Segovia: Extramuros, por los valles del Clamores y el Eresma.

Ninguna exploración senderista de Segovia puede considerarse completa sin incluir un recorrido Extramuros. No solo por lo que se puede encontrar fuera, sino también por las magníficas vistas de la ciudad de las que se puede disfrutar durante el paseo, ya que como tal se puede considerar el recorrido, de longitud media, con escaso desnivel y sin complicaciones, aunque he preferido mantener la actividad como senderismo por realizarse en su mayor parte fuera del ámbito urbano.
El punto de inicio de la ruta está en el Convento de Capuchinos, donde se encuentra el aparcamiento de la Catedral. Desde ahí seguimos por las calles de San Quirce, San Nicolás y San Agustín hacia la Plaza Avendaño, saliendo a la Plaza del Azoquejo, a los pies del Acueducto. Giramos a la derecha y entramos en la Avenida de Fernandez Ladreda, donde hay un bar abierto y aprovechamos para llevarnos un café (es muy temprano, pero hay mucha gente en la calle, casi todos jóvenes, algunos con aspecto de llevar alguna copa de más y con conductas que dejan muy claro que han olvidado el Covid, y en un caso concreto con una carga de violencia asociada que aconsejaría una mayor presencia policial para prevenir, en lugar de tener que ir a buscar a los autores tras haberse producido, daños que una vez producidos son ya irreparables). Poco más adelante encontramos la bonita iglesia de San Clemente, y algo más adelante encontraremos la muy notable iglesia de San Millán. Aquí giramos hacia la Plaza del Dr. Gila para salir por la calle de San Millán hacia el Paseo de los Tilos, donde encontramos numerosas fuentes y balsas, el puente del Sancti-Spiritu y una preciosa pista de tierra, por donde algunos corredores están haciendo ejercicio. Estamos ya en el valle del río Clamores y seguimos por una senda que recorre su cauce en paralelo a la carretera de la Cuesta de los Hoyos; el río es, al principio, más bien un conjunto de pequeñas balsas con un regato central empedrado, pero el valle es un precioso bosque cuya ladera norte, muy abrupta, ofrece vistas excepcionales primero hacia la Judería (el Convento del Corpus Christi y la Casa de Andrés Laguna), luego la Catedral, algo tapada por la vegetación, y más tarde el Puente de San Andrés, con el Arco del Socorro. Algo más adelante el valle hace un pequeño meandro en el lugar donde la ladera norte presenta un espolón rocoso, sobre el que se asienta la Casa del Sol (Museo Provincial).
Superada esta referencia el paisaje del Clamores pasa a estar dominado por el Alcázar, edificado sobre un peñasco que brindaría notable protección en tiempos pasados, donde un gran foso tallado en la roca entre el Clamores y el Eresma cierra una defensa natural impresionante, con un puente levadizo como único paso posible. Aquí hay fuentes y el río parece llevar más agua, pero poco más adelante aparece el río Eresma, al que se une el Clamores. Cruzamos el río, que lleva bastante agua, por un puente que nos lleva directamente a la Calle San Marcos, donde encontramos ia iglesia de San Marcos, por detrás de la cual está el Convento de las Carmelitas Descalzas.
Nuestra atención se dirige a la Carretera de Zamarramala, por la que seguimos unas decenas de metros para encontrar uno de los monumentos más notables de Segovia, la Iglesia de la Vera Cruz, anteriormente iglesia del Santo Sepulcro, y que se creía había sido construida por los Templarios, aunque actualmente se atribuye a la Órden del Santo Sepulcro de Jerusalén. Fue iglesia parroquial de Zamarramala durante algún tiempo. y también Encomienda de la Colegiata de Toro. De estilo románico y transición al gótico, su planta es muy especial: la nave es dodecágonal, con un edículo central de dos alturas, a lo que luego se añadieron tres ábsides, la sacristía y una torre cuadrada. Ese tipo de planta, muy poco frecuente en nuestro país, parece tener su origen en los baptisterios romanos cristianos iniciales, y ha sido utilizada con cierta frecuencia por las Órdenes Cruzadas; actualmente, tras convertirse en pajar por un tiempo tras la desamortización de Mendizábal, la iglesia es custodiada y mantenida por la Orden Hospitalaria de San Juan de Jerusalén. ¡Cuantos desastres que afectan a grandes obras, muchos irreparables, han sido causados por la codicia, la ignorancia, el sectarismo y la prepotencia de algunos gobernantes!.
Volvemos al lado del río Eresma, para avanzar hacia el norte siguiendo el trazado de la preciosa senda que recorre su ribera norte, pasando por debajo de la carretera de Arévalo, para encontrar poco más adelante una notable construcción situada en la ribera opuesta: la Casa de la Moneda, al lado del puente del mismo nombre. Aquí salimos, por un momento, hacia la izquierda para ver la entrada del Monasterio de Santa María del Parral, cerrado al público por pertenecer a la orden de clausura de San Jerónimo, una de las obras maestras de la arquitectura segoviana del siglo XV.
Seguimos avanzando por la ribera del Eresma en dirección al Monasterio de San Vicente el Real, pero el camino pasa a ser una carretera y decidimos volver hacia el centro, saliendo por la derecha hacia la calle A. Coronel, donde giraremos a la derecha para subir por una calle estrecha, con un tramo de escaleras y senda, que nos lleva al Paseo de Santo Domingo de Guzmán, al pie del Palacio de los Marqueses de Lozoya y muy cerca ya de la Plaza de la Artillería y el Acueducto, donde tomaremos la calle de San Juan, para pasar por la Casa de las Cadenas antes de entrar en la calle San Agustín y, poco después, alcanzar el punto de inicio.
Un bonito paseo matutino, cuando el calor no afecta mucho aún, por un entorno precioso, en una ruta de longitud media y escaso desnivel, que debemos considerar fácil, aunque muy bella e interesante culturalmente. Calzado cómodo y agua es todo lo que se necesita a esta hora. Segovia no parece una ciudad demasiado insegura, pero debería hacer más, sin duda alguna, si no quiere repetir dolorosos episodios de ataques a otras personas, o transmisión de enfermedades perfectamente evitables con mayor responsabilidad individual.