San Rafael-Cabeza de la Reina-Nacimiento Rio Gudillos. Sierra Guadarrama.

San Rafael-Cabeza de la Reina-Nacimiento Rio Gudillos. Sierra Guadarrama.
Basado en la ruta de Aberronchahitos, con alguna variante.
El objetivo esencial de esta ruta es conocer el nacimiento del Río Gudillos, pasando previamente por el alto de Cabeza de la Reina.
Para ello nos dirigimos al apeadero del tren de San Rafael, edificio de más de 100 años, que forma parte de la línea férrea Madrid-Segovia, inaugurada en 1888, poniéndose en servicio este apeadero en 1904. El edificio, hoy en mal estado, da fe de su antiguo esplendor.
San Rafael tuvo una enorme importancia a principios del S. XX como lugar de veraneo de Madrid, de lo que dan testimonio los magníficos edificios allí construidos. El humilde Río Gudillos, con sus pozas de baño al paso por San Rafael, sus hermosas truchas y su nutrida vegetación de Sauces, Chopos y Robles, tuvo mucho que ver en el florecimiento de San Rafael.
Allí, en 1925, el poeta Rafael Alberti, como recuerda en sus memorias, escribió "Marinero en Tierra". También recordaba la importancia de los trenes de San Rafael:
"Hotel de azules perdidos,
de párpados entornados,
custodiado por los grillos,
débilmente
conmovido por los ayes
de los trenes"... (Balcón del Guadarrama).
De igual modo, D. Antonio Machado (el hombre más bueno del mundo, según Camilo José Cela) compondría en este tren que usaba frecuentemente en sus viajes entre Segovia y Madrid, el siguiente poema:
"Corre el tren
por sus brillantes rieles
devorando matorrales
alcaceles,
terraplenes, pedregales,
pinares, caseríos,
praderas y cardizales, montes y valles sombríos".
Armado con estas muestras de la mejor lírica castellana, atravieso, eso sí, con sumo cuidado, las vías del tren e inicio el ascenso hacia el Cerro de Cabeza de Reina, huyendo, a un tiempo, del infernal ruido de la Autopista AP-6.
La subida, por una magnífica pista forestal que rodea el Cerro en forma de peladura de naranja, es sencilla y suave, hasta llegar a este Cerro, a 1479 metros de altitud. Se encuentra en la salida del Valle del Río Moros, rodeado de cumbres de las Sierras de Guadarrama, Quintanar (Mujer Muerta) y Malagón, con su totémica Cueva Valiente justo enfrente. Este Cerro es un ejemplo perfecto de un "cabezo", monte pequeño y aislado, pero que tuvo una enorme importancia por su estratégica posición para la vigilancia de los valles que se extienden a sus pies, del Río Moros y Río Gudillos. Dispone de un vértice geodésico de primer orden, además de un Castillete o torre de vigilancia y varias antenas de comunicaciones.
He seguido a Aberronchahitos e intenté bajar campo a través por una senda difusa, con pocos hitos hasta otra pista forestal más abajo. Pero lo abrupto del terreno, la maleza formada por jaras muy crecidas y las piedras húmedas de la lluvia, y un poco de nieve, caída estos días, me hizo desistir, era peligrosa. mejor volver por los pasos de la pista anterior hasta conectar, a la izquierda, más abajo, para cruzar, de forma fácil y evidente, unos metros de campo a través hasta llegar a la Fuente de Los Navazos, con enorme pilón para que beba también el ganado, unos versos del Libro del Buen Amor del Arcipreste de Hita grabados en piedra y una virgen colgada en un árbol.
A partir de aquí, aunque hay múltiples pistas forestales y torretas de tendidos eléctricos de alta tensión, siguiendo el track se llega, sin problemas, de forma muy sencilla, a través de bellas praderas, en sepulcral silencio, sólo alterado por el ganado (vacas y caballos en libertad) y algunas aves, disfrutando del maravilloso pinar que nos rodea, al nacimiento del Río Gudillos, cuyos manaderos surgen o brotan de la tierra en unas pequeñas lagunas, más bien lagunillas, rodeadas de vallas de madera, donde comienza su breve camino hasta entregar sus aguas al Río Moros a la salida de San Rafael. Una fuente se ubica también junto a la primera lagunilla. Hay un cartel que indica "Estación del Espinar", seguimos esa senda, bien trazada, tranquila y preciosa, hasta llegar de nuevo junto a las vías del tren ( y recibir el impacto sonoro de la autopista), y el apeadero de San Rafael, cruzando con mucho cuidado las vías, para finalizar esta deliciosa ruta de 15 kilómetros, que tuve que hacer a un fuerte ritmo porque se me hacía de noche.