senda pedregosa e inclinada, a ambos lados caballos pastando, que tranquilos permiten el paso de este intruso por sus dominios, me dejan fotografiarles, magníficos ejemplares de Merens con crines y colas doradas, pasado el coll de la Portella de Meranges, se extiende un valle inclinado con multitud de lagunas y charcas, abandono la ruta con sus fitas y paseo entre estos rincones de esta esplendida montaña, a medida que desciendo van naciendo torrentes que formaran un rio con varios y bellos saltos de agua, agua que da vida a hermosos prados donde el ganado se alimenta tranquilo, pausados, sin dejarse atemorizar por los chillidos de asustadizas marmotas que vigilan junto a sus madrigueras, chivatas alarmistas de un enemigo que no existe, pues hoy el humano es un senderista y no las molestara, llego a la pequeña caseta del refugio al final del valle, refugio de Engorgs dedicado a Joaquim Folch i Girona, naturista y montañero, junto a ella pasa el GR, que me llevara al parking donde tengo mi vehículo, unos metros más abajo diviso una figura delgada de andar temeroso, con una gran carga a la espalda, la saludo de lejos, de pelo cano rizado, mirada bondadosa, voz susurrante y fina, se echa a un lado para dejarme pasar, pasa tu vas más ligero, me dice, es Isabel.