Santa Ana, Jamilena y regreso

Desde Torredelcampo, por la carretera de la Ermita de Santa Ana, a 1 kilómetro aproximadamente, llegamos al paraje del mismo nombre, donde hemos dejado el coche.

Iniciamos la marcha en dirección a la fuente dedicada a Félix Ródriguez de la Fuente, para rápidamente tomar un camino a la izquierda y a continuación un sendero a la derecha, que con una pronunciada pendiente nos lleva muy próximo de la cumbre del cerro Miguelico, que dejamos a la derecha, dada la gran cantidad de matorral existente que dificultan el paso, y al que ya ascendimos recientemente. Después de un cruce a la derecha llegamos a una llanura, quizás cultivada en épocas pasadas, continuamos por un pinar hasta llegar a un mirador natural, desde donde ya se domina la vecina localidad de Jamilena. Retrocedemos unos metros para iniciar el descenso por el pecho de la Fuente, pasamos por Cueva Palomera y continuamos el descenso hasta llegar a la carretera de la Sierra de Jamilena, justo donde se inicia el sendero señalizado que venimos recorriendo durante toda la bajada. Caminamos por la carretera alquitranada en sentido ascendente hasta llegar al mirador Platero, tras un pequeño descanso con refrigerio, continuamos ascendiendo unos 100 metros para tomar, primero un camino y poco después otra vez el sendero señalizado y recientemente reparado, esta vez en sentido ascendente, continuamos hasta una desviación señalizada como llano Palote y seguimos hasta el cruce de la cantera. Giramos a la izquierda y caminamos por un olivar recientemente plantado, hasta llegar a un cruce por el que continuamos de frente (en este mismo cruce, en el trayecto de ida giramos a la derecha). Ahora repetimos un pequeño trayecto que ya hicimos a la ida y giramos en sentido descendente hasta llegar a la carretera.
Estamos justo enfrente del Bosque de la Bañizuela, con una superficie aproximada de dos hectáreas y catalogado como monumento natural, dado que está cercado, continuamos por la carretera unos 100 metros hasta encontrar su acceso, una vez recorrido su pequeño sendero, seguimos hasta el cortijo de la Bañuela, con fuente y ermita, aunque abandonado, donde nos sorprendió un ejemplar de arrayan catalogado como árbol singular. Continuando por el camino de acceso al cortijo llegamos por fin al paraje de Santa Ana.
Una vez visitada la Ermita donde los torrecampeños veneran a su patrona, seguimos hasta la necrópolis visigoda, nos acercamos a la muralla Ciclópea y dimos por finalizada esta interesante ruta.