Salmerón, Villaescusa de Palositos

Salmerón es un soberbio pueblo con una hermosa plaza en la que se combinan espléndidamente la arquitectura popular (pintorescos soportales con arcos) y la sólida iglesia gótica. Me gustaría despertarme en la plaza de Salmerón frente a la iglesia las mañanas de primavera como ésta. La plaza está callada; el ambiente está abajo, en las huertas.

Salimos por el señalizado Camino de la Lana pero lo abandonamos a poco de empezar la subida; lo utilizaremos para volver. Ahora tomamos el que sube más lentamente por el valle del arroyo Vallincoso, que nos lleva por parajes semicolonizados y semisalvajes donde oímos berrar a un ciervo y cantar al cuco. El camino sube a una alcarria (altiplanicie) hermosa e impenetrable de encina, roble, sabina y aulaga y tomamos una desviación para enseguida bajar al barranco de Valhondo por pintorescos campos de antiguos cultivos. Encontramos un manzano enorme; ¿quién lo plantaría?; ¿enseñaría a hacerlo a un hijo o a un nieto?; ¿cómo sería aquel día?; ¿sospecharía que muchos años más tarde alguien le agradecería el acto? Unos metros más abajo cruzamos un lecho de arroyo seco pero profundo gracias a un rústico e ingenioso puente de medio troco de olmo vaciado; le agradecemos mentalmente a su anónimo autor la comodidad.

Si de la Puerta del Sol de Madrid parten seis carreteras nacionales, por Villaescusa de Palositos cruzan caminos a otros tantos pueblos. Nombrémoslos en el mismo orden: Peralveche, Salmerón, Escamilla, Torronteras, La Puerta y Viana de Mondéjar (el de “Las Tetas”). Pero a diferencia de la plaza madrileña, aquí una combinación de estupidez humana e incompetencia (¿o será corrupción?) de las instituciones públicas (Justicia y Guardia Civil) mantiene cortados estos seis caminos públicos 364 días cada año. El objetivo de esta marcha es reunirnos en Villaescusa de Palositos con la Marcha de las Flores (ver www.villaescusadepalositos.es), admirar hoy que se puede su ruinosa iglesia románica, que nos dice de su pasado esplendor, acompañar a los antiguos vecinos al cementerio, y gozar de toda la naturaleza que encontramos por los caminos.

No nos atrevemos a hacer la vuelta por el camino antiguo, prácticamente desaparecido, sino que tomamos el de Peralveche para luego cambiar al que desde Peralveche lleva a Salmerón. Esta vuelta por caminos de tractores es más larga y de menor interés paisajístico que la ida pero tiene las ventajas de la comodidad (importante con amenaza de lluvia) y de que no sube y baja repetidamente.