Santa Maria de Redondo - Cueva del Cobre

La Cueva del Cobre está situada en el término del Valle de los Redondos perteneciente al pueblo de Santa María de Redondos, ubicada en la vertiente sur de la sierra de Hijar, comarca de La Pernia en el Alto Campoo de la Montaña palentina. De la citada cueva sale el río Pisuerga, el cual nace en el circo glaciar de Covarrés, en las laderas de Valdecebollas, discurriendo por Sel de la Fuente y desapareciendo por un sumidero para emerger a tres kilómetros más abajo, en la del Fuente Cobre.

El vocablo La Pernía aparece escrita por primera vez en 1.125, en un documento del cartulario del monasterio lebaniego de Piasca, pues esta zona perteneció a la comarca de Liébana del reino Astur.
Existen restos de castros en varios altos de las sierras de Corisa y de Hijar. Ambas cordilleras resultaban estratégicas por su ubicación y su altura.

Condado de Liébana y sus alfoces de Piedras Negras y Cervera
Al ser una comarca fronteriza se le confirió a un conde (comes) autoridad militar, administrativa y judicial sobre Liébana. Constituyéndose los alfoces (territorio) de Peñas Negras y Cervera, desde cuyos castillos “tenentes” nombrados por el conde lebaniego gobernaban las localidades bajo su dominio (suburbia castellorum).
Piedras Negras (Petras Nigras) en su origen fue un baluarte defensivo situación en el alto de las Matas y estratégicamente ubicado entre dos crestones de roca paralelos que despuntan sobre la línea de la cumbre. Desde aquí se dominó el alfoz de Piedras Negras que abarcaba toda la cuenca del Pisuerga, las denominadas comarcas de La Pernía y Castillería. La localidad de Piedras Negras se despobló a finales de la Edad Media, por el descenso de población por causas de la Peste Negra.
Durante la Edad Moderna la importancia recayó en los «24 concejos de Pernía» en detrimento de esta entidad aglutinante; por lo que “Pernía” pasó a ser un mero referente territorial o histórico que confería a esas localidades cierto sentido de pertenencia y vínculo relacional. Aunque por ese tiempo el término La Pernía denominaba en ocasiones únicamente a las poblaciones que se hallaban en la cuenca más alta del río Pisuerga, que coinciden con las que componen el actual municipio homónimo; eran los «12 lugares de Pernía».
El vocablo “Pernía” desapareció de la oficialidad administrativa civil a mediados del siglo XIX; más aún, de esos doce concejos, ocho pasaron a ser municipios. Estos ocho ayuntamientos quedaron reducidos a tres alcaldías en el primer tercio del siglo pasado: Lores, Redondo-Areños y San Salvador de Cantamuda.
En 1976 se retomó el término “La Pernía” como denominación de un único ayuntamiento que agrupaba esas doce localidades.

Procedencia del nombre de la Pernía.
La constitución de la comarca cismontana de Liébana como entidad administrativa independiente requirió una denominación propia, que, en este caso, fue el nombre de “Pernía” o “La Pernía”. Se desconoce su origen y significado primigenio, se parte de la premisa de que es un término románico.
Se parte de la raíz latina clásica penn- (o pinn-), que se podría traducir como “ala” o “almena”. De esta raíz surgieron en el medievo los vocablos penna, pena, pinna o, más significativamente, penia, que adquirieron en esa misma época también las acepciones de “peña” o de “fortaleza”.
“Pernía” significase en su origen “fortaleza” o, si tomásemos su terminación final como un sufijo distinto, esto es, penna-, pena-, pinna-, penia- + -ia (=comarca, región, país,…), entonces “Pernía” significaría “comarca o región fortificada”. Este término seguiría, pues, una significación análoga al locativo “Castillería”, que es el nombre de una comarca limítrofe al actual municipio de La Pernía y que por aquel entonces formaba parte de la merindad
Liébana-Pernía. Todo hace pensar que “Castillería” significaba en su origen “comarca o región de castillos o pequeños castros”. Castros que se construyeron sobre los altozanos, para albergue de guarnición en esas épocas, aquellos baluartes sobre las cimas montañosas fueron posiblemente los que dieron el nombre a “La Pernía”.

Santa María de Redondo:
Es mencionada en 1.352 en el becerro de los Beneficios (Behetrerias) de la catedral de Palencia como un arciprestazgo, territorio que engloba a varias parroquias y que está bajo la jurisdicción de un arcipreste o sacerdote encargado de administrarla y dirigirla.Los orígenes de Redondo se remontan a los primeros tiempos de las repoblaciones y su nombre nos habla de los campos rotundos o cotos redondos, pequeños territorios acotados por el rey o algún conde con el fin de repoblarlos.

Toponímicamente tiene dos parte diferenciales: Santa María, que hace referencia a "Santa María de Viarce", patrona del pueblo y de cuya etimología se pueden derivar dos posibilidades: del céltico "berg" monte o del latín "Vía Arcis" (camino de la colina o ciudadela).

De Redondo, procedente del latín "rutundus" (redondo), que en la edad Media tenía el significado de terreno adehesado, acotado.
En el medievo se deforestaba el monte para hacer de allí un lugar habitable, para ello provocaban incendios controlados en forma de círculos, probable origen de la toponimia "Redondo" del que se tiene constancia desde el siglo IX.

Monasterio de Santa María de Viarce:
A poca distancia de Santa María de Redondo se alzan dos peñas calizas, llamadas Peñas del Moro.
Estas peñas sitas en el lugar conocido como Viarce (camino del castillo que se alzaba en Valdecebolla) fue el escenario de la aparición de la Virgen a un pastor de ovejas, de religión musulmana.
El monasterio de Santa María de Viarce o del Corpus Christi fue un convento franciscano que data del s.XIII o del XV, mandado construir por la familia de los Condes de Siruela, posibles donantes de la imagen que se conserva en la actualidad en la iglesia de la Asunción.

En el convento vivieron entre 6 u 8 frailes franciscanos entregados a la oración y el oficio eclesiástico en las parroquias vecinas. En 1835, con la Desamortización de Mendizábal, la orden franciscana se disolvió, el edificio se abandonó y los frailes fueron enviados a Reinosa.

El último fraile se hizo sacerdote mudándose a Santa María de Redondo y siendo el encargado de custodiar la imagen de la Virgen de Viarce. En la actualidad aún quedan restos del altar, el claustro y las celdas.

Parroquia de la Asunción:
Edificio de mampostería de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y arista, con espadaña, en esta existen dos escudos pertenecientes a la familia noble de los Velasco, al parecer provenientes del monasterio del Corpus Christi de Viarce.

En el interior imagen de la Virgen de Viarce con el Niño, un retablo salomónico, San Juan Evangelista y Cristo crucificado del s.XVI.

Muelas de molino y carros:
Durante el s.XVIII hasta el s.XIX el Valle de los Redondos era conocido por sus carros blancos ligados al comercio de muelas de molino. En este lugar se compaginaban las labores agrícolas y ganaderas con la fabricación de muelas de molino de conglomerado o piedra de grano para los molinos hidráulicos.

Para evitar la saturación en el mercado de la fabricación de ruedas de molino, se regulo este negocio, mediante un convenio y concierto suscrito entre los concejos del Valle de Redondo, Brañosera, Celada de Roblecedo, Salcedillo y Herreruela el 16 de Septiembre en Brañosera, limitándose la producción de piedras que excedieran: de dos varas menos dos dedos de largo y siete dedos de vara de grueso. Anualmente los vecinos de Brañosera podían elaborar nueve, los de Salcedillo ocho y siete los de Herreruela, Celada y Valle de Redondo.
La vara equivale a 4 pies, (0,84 metros) 16 dedos de vara corresponden a 1 pie (0,28 metros). Estas piedras medirían aproximadamente 1,68 metros de diámetro por 0,1225 metros de grosor.
Solo se permitía el libre comercio de las piedras menores a estas medidas.
Para su elaboración había que ir a sitios alejados de la localidad y de gran altitud, permaneciendo en dichos lugares hasta terminar el trabajo, solo abandonaban el lugar para reparar o reponer las herramientas.
El proceso de elaboración era siempre similar, localización de la piedra adecuada, extracción, elaboración y transporte hasta la localidad, trasportadas en carros tirados por vacas.
Estos carros eran llamados blancos, por el color de su madera, sus ruedas eran casi macizas y de gran resistencia para poder transportar esas piedras de gran peso y magnitud, desde zonas muy escarpadas.