Ibiza: Cala San Vicente, Cala de s'Aigua Dolça, Es Culleram y Faro de Punta Grossa
near Sant Vicent de sa Cala, Baleares (España)
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Trail photos
Itinerary description
“La tierra es donde todos nos encontramos, donde todos tenemos un interés mutuo, es lo único que compartimos”. Lady Bird Johnson
Si te entran ganas de hacer kilómetros, escápate al rincón más remoto de Ibiza: Sant Vicent de sa Cala. La carretera curvilínea que parte de Sant Joan te descubrirá antiguas fincas payesas y la sucesión de montañas que forman la sierra de Mala Costa. Y al final de la ruta, la cala de Sant Vicent, amplia, agradable, con varios restaurantes y con vistas al islote de Tagomago. La ruta desde la Cala San Vicente es estupenda, combina tramos por la costa con espectaculares vistas con tramos por el interior a través del denso bosque de pinos. Discurre casi en su totalidad por cómodos senderos que, aunque no señalizados, son fáciles de seguir. Durante el recorrido nos acercamos a la Cala de s'Aigua Dolça, una preciosa cala solitaria con aguas turquesas. Pasamos por el santuario púnico de la Cova de Es Culleram, de la que sólo se puede visitar el entorno, la entrada a la cueva está vallada. De vuelta a la cala de SanT Vicent, decidimos continuar hasta el Faro de Punta Grossa. La ruta no tiene tramos difíciles o muy técnicos y es apta para casi todo el mundo, la parte de los acantilados para llegar hasta el faro requiere no tener vértigo.
Salimos desde la Cala de San Vicente recorriéndola por el paseo y contemplando su preciosa playa de arena blanca. Al final de la playa iniciamos la subida durante un tramo de 600 m por la carretera, que nos conduce al desvío de nuestro sendero en la zona urbanizada de Can Alla Dins. El desvío está señalizado con hitos. Continuamos por el cómodo sendero siempre a la sombra de los árboles. Hay salidas laterales que permiten acercarse a la costa, regalándonos buenas vistas de la misma.
Desde un mirador natural contemplamos la Cala de s'Aigua Dolça. Continuar nuestro recorrido por el Cap Negre. En un momento dado dejamos la zona de bosque para continuar el recorrido al lado de los acantilados por una plana descubierta en dirección al Cabo de s'Escullet con sus pequeños islotes, Ses Formigues. Desde el cabo se puede ver un amplio trozo de costa, incluyendo en la distancia el Faro Moscarter, próximo a Portinatx. Una vez pasado el cabo, un sendero espectacular y delicioso para andar, a pesar de la pendiente que vamos salvando, vuelve a introducirse en el bosque para subir el monte a través del mismo y enlazar finalmente con pista.
Continuamos por pista en parte asfaltada y en parte de tierra hasta llegar al Santuario púnico de la Cova de Es Culleram, a ciento cincuenta metros de altura sobre el nivel del mar, en la finca de can Quintals, descubierta y estudiada en 1.907, gracias a que por la Cala de Sant Vicent se estaban vendiendo cerámicas y figuritas posiblemente púnicas. Este santuario, que data de los siglos V-II a. C., fue dedicado a los dioses Reseph-Melkart (sincretismo que funde los dioses de la luz (Reseph) y el de la navegación (Melkart)), y Tanit (o Tinnit-Gad, diosa protectora de Cartago y vinculada a la fertilidad y la fortuna). El santuario se instalaba en una gran cavidad natural que la circulación de agua había subdividido en diversas salas, especialmente dos grandes, separadas por una gran cortina de estalactitas, en la que se han encontrado restos de sacrificios animales, así como un amplio número de exvotos. El acceso a la cueva está limitado mediante rejas y sólo se puede visitar con reserva previa. Esta cueva santuario está formada por varias cámaras y tiene numerosas estalactitas en su interior y ya sirvió de alojamiento doméstico en la época prehistórica, como corroboran los arqueólogos. Este misterioso espacio fue descubierto en 1907, después de hallarse curiosos restos de cerámica en la zona. Las primeras excavaciones dieron como resultado el hallazgo de 600 figuras completas de terracota y más de 1.000 cabezas, muchas de ellas representaciones de la deidad Tanit. En 1990, el Consell Insular de Ibiza adquirió la cueva y, tras su rehabilitación, fue abierta al público en 1998.
Desde el Santuario el camino baja hasta el valle, a través de un sendero algo irregular en el que conviene tener cierto cuidado. Tras llegar al llano andamos un rato por la carretera, para enseguida seguir por una pista separada de la misma hasta Cala San Vicente, lugar de inicio del recorrido, y dque nosotros decidimos proseguir hasta el faro que habíamos visto desde diferentes puntos de la ruta.
La ruta parte desde Cala San Vicente y comienza ascendiendo, como no podía ser de otra forma al ser una zona de la isla muy abrupta y montañosa. La ruta, al principio, discurre por una zona urbanizada de casas en plena ladera de la montaña y se puede contemplar una vista estupenda de Cala San Vicente. Llega un momento que el camino parece que se corta frente a la puerta grande de un chalet, pero hay que coger un pasillo a la izquierda que han dejado entre dos vallas de alambre, de 1 metro escaso. Ese pasillo lleno de rocas y escalones nos llevará hasta el acantilado, Las vistas son impresionantes. El camino estrecho está excavado en la pared del acantilado y eso permite disfrutar de un paisaje salvaje que da pena terminar cuando te topas de frente con el faro a 55 metros sobre el nivel del mar sobre el cabo de Punta Grossa o Cap des Llamp. No cabe duda de que el faro de Punta Grossa no tuvo una construcción fácil. La ruta accesible más cercana implicaba caminar durante más de dos kilómetros, por lo que los trabajadores optaron por transportar por vía marítima los materiales de construcción del faro, que posteriormente debían ser subidos hasta lo alto del cabo de Punta Grossa. Sin embargo, más complicado fue elegir la ubicación adecuada del faro, ya que en la época de la construcción sonaron voces a favor de la construcción de un faro en el islote de Tagomago que sería más efectivo para la orientación de los pescadores. Fue proyectado por Emili Pou. En aquel momento su alcance era de 15 millas náuticas para un observador situado a 4 metros de altura sobre el mar y con un estado de la atmósfera ordinario. La construcción del faro finalizó en 1870 y poseía una luz fija blanca variada por eclipses cada cuatro minutos. De esta manera, este faro tenía el ritmo más lento de todo el archipiélago balear. Una instalación abandonada a su suerte y nada conservada, desde que hace más de un siglo se decidió que no era suficientemente eficiente y se construyó otro faro en 1914, el faro de Tagomago, que puso fin a la vida útil del faro de Punta Grossa (Se puso en funcionamiento en 1870 y se abandonó en 1916). En 1918 el faro de Punta Grossa pasó a ser titularidad del Ministerio de Hacienda y, desde entonces, el edificio ha sido totalmente abandonado mientras que el paso del tiempo ha ido haciendo mella en sus muros y en su torre, que en la actualidad se encuentra hueca, carente de techo y cubierta de vegetación. No existe ninguna señalización que nos indique la ubicación de este edificio, por lo que son muchos los ibicencos que desconocen por completo la existencia de este faro. El hecho de que esté abandonado le da un punto de misterio y te hace vivir un momento emocionante cuando penetras en él a través de los huecos abiertos en sus muros que antaño debieron de ser ventanas. Lástima que la escalera de caracol que permitiría subir hasta la parte de arriba del faro está completamente destruída. Es una ruta corta, de poco más de 6 km, pero las vistas desde el faro abandonado, el paso por medio de los acantilados y la sensación de soledad merecen mucho la pena. El regreso desde el faro es por el mismo sitio a la Cala de San Vicente donde damos por cerrada la ruta.
Damos las gracias a “Jralsina”, “eoc” y a “Bigmombee”, por los tracks y las descripciones de la ruta.
Y recuerda: “A veces nos perdemos, pero siempre llegamos”.
Si te entran ganas de hacer kilómetros, escápate al rincón más remoto de Ibiza: Sant Vicent de sa Cala. La carretera curvilínea que parte de Sant Joan te descubrirá antiguas fincas payesas y la sucesión de montañas que forman la sierra de Mala Costa. Y al final de la ruta, la cala de Sant Vicent, amplia, agradable, con varios restaurantes y con vistas al islote de Tagomago. La ruta desde la Cala San Vicente es estupenda, combina tramos por la costa con espectaculares vistas con tramos por el interior a través del denso bosque de pinos. Discurre casi en su totalidad por cómodos senderos que, aunque no señalizados, son fáciles de seguir. Durante el recorrido nos acercamos a la Cala de s'Aigua Dolça, una preciosa cala solitaria con aguas turquesas. Pasamos por el santuario púnico de la Cova de Es Culleram, de la que sólo se puede visitar el entorno, la entrada a la cueva está vallada. De vuelta a la cala de SanT Vicent, decidimos continuar hasta el Faro de Punta Grossa. La ruta no tiene tramos difíciles o muy técnicos y es apta para casi todo el mundo, la parte de los acantilados para llegar hasta el faro requiere no tener vértigo.
Salimos desde la Cala de San Vicente recorriéndola por el paseo y contemplando su preciosa playa de arena blanca. Al final de la playa iniciamos la subida durante un tramo de 600 m por la carretera, que nos conduce al desvío de nuestro sendero en la zona urbanizada de Can Alla Dins. El desvío está señalizado con hitos. Continuamos por el cómodo sendero siempre a la sombra de los árboles. Hay salidas laterales que permiten acercarse a la costa, regalándonos buenas vistas de la misma.
Desde un mirador natural contemplamos la Cala de s'Aigua Dolça. Continuar nuestro recorrido por el Cap Negre. En un momento dado dejamos la zona de bosque para continuar el recorrido al lado de los acantilados por una plana descubierta en dirección al Cabo de s'Escullet con sus pequeños islotes, Ses Formigues. Desde el cabo se puede ver un amplio trozo de costa, incluyendo en la distancia el Faro Moscarter, próximo a Portinatx. Una vez pasado el cabo, un sendero espectacular y delicioso para andar, a pesar de la pendiente que vamos salvando, vuelve a introducirse en el bosque para subir el monte a través del mismo y enlazar finalmente con pista.
Continuamos por pista en parte asfaltada y en parte de tierra hasta llegar al Santuario púnico de la Cova de Es Culleram, a ciento cincuenta metros de altura sobre el nivel del mar, en la finca de can Quintals, descubierta y estudiada en 1.907, gracias a que por la Cala de Sant Vicent se estaban vendiendo cerámicas y figuritas posiblemente púnicas. Este santuario, que data de los siglos V-II a. C., fue dedicado a los dioses Reseph-Melkart (sincretismo que funde los dioses de la luz (Reseph) y el de la navegación (Melkart)), y Tanit (o Tinnit-Gad, diosa protectora de Cartago y vinculada a la fertilidad y la fortuna). El santuario se instalaba en una gran cavidad natural que la circulación de agua había subdividido en diversas salas, especialmente dos grandes, separadas por una gran cortina de estalactitas, en la que se han encontrado restos de sacrificios animales, así como un amplio número de exvotos. El acceso a la cueva está limitado mediante rejas y sólo se puede visitar con reserva previa. Esta cueva santuario está formada por varias cámaras y tiene numerosas estalactitas en su interior y ya sirvió de alojamiento doméstico en la época prehistórica, como corroboran los arqueólogos. Este misterioso espacio fue descubierto en 1907, después de hallarse curiosos restos de cerámica en la zona. Las primeras excavaciones dieron como resultado el hallazgo de 600 figuras completas de terracota y más de 1.000 cabezas, muchas de ellas representaciones de la deidad Tanit. En 1990, el Consell Insular de Ibiza adquirió la cueva y, tras su rehabilitación, fue abierta al público en 1998.
Desde el Santuario el camino baja hasta el valle, a través de un sendero algo irregular en el que conviene tener cierto cuidado. Tras llegar al llano andamos un rato por la carretera, para enseguida seguir por una pista separada de la misma hasta Cala San Vicente, lugar de inicio del recorrido, y dque nosotros decidimos proseguir hasta el faro que habíamos visto desde diferentes puntos de la ruta.
La ruta parte desde Cala San Vicente y comienza ascendiendo, como no podía ser de otra forma al ser una zona de la isla muy abrupta y montañosa. La ruta, al principio, discurre por una zona urbanizada de casas en plena ladera de la montaña y se puede contemplar una vista estupenda de Cala San Vicente. Llega un momento que el camino parece que se corta frente a la puerta grande de un chalet, pero hay que coger un pasillo a la izquierda que han dejado entre dos vallas de alambre, de 1 metro escaso. Ese pasillo lleno de rocas y escalones nos llevará hasta el acantilado, Las vistas son impresionantes. El camino estrecho está excavado en la pared del acantilado y eso permite disfrutar de un paisaje salvaje que da pena terminar cuando te topas de frente con el faro a 55 metros sobre el nivel del mar sobre el cabo de Punta Grossa o Cap des Llamp. No cabe duda de que el faro de Punta Grossa no tuvo una construcción fácil. La ruta accesible más cercana implicaba caminar durante más de dos kilómetros, por lo que los trabajadores optaron por transportar por vía marítima los materiales de construcción del faro, que posteriormente debían ser subidos hasta lo alto del cabo de Punta Grossa. Sin embargo, más complicado fue elegir la ubicación adecuada del faro, ya que en la época de la construcción sonaron voces a favor de la construcción de un faro en el islote de Tagomago que sería más efectivo para la orientación de los pescadores. Fue proyectado por Emili Pou. En aquel momento su alcance era de 15 millas náuticas para un observador situado a 4 metros de altura sobre el mar y con un estado de la atmósfera ordinario. La construcción del faro finalizó en 1870 y poseía una luz fija blanca variada por eclipses cada cuatro minutos. De esta manera, este faro tenía el ritmo más lento de todo el archipiélago balear. Una instalación abandonada a su suerte y nada conservada, desde que hace más de un siglo se decidió que no era suficientemente eficiente y se construyó otro faro en 1914, el faro de Tagomago, que puso fin a la vida útil del faro de Punta Grossa (Se puso en funcionamiento en 1870 y se abandonó en 1916). En 1918 el faro de Punta Grossa pasó a ser titularidad del Ministerio de Hacienda y, desde entonces, el edificio ha sido totalmente abandonado mientras que el paso del tiempo ha ido haciendo mella en sus muros y en su torre, que en la actualidad se encuentra hueca, carente de techo y cubierta de vegetación. No existe ninguna señalización que nos indique la ubicación de este edificio, por lo que son muchos los ibicencos que desconocen por completo la existencia de este faro. El hecho de que esté abandonado le da un punto de misterio y te hace vivir un momento emocionante cuando penetras en él a través de los huecos abiertos en sus muros que antaño debieron de ser ventanas. Lástima que la escalera de caracol que permitiría subir hasta la parte de arriba del faro está completamente destruída. Es una ruta corta, de poco más de 6 km, pero las vistas desde el faro abandonado, el paso por medio de los acantilados y la sensación de soledad merecen mucho la pena. El regreso desde el faro es por el mismo sitio a la Cala de San Vicente donde damos por cerrada la ruta.
Damos las gracias a “Jralsina”, “eoc” y a “Bigmombee”, por los tracks y las descripciones de la ruta.
Y recuerda: “A veces nos perdemos, pero siempre llegamos”.
Waypoints
Comments (2)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Muchísimas gracias mvillalan por publicar tu ruta con tantísimo detalle y tan buenas explicaciones.
Nos ha encantado y nos ha sido muy, muy útil.
El camino del Faro de Punta Grossa es impresionante y algunos tramos de preciosa senda por el bosque también nos han parecido muy agradables. Hemos bajado a al Cala Aigua Dolça y hemos estado completamente solos todo el rato.
En resumen una ruta de 10, muy completa y variada.
Un saludo!
Gracias por el comentario. Me agrada que os haya sido útil tanto el track como la descripción del mismo. Es precioso todo el recorrido y las vistas que nos deparan sus calas y acantilados.