SAN CRISTÓBAL (120) (B. de Miranda)-ALTO PEDRORIO (786)-P. LAS PERUYALES (669) (Sierra de Pedrorio-Camín de la Mesa)

SAN CRISTÓBAL (120) (Belmonte de Miranda)-ALTO DEL PEDRORIO (786) Y P. LAS PERUYALES (669) (Sierra de Pedrorio-Camín Real de la Mesa)

DATOS TÉCNICOS:

RECORRIDO: 24 k.
ALTURA MÁXIMA: 786 m.
ALTURA MÍNIMA: 120 m.
ASCENSO TOTAL: 890 m.
TIEMPO EN MOVIMIENTO: 5,50 h.
FECHA DE REALIZACIÓN: Mayo de 2018.

SAN CRISTÓBAL (120) es una aldea de la Parroquia de San Martín de Lodón (Belmonte de Mirada), situada a los pies de la vertiente occidental de la Sierra de Pedrorio, apenas a un kilómetro de la confluencia entre los ríos Pigüeña y Narcea. Se encuentra prácticamente al comienzo de la AS-227, que comunica la regional AS-15 (Corredor del Narcea) con el Puerto de Somiedo (1.486). Su origen se remonta a la época medieval, siendo originalmente un pequeño monasterio que después dio lugar a un núcleo de población.

El CAMÍN REAL DE LA MESA (GR-101) es una antigua vía de comunicación entre LEÓN, “Asturica Augusta” (Astorga) y ASTURIAS, “Lucus Asturum” (¿Lugo de Llanera?), que data de la época romana, en tiempos del emperador Augusto (Siglo I a.C.), según Sánchez Albornoz. A través de un recorrido de aproximadamente 60 kilómetros comunica TORRESTÍO (1.387) con GRADO (61), pasando por DOLIA (850) (Belmonte de Miranda).

Tiene antecedentes prerromanos –de ahí los numerosos restos megalíticos a lo largo del recorrido y su entorno- y está señalizada con sus correspondientes mojones kilométricos o miliarios. Los propios romanos la incluyeron como prolongación al mar de la “Vía de la Plata”. En siglos posteriores pasó a formar parte de la ruta de los peregrinos hacia Santiago. A este respecto, los lugareños aseguran que, según tradición oral, en alguna parte de la inmensa vega de PIEDRAXUEVES (1.541) existió una capilla dedicada al culto de Santiago. Durante toda la Edad Media fue la comunicación primordial para personas, ganado y mercancías con tierras de León y Castilla, siendo una de las principales vías de tránsito con la Meseta hasta mediados del siglo XIX.

Este Camino Real separa las cuencas de los ríos Pigüeña y Trubia, discurre a lo largo de los municipios de Somiedo, Teverga, Belmonte de Miranda y Grado, atravesando parte de los espacios protegidos del Parque Natural de Somiedo, el Parque Natural de Las Ubiñas-La Mesa, y el Paisaje Protegido del Pico Caldoveiro. El recorrido marcado con miliarios suele dividirse en dos tramos: Torrestío (León)-Alto de San Lorenzo (22 k.) y Alto de San Lorenzo-Dolia (Grado) (23 k.). El resto del itinerario entre DOLIA (850) y GRADO (61), tramo por el que en parte transitaremos en esta ocasión, discurre por carretera asfaltada.

Respecto al origen del topónimo se atribuye, según leyenda, a Don Pelayo que por esos confines se sentó plácidamente a una mesa para festejar la victoria sobre los musulmanes, uno de cuyos jefes, el bereber Munuza, tras enterarse de la catástrofe sufrida por los suyos en Covadonga, intentó huir apresuradamente de Gijón a través del Camín Real, mas perseguido por los ástures, “dieron con él en el lugar Olaliense, acabaron con él y su ejército por la espada, de manera que no quedara ni uno de los musulmanes dentro de los Puertos del Pirineo” (“Crónica de Alfonso III”, S. IX-X, versión Sebastianense).

Es el relato de las “Crónicas asturianas”, lleno de exageraciones e inexactitudes históricas fácilmente constatables. Pero cuando se escribieron había un deliberado propósito de hacer de esa refriega el comienzo de la reacción cristiana y goda frente al Islam, convirtiéndose el programa político de la monarquía asturiana, con la elección providencial de Pelayo, en uno de los mitos más longevos de la historia de Occidente (Rodríguez Muñoz, J.).

Remontándonos a épocas no tan lejanas, Jovellanos (1744-1811) escribe que realizando ese itinerario comió en la venta de la Mesa, donde había también una ermita bajo la advocación de Nuestra Señora de la Mesa. Asimismo en el pueblo de Éndriga (Valle de Saliencia), vertiente occidental del Camín, se venera una imagen de la Virgen de la Mesa de finales del XVII o principios del XVIII ligada a la misma leyenda de la victoria de Don Pelayo.

La SIERRA DE PEDRORIO (816) o SIERRA MIRANDA marca los límites entre el Concejo de Belmonte de Miranda en su extremo norte y el de Grado. Se extiende de noreste a suroeste, dominando sobre las vegas del Narcea al poniente y delimitando la frontera entre las formaciones montañosas calizas del oriente y las cuarcíticas del occidente asturiano. Por su ladera oriental discurre el Camín de la Mesa. Como cumbres relevantes se destacan los picos Grande (816) al mediodía y ALTO DEL PEDRORIO (786) más LAS PERUYALES o PRUYALES (669) en su cabecera septentrional.

Aparcamos el vehículo en la entrada de San Cristóbal al borde de la AS-227. Atravesamos la pequeña población rumbo sur, siguiendo durante algunos metros el PR-AS 133 (RUTA SALMONES ARRIBA), a contracorriente del canal que, procedente de la Central Hidroeléctrica de Belmonte de Miranda kilómetro y medio más arriba, desagua junto al pozo salmonero de las Mestas al lado de la desembocadura del Pigüeña en el Narcea.

Frente a la última casa del pueblo sale una pista de cemento dirección sureste que, tras cuatro kilómetros de recorrido salvando un desnivel de 550 metros, desemboca en el Camín Real de la Mesa. Poco después de iniciado el ascenso, primera encrucijada (K. 0,5). Soslayamos el camino de la izquierda y continuamos de frente. Durante estos primeros compases de fuerte pendiente en zigzag, donde se alternan cemento y tierra, EL CIARRO (250), caminamos cobijados bajo un tupido bosque de castaños con ejemplares centenarios, algunos de ellos devenidos espectros fantasmales de troncos retorcidos, lacerados por el fuego y tal vez fulminados por el rayo.

El castañal dará paso al eucalipto hasta encontrar un claro balconada, PIEDRAMALA (300) (K. 1,6), que abre paso al tendido eléctrico procedente de la mencionada Central, desde donde avistamos el valle del Pigüeña con las aldeas de LEIGUARDA (410) y MENES (280) asentadas sobre las faldas orientales de las SIERRAS DE BEGEGA (1.112) y COURÍO (1.019). Unos pasos más y segunda bifurcación, MONTE LAS LLERAS (400) (K.2). Continuamos de frente rodeando las estribaciones occidentales de Sierra Miranda, ahora arropados por frondosos pinares durante un tramo largo con pendiente suave y sostenida, pasando junto a un depósito de agua (K 3,15), un abrevadero (K. 3,60) para concluir en CAPÍTULO (K. 4), ya en el GR-101, con diversas edificaciones, algunas en ruinas, en su día antigua venta del Camín de la Mesa.

Proseguimos rumbo norte por un tramo de este último –pista asfaltada sin apenas tráfico- a lo largo de seis kilómetros, faldeando Sierra Miranda o del Pedrorio por su cara oriental, coincidiendo este recorrido con parte de la RUTA DE LA ESCANDA (Grado-Grado, 44 Kilómetros), variedad de trigo que fue sustento común en la Asturias preindustrial, recolectado en agosto utilizando como herramienta principal las “mesorias” –dos palillos unidos en uno de sus extremos por una cuerda que, al presionar deslizando varios tallos simultáneamente, arrancaban las espigas, espigas que se irían depositando en una cesta que portaba otra persona, siguiendo los pasos del que manejaba las “mesorias”-.

Avanzamos sobre el valle moscón del río Vega con diversas poblaciones, algunas asentadas sobre colinas, a lo largo del itinerario: VÍO (505), SEAZA (497), LA FUEXA (510), dejando a nuestra izquierda un par de “caleyos” –trampas para cazar lobos- y Fuente las Fileras (K. 8,60), hasta desembocar en la VENTA DE MOUTAS (550) (K. 9,5), la mejor conservada de todo el “camín”, hoy transformada en vivienda.

Pasados unos 300 metros, abandonamos el GR-101 y tomamos a la izquierda un sendero transitable, que sube junto a un cercado de piedra hacia el amplio collado (611) (K. 10), divisoria entre los concejos moscón y belmontino, a la vez que separa los dos picos que son nuestro objetivo de hoy. Rumbo suroeste seguimos en ascenso moderado una vereda bien marcada entre matorral bajo, que por la línea de la loma con mediana pendiente nos aúpa hasta el ALTO DEL PEDRORIO (786) (K. 10,7), señalado con buzón de cumbre, belén metálico y original vértice geodésico.

El matorral bajo de la subida da paso en la cima a un exuberante despliegue de vegetación con gran variedad de brezos multicolores muy desarrollados, mezclados con tojos teñidos de amarillo y arandaneras. El cuadro se completa con depósitos de cuarcitas de las glaciaciones del Cuaternario, “lleras” que abundan asimismo en las laderas norte y este. En la planicie de la cima se encuentran dos túmulos megalíticos a los que el folclore tradicional atribuye restos de tesoros.

La cumbre es atalaya privilegiada con esplendorosas vistas por los cuatro costados. Al este-sureste, los valles moscones con el ARAMO (1.791) de fondo, seguido de las Ubiñas, donde destaca en sus primeros planos PEÑA RUEDA (2.152). Al sur, la continuación de la Sierra de Pedrorio con el P. GRANDE (816) en su extremo, seguida de las formaciones montañosas que jalonan el Camín Real por el mediodía, más las cumbres somedanas en el horizonte lejano del suroeste. Al oeste, la ribera del Narcea con sus diversas poblaciones; detrás, las SIERRAS DE BEGEGA (1.112) y COURÍO (1.019). Al norte, la figura simétrica de LAS PERUYALES (669).

Hacia este último nos dirigimos desandando el camino hasta el collado contiguo. Continuamos dirección norte por sendero cómodo muy marcado, siguiendo los límites entre concejos para alcanzar su cima (673) (K. 12,4) con facilidad en pocos minutos, cima sin señal alguna que la identifique. Destacable la imagen del Alto del Pedrorio por sus cara noroeste y la continuación de la vega del Narcea con Cornellana de fondo. El retorno sigue las pautas ya marcadas.

Hacemos notar que, al haber acceso rodado hasta la VENTA DE MOUTAS (550) a través del Camín Real, bien desde las CRUCES (628) al sur o desde el ALTO DE CABRUÑANA (362) al norte, se podría iniciar la ruta en ese punto. En tal supuesto el recorrido no superaría los cuatro kilómetros. Por tanto, el diseño de nuestro track –largo pero sin complicaciones técnicas- y su realización no pasa de ser una opción meramente personal, motivada en función de la distancia y desnivel acumulado que estábamos dispuestos a afrontar así como de la variedad paisajística de ese itinerario. ¡Sin duda que no nos defraudó!