San Juan del Molinillo y Navarredondilla, por la garganta de Toledo

NOTA IMPORTANTE: Esta información tiene únicamente carácter orientativo, quienquiera que haga uso y seguimiento total o parcial del track y su texto adicional asume la plena responsabilidad ante los riesgos propios de la práctica de la actividad senderista.

Ruta circular cómoda, grata y no falta de alicientes para entretener la marcha en una soleada mañana del recién estrenado otoño, con la pretensión de hacer camino de media distancia y altura, bueno para mantener nuestro buen estado de forma senderista.

Parte el itinerario a la entrada del pueblo de San Juan del Molinillo, que enseguida se enlaza con el de Navarredondilla sin aparente separación. Abandonamos las aceras por las que veníamos junto a la carretera al llegar a la zona de las viejas eras, hoy adecentadas como área recreativa con presencia de un par de fuentes y sus respectivos pilones.

Nos adentramos ya entre arboledas para encaminarnos en dirección oeste hacia las alturas de la garganta de Toledo, extensa fractura del terreno por la que se canalizan las aguas que vierten desde manantiales que surgen entre los cerros circundantes y cuyos humedales propician espesa vegetación. Progresamos por su vertiente septentrional y nos atraen unas peñas en la zona de la Higuera Lóbrega, primero, y pequeñas dehesas de explotación ganadera después en el paraje de la Mina, para darles alicientes a nuestro caminar y motivos gráficos a nuestras cámaras de fotos.

Con tramos de pequeñas subidas y siempre por cómoda pista, atravesamos el arroyo de la garganta que lleva cierto caudal pese a la evidente sequía de final del estío y empezamos a ganar altura de nuevo por la ladera opuesta, hacia las faldas del cerro Pelado. Invertimos el sentido de la marcha cuando estamos a mitad de la ascensión, para enlazar con otra pista de trazado descendente solo accesible peatonalmente. Se nota que no transitan vehículos en esta parte del recorrido por los pequeños brotes de vegetación que hemos de sortear para evitar arañazos.

Estamos a media ruta y apetece un descanso para tomar el acostumbrado tentempié, que hacemos en un canchal con buenas vistas del valle. Retomamos luego la pista y, tras zigzaguear por una bajada más pronunciada, descendemos suavemente por las laderas del Horno hasta los brotes pedregosos del Canchalejo, ya en las inmediaciones de Navarredondilla. Nos desviamos un poco para visitar la ermita de Ntra. Sra. del Rosario y llegamos después al pueblo, callejeando en busca de su iglesia, del reciente monumento erigido a un vecino ejemplar y del mirador también construido hace poco.

Y poco después concluimos la ruta junto al punto de partida inicial, una bonita y sólida casa de piedra que inspira a muchos de los que construyen para modernizar estos pueblos serranos.