Puigmal i Pic Segre desde Nuria

La ruta de hoy nos lleva al Valle de Nuria, subimos con el primer cremallera, mañana fresca y con viento, pretendemos ascender al Puigmal vía Pic del Segre, los primeros metros de senda los realizamos guiándonos por las marcas blanco-rojas del GR-11, siguiendo el curso del rio Finestrelles hasta su collado, ventana entre los valles de Nuria y del Llo francés, allí, en lo alto del coll, el viento se hace notar, ráfagas de 40 km/h dificultan la progresión por las laderas empinadas del Pic Segre de 2843 msnm, en su vertiente norte, la francesa, nace el rio que lleva su nombre que después de recorrer la Cerdanya catalana se une al Ebro, en la cima vemos una figura metálica en honor a Sant Bernad de Menton, por una senda siempre bien fresada, rodeada de grandes bloques de rocas, vamos siguiendo las crestas de esta montaña, la siguiente cima es el Petit Segre de 2810 msnm, un conglomerado de piedras troceadas forma esta cima, enfrente vemos una mole redondeada, es el Puigmal de Llo, estudiamos como ascender a ella, una senda muy escarpada progresa serpenteando por su loma vadeando un comprometido precipicio, singular montaña de poco mas de 2800 m, antes de esta cima hemos pisado nieve de un helero que encontramos en el coll entre la valle de Er y el de Llo. Frente a nosotros se levanta el gigante Puigmal d’Er, objetivo de esta ruta, cima de 2913 msnm, durante mucho tiempo se creyó que era la montaña más alta de Girona, hasta que unos cálculos más técnicos dejo al Puigpedros con este título, por cuatro metros, el Puigmal se encuentra en la cabecera de la olla del Valle de Nuria, como la cabeza de un cometa ficticio formando su cola el resto de las montañas que le siguen, con sus mastodónticas faldas semejantes a las del can can, anchas, rugosas, la ascensión por la cara norte, ya sin viento, se nos parece suave, como en toda la ruta en magnifica agrupación, los lentos marcando el ritmo, los demás siguiéndoles, así todos con un mínimo esfuerzo, varias senda convergen en lo más alto, donde vemos una gran cruz metálica, unos versos de Verdaguer y un vértice geodésico, por el sur se atreven a subir algunas nubes sospechosas, dando al paisaje un tono misterioso, el descenso hacia el santuario fue rápido, descarado, soltamos frenos y la gravedad hizo el resto, la senda zigzaguea, ayuda, pudiendo clavar tacones con facilidad, no nos dimos cuenta y en pocos minutos nos encontramos en el pluviómetro, ahora con la senda mas horizontal rodeada de prados de hierba, vemos unos rebecos, gamuzas, hembra pastando con sus pequeños, asustados por los intrusos emprenden una ágil carrera, cuando las distancias se acortan, momento que escuchamos el chillido de la marmotas, centinelas de estas montañas, cruzamos varias veces el torrente de la Coma del Embut, ahora blanco, el agua debe haber encontrado tierras de cal y parece un cauce nevado, la cueva del Embut es un sistema con rio subterráneo donde engullen todas las aguas del torrente, dejando aflorar un mínimo caudal unos metros más abajo, en épocas de crecida es impracticable por la cantidad de sifones y gateras que tiene los algo más de de 400 m de recorrido. Entre pinos ya se ve el valle y su santuario, unos minutos de bajada y nos encontraremos descansando en sus prados de hierba verde, hemos andado juntos, Belén, Mari, Cinta, Alfonso, Antonio, Joan A. y Julián