Sant Andreu de la Barca-Fonts i Gorgs

La ruta está calificada como moderada por los problemas de agarre que pueden aparecer en una gran parte del recorrido. En caso de lluvia o mucha humedad hay que extremar las precauciones, tanto en la Riera de Corbera, como en el Torrent dels Bufadors. Además hay dos puntos con cuerda de soporte, sin peligro ni complicaciones, y varios lugares en que hay que usar manos y pies para superar alguna pequeña roca.
Aparcamos, con una ligera y húmeda bruma como compañía, en la última calle de la población para evitar el asfalto, y enseguida pisamos sendero de tierra arenosa y resbaladiza. Con una breve pausa para admirar a lo lejos los restos del acueducto romano, llegamos al lecho de la riera. Su curso no contiene mucha agua y la señal del gps se vuelve imprecisa, pero optamos por descubrir sus hermosos recodos a golpe de vista, usando el track sólo como referencia. El entorno es hermoso, con una hermosa gama de colores, grises, marrones y el verdín coronándolo todo. Invita a explorar y a extasiarse a la vez, ya que algunos rincones recuerdan exóticos parajes, salvajes y selváticos. Aunque la riera no es el Amazonas, satisface nuestras espectativas y compensa los pequeños sacrificios que suponen superar aquellos obstáculos que vamos encontrando. En el Salt de la Mola, el agua caracolea y muestra su predominio sobre la roca, creando caprichosas formas tras siglos de erosión. Ahora agradecemos que la riera no vaya muy crecida, porque tenemos que cruzarla en un par de ocasiones, y las pequeñas piedras que conforman el vado, evitan que nos remojemos los pies. Pasado el Salt de la Resclosa, embellecida su gris mole por la vegetación, caminamos entre els Plataners, empequeñecidos ante su envergadura, y admirando, de hojas, su desnudez. Nos acercamos al Pont de Ca N'Amigó, donde la pequeña carretera local asfaltada, aunque con tráfico escaso, nos devuelve por unos instantes al presente cuando pasa un único vehículo. De nuevo por sendero y pista de tierra, estudiamos como subir al Puig de l'Àliga sin ser maltrados por la vegetación, que tupida y cerrada oculta sus secretos senderos, sin ofrecer paso franco al caminante. Decidimos dejar los experimentos para hacerlos en casa con gaseosa, y enfilamos hacia el Mirador del Puig, donde compensamos el anterior fracaso, admirando el brumoso paisaje y adivinando donde quedan, en la lejanía, el Puig Madrona, el Puig D'Olorda y Sant Pere Màrtir. Tras un largo trecho, llegamos al Torrent dels Bufadors, donde las resbaladizas pendientes, en algun caso con cuerda de agarre, ponen a prueba la pericia y la prudencia, como resistiendose a entregar sus tesoros. Un pequeño gorg con terrazas escalonadas será nuestro botín, pues el Llac Blau estaba totalmente seco. Nos resarcimos, eso sí, en el Salt de les Rovires, donde un hermoso entorno compensa la caminata, y en la Font del Carinyo, con su hermosa balsa de obra. Tras un nuevo esfuerzo para coronar Els Tres Turons y superando la vertiginosa bajada desde la Roca D'Adroc, culminamos la jornada con el Pou de Glaç y la Font de l'Hermano.