San Jerónimo II. Vado Diéchar-Mojonera-Barranco de Manuel Casas-Loma de la Perdiz-Río Monachil-Prado del Conde

Esta ruta se corresponde con la que publicaba en 2012 bajo el título “San Jerónimo 2” en mi blog “El camino sigue y sigue” (al que enlazo en “Ver más”), y complementa -pudiendo combinarse con ella- la que allí se llamaba “San Jerónimo 1” y que ahora también he subido a Wikiloc.

En esta ocasión, el punto de inicio será el breve tramo de carril que, desde la toma del canal de Diéchar baja hasta el Río Monachil para cruzarlo por un vado (desaparecido por una avenida el puentecito que hubo en tiempos). El carril se bifurca nada más cruzar el río, y tomaremos el ramal izquierdo, que asciende suavemente paralelo al río, para luego hacer un par de revueltas ganando altura. Las revueltas pueden trocharse, pero es algo que tiene más sentido bajando que subiendo, así que de momento nos mantendremos en el carril. Enseguida cruzamos el barranco de la Mojonera (wp “Barranco de la Mojonera”), ramblón pedregoso bajo los formidables tajos del mismo nombre. Sigue a continuación un tramo sinuoso, pero siempre en dirección Este, donde vamos ganando vistas sobre la solana de la Dehesa de San Jerónimo, atravesando un monte donde predominan las encinas, entreveradas con arces granatenses que en otoño despliegan toda la panoplia de colores del verde al naranja pasando por el amarillo.

En poco más de 1 km llegamos a una cerrada curva a derechas, desde la que gozamos de estupendas vistas del Barranco de Manuel Casas (wp “vista al Manuel Casas”). Comienza aquí el robledal, y ahora el carril toma dirección Suroeste. Atraviesa varias zonas cuajadas de arces que harán nuestras delicias en otoño, antes de salir a una zona más despoblada, previa a otra cerrada curva -esta a izquierdas- que domina el Barranco de la Mojonera. Tras ello vuelve a girar al Este en busca nuevamente del Barranco de Manuel Casas. En el blog mantenía la ruta por el carril, aunque indicaba que era posible trocharlo para evitar la revuelta. Lo que he trackeado aquí es ese atajo, ya que el carril no tiene pérdida, y el atajo me parece mucho más interesante. Comienza el mismo a pocos metros de la primera curva sobre el Manuel Casas, cuando una suave vaguada entre robles nos invita a adentrarnos en la espesura (wp “Inicio Trocha robledal”). Y es que espeso es el dosel que nos cubre (salvo en invierno), pero el suelo, sombreado por los robles, no exhibe más que hierba y deliciosa hojarasca, por lo que es un gusto caminarlo. Caracoleando a voluntad y derivando ligeramente a la derecha, ganamos la lomilla que cierra ese lado de la vaguada, y por su divisoria ascendemos hasta que vemos terreno despejado, de nuevo a la derecha. Salimos entonces a una amplia zona de prados, aunque entreverada de espinos y agracejos en su parte central. Subiremos por lo despejado (esto es: manteniéndonos en el borde del robledal, por la izquierda) hasta llegar sucesivamente a una primorosa era defendida por un murete de piedras en forma de media luna y, un poco más arriba, a una rotunda encina -la única en los contornos-, que por su forma he bautizado como Nationale Netherlanden (sin ánimo de hacer publicidad). Desde la encina, un nuevo caracoleo entre matorral poco denso de piornos y genistas nos devuelve al carril, a donde habríamos llegado igualmente por el mismo.

En ese punto, el camino gira decididamente en dirección Sur, paralelo al Barranco de Manuel Casas, que va subiendo a nuestro encuentro. Un poco después el carril termina y es sustituido por vereda, marcada con las señales rojas y blancas del Sendero Sulayr -pues es el que venimos recorriendo-. Éste ascenderá, siempre por esa margen del barranco, para buscar en exigente subida la vereda entre la Cortijuela y Pradollano. Pero nosotros no. En cuanto acaba el carril, abandonaremos el Sulayr por la izquierda, cruzando una hondonada cuya cuesta de salida nos deja en un prado, rudimentariamente cercado, tras el cual una trocha nos encamina al río. El punto más evidente de cruce nos serviría para proseguir hacia arriba, pero eso es otra historia y merece ser contada en otro lugar. Para el caso que nos ocupa, llegados al río descenderemos por su orilla una veintena de metros, para cruzarlo frente a una senda que se dibuja frente a nosotros en la ladera opuesta, y que enseguida toma dirección a izquierdas, en el sentido descendente del valle (wp “Cruce Barranco de Manuel Casas”).

Tenue entre la hojarasca, la vereda es, sin embargo, bastante cómoda (y el track ayuda a no perderla). Sólo presenta algo de duda cuando, ya a la vista de los cercanos prados, debe atravesar una zona de piornal (wp “salida a prados”). Son sólo unos metros, y las vacas hacen el suficiente hueco como para pasar sin grandes apuros. Salimos entonces al estupendo prado con corrales (wp “corrales”) por donde pasábamos en la ruta San Jerónimo 1. A partir de aquí, y hasta el Prado del Conde, las dos rutas coinciden. Se trata en esencia de bajar por la loma, manteniéndose cerca de la divisoria de la derecha, hasta llegar a un nuevo prado con corral (wp “Prado inferior”), que abandonaremos por la izquierda del corral, hasta llegar al grupo de encinas donde reaparece algo de senda (wp “Senda al río”), por la que bajamos hasta el Monachil. Como ya decíamos, este cruce puede ser complicado en deshielo, y se aconseja el comienzo del otoño, antes de que llueva demasiado, para hacerlo con más comodidad (ver “San Jerónimo 1” para más información).

Tras el cruce, seguimos por el fondo del valle hasta que la senda asciende por la derecha a la vista de unos tajos (wp “Senda a los tajos”). Superados los mismos (wp “Nariz del Monachil”), nos internamos en el pinar para salir al Prado del Conde, y rodear por arriba la sauceda que lo parte en dos (wp “Encina guía”). Acabamos de cruzar el prado y, por una lomilla despejada, accedemos al barranco del Saltillo, que cruzamos a su vez para salir a un desvencijado carril. Si en la otra ruta lo tomábamos hacia la derecha, en esta ocasión lo haremos a la izquierda, y tras unos 400m de plácido recorrido, nos deja en el carril de Diéchar, por el que -hacia la izquierda- completamos la bajada hasta el vehículo.

La ruta es corta, y en general fácil, aunque los tramos de loma con sendas difusas, y sobre todo el cruce del Monachil aconsejan ser prudentes en la valoración. De ahí que la califique de moderada, más por esas complicaciones puntuales que por el esfuerzo a realizar.

En “Ver más” tienes el enlace a la ruta original del blog, con el encanto de lo antiguo, y más fotos y explicaciones.