San Jerónimo I. Adoratrices-Río Monachil-Loma de la Perdiz-Prado del Conde

Recién comenzaba el siglo cuando, el otoño de 2000, me atreví por primera vez a cruzar el Monachil al pie de la Loma de la Perdiz. Esa umbría cuajada de robles y arces me atraía como un imán, tal como se desplegaba frente al precioso balcón del Cortijo de la Dehesa, bajo el Convento de San Jerónimo y sobre el delicioso Prado del Conde. Entonces no existía Wikiloc (creada en 2006), ni tampoco se había inventado el Sendero Sulayr (2008), de forma que adentrarse en esas espesuras era cuestión de muchos tanteos y exploraciones a la antigua usanza. Por lo mismo, jamás encontramos a nadie en aquellos devaneos, de forma que la Dehesa era un poco nuestro paraíso privado.

No fue hasta 2012 cuando me decidí -por fin- a iniciar mi blog senderista, El camino sigue y sigue, (al que enlazo en “Ver más”) y entre las primeras excursiones que quise incluir como Rutas Pormenorizadas figuraban, como no podía ser menos, las dos de la Dehesa de San Jerónimo en las que resumía nuestras exploraciones durante aquellos primeros años. Por entonces no usaba GPS, a cuyo boom me incorporé un poco tarde, y explicaba las rutas por medio de cartografía convencional, fotos y detalladas explicaciones. Aun así, creo que han rendido servicio a más de un entusiasta, de lo cual me alegro, porque de eso se trata (aunque el entusiasmo no debería llegar a la apropiación sin atribución de rutas y textos...).

Durante el confinamiento del Covid 2020, un usuario de Wikiloc que conocía el blog me contactó privadamente para preguntarme si tenía tracks de esas rutas, que deseaba hacer con la seguridad que proporcionan los dispositivos. Tuve que contestarle, contrariado, que no existían. Me hubiera lanzado al día siguiente a trackearlas, pero las restricciones sanitarias me lo impidieron. Él acabó haciendo y subiendo sus rutas, creo que con fortuna, pero me dejó con la comezón de que mis propios tracks no formaran parte del acervo de esta estupenda comunidad. Así que aquí van.

Mantengo la división que hacía entonces en dos rutas, para enlazarlas con propiedad a las del blog, aunque pueden combinarse como ya explicaba allí. Introduzco en esta primera alguna modificación obligada por las circunstancias -el Cortijo de la Dehesa hoy está más en uso que entonces-, pero en esencia son las clásicas.

Comienza esta primera en la bifurcación entre los caminos del Convento de las Adoratrices y el del Cortijo de la Dehesa, donde, antes de las cadenas, se puede dejar el coche sin problema. Llegados al Convento, se rodea por la derecha, por una sendita que luego baja para proseguir entre los pinares a la derecha y unas peñas a la izquierda. Al llegar a las inmediaciones del Barranco de los Prados del Aire se divide: al frente va subiendo paralela al barranco, y a la izquierda baja para cruzarlo, que es lo que hacemos. Tras ello viene un subeybaja entre pinos y encinas primero, luego robles, hasta llegar al río. El cruce aquí suele implicar descalzarse (aunque algún otoño seco he conseguido pasar sin mojarme). El agua está fría a rabiar, pero hay un punto vadeable sin demasiada profundidad.

A continuación se toma una empinada sendita por el robledal, que nos lleva a lo alto de una colina coronada por un precioso prado, a la vista de la Estación de esquí (waypoint “Majada”). En su extremo superior, a la derecha, un hito marca la entrada a la continuación de la senda, que enseguida cruza el Barranco de la Genara y entra después en un rellano con un derruido corral al pie de unos escarpes. Mejor mantenerse en el borde derecho del rellano, por donde la senda es más clara, hasta que empieza a subir entre robles (no tomar la de más a la derecha, que al cabo viene a subir al mismo sitio, pero con más penalidad). Con el track la senda se sigue con bastante claridad (más que hace unos años), y tras varios subeybajas y cruzar varios arroyos en esta recóndita umbría, acabamos saliendo sin mayores complicaciones a la divisoria de la Loma de la Perdiz. Desde aquí, hoy en día ha hecho fortuna el ascenso a las ruinas del Maguillo, que refieren complicado por la espesura de la vegetación; pero en nuestro caso lo que haremos es comenzar a bajar la loma. El track muestra una alternativa perfectamente viable, aunque también se puede optar por pegarse más al borde rocoso de la loma, hacia la derecha, donde hay menos vegetación. En cualquier caso, se llega sin problemas a una paradisiaca zona de prados, donde echar un bocado, una siesta o lo que fuera menester (Waypoint “Prado y corrales”).

Desde aquí se puede efectuar la conexión con la otra ruta (San Jerónimo 2), cruzando los prados hacia la izquierda y buscando las trochas que se internan, prácticamente a cota, en el robledal. Nos conducirían en paralelo al Barranco de Manuel Casas, hasta un punto en el que es fácil cruzar, muy cerquita del final del carril de la Dehesa, por donde proseguiríamos. Pero en nuestra alternativa actual proseguiremos desde el prado de los corrales la bajada de la loma. De nuevo sin senda clara, pero buscando lo más fácil sin alejarnos demasiado de la divisoria que llevamos a la derecha. Cruzaremos un segundo prado y llegaremos al final a un tercero, en forma de silla de montar, con otro derruido corral en su ápice. Superando el mismo por la izquierda, progresamos hasta un grupo de encinas junto a un balcón sobre el Barranco de Manuel Casas, desde donde una trocha con ínfulas de vereda nos baja hasta el río.

Este es el punto de más complicación de la ruta, y en deshielo o después de lluvias intensas puede ser traicionero (razón, creo, por la que la gente opta más por cruzar arriba el Manuel Casas y bajar por el carril). Pero aquí estamos, y hay que ponerse a ello. Observaremos que enfrente de nosotros hay un muro de roca, y a sus pies una zarza poderosa. Solo al final, en el extremo izquierdo, el muro acaba y la zarza exhibe un boquete por donde pasan las vacas (y los entusiastas). Así que será por la isleta de rocas del lecho más cercanas al mismo por donde tendremos que plantear el paso. Con poca corriente casi se puede hacer en seco, por encima de dichas rocas (que, en general, no resbalan). Con más caudal, hay que ir pisando con garbo, y el metro inicial hasta las rocas y el final hasta el boquete implican meter los pies en agua. Un bastón vendrá de perlas, dejando una mano libre para agarrarse a las piedras.

Superado este escollo, lo demás es pan comido: seguiremos por el valle del río hasta que, a la vista de la que yo llamo “la nariz” del Monachil -unos vistosos tajos sobre el río-, la trocha se echa a la ladera y asciende, bastante cómoda, hasta su parte superior. Reseguimos los cortados hasta que la trocha insinúa un giro a la derecha, internándose en el pinar. Siguiéndola a través de un par de barranquitos, acabamos saliendo al Prado del Conde (antes, la más clara desembocaba más abajo; hoy día sale más arriba, lo cual nos evita parte de la subida por el prado (es lo que he trackeado, a ver qué deciden las vacas para próximas temporadas). Desde el punto en el que desembocamos en el prado, tendremos casi a nuestra altura el solitario ramillete de encina que corona la sauceda que divide en dos el prado, A la encina nos dirigiremos, para pasarla por encima, ya que por abajo la sauceda se convierte en muro casi infranqueable.

Aquí cambio ligeramente la ruta que figura en el blog, porque allí recomendaba subir por la derecha hasta la explanada con pretil que precede al Cortijo de la Dehesa. Hoy en día, con el Cortijo más habitado, es mejor cruzar el prado hacia la izquierda y ascender un lomillo por donde una trocha nos lleva al cruce del arroyo que le sigue (que no es otro que el Barranco del Saltillo). Tras él, encontramos un carril en desuso (por donde circularemos en Dehesa de San Jerónimo 2), que tomamos hacia la derecha, trochándolo si nos apetece para ahorrarnos una curva. Nos lleva de nuevo al arroyo, que volveremos a cruzar entre zarzas, antes de encontrarnos algo que parece una valla, pero que es un portillo que abriremos y cerraremos tras nosotros. Algo más arriba, completaremos con una revuelta a derechas la salida del camino al carril del Cortijo, que ya habremos superado. Por el mismo, en poco más de 300 m habremos llegado al vehículo.

La ruta es corta, y en general fácil, aunque los tramos de loma sin sendas, y sobre todo los cruces del Monachil -en especial el segundo-, aconsejan ser prudentes en la valoración. De ahí que la califique de moderada, más por esas complicaciones puntuales que por el esfuerzo a realizar.

En “Ver más” tienes el enlace a la ruta original del blog, con el encanto de lo antiguo, y más fotos y explicaciones.