Santo Domingo de Silos y el desfiladero de La Yecla.

Tierras conocidas desde hace muchos años, donde la historia y la mística se funden con un sinfín de recuerdos de una etapa ya lejana, haciéndo el retorno más entrañable si cabe. He reservado hueco para volver a visitar el Monasterio, para penetrar en el silencio y, sin embargo, acoger el canto gregoriano que aquí se sigue ofreciendo cada día en varios servicios religiosos, aunque vísperas y eucaristía son los más recomendables para el visitante que acude más, o únicamente, interesado en la belleza del marco. Poca asistencia hay hoy, hace frío y llueve, lo que no impide la visita al claustro, la farmacia y el museo realizadas poco antes de entrar a la iglesia para las vísperas.
Pero antes de todo eso, incluso antes de la lluvia, tras un complicado acceso a San Domingo (el GPS del coche le lleva a uno por rutas salvajes, por lo que tuvimos que darnos la vuelta y guiarnos por el tradicional plano), salimos para dar una vuelta por una población muy interesante, que aquí no puede dejar de ser prolongada hacia un monumento natural muy notala: el Desfiladero de La Yecla.
Así que la ruta a pie comienza en la Plaza Mayor, al lado del hotel donde nos quedaremos y del Monasterior, para subir por la calle Cuatro Cantones y bajar luego hacia la monumental iglesia de San Pedro, construida en el siglo XVIII sobre un antiguo templo románico, que conserva en un interesante museo medieva algunas piezas de los siglos XI y XII; son igualmente románicos el cáliz de Santo Domingo, el Tímpano románico y otras varias piezas de notable antiguedad.
A la salida, por la calle Cadena, pasamos al lado del Monasterio, para atravesar el Arco de San Juan y el río Mataviejas. Auí hay un área recreativa dominada por la ermita de la Virgen del Camino, un excelente mirador.
Seguimos adelante, por el camino de la Yecla, hasta salir a la BU-910, una carretera con bastante tráfico, por cuyo lateral, separado de la calzada, recorremos un corto trecho hasta alcanzar la entrada del sendero que nos lleva hacia el desfiladero. El sendero, muy bien adaptado para el paso, es absolutamente impresionante, con paredes que casi se juntan en algunos tramos (las fotografías dan una buena idea del lugar), mientras el arroyo del cauce discurre saltarín por la parte baja del barranco. Al final se sale a un ampio aparcamiento (que me dicen se llena habitualmente en los fines de semana), donde hay un restaurante.
La vuelta se hace por el mismo camino, hasta la entrada en Silos, donde escogemos subir a la calle Santo Domingo, por la que accedemos al Monasterior para realizar la visita monumental antes de asistir a las vísperas.