Senda 001/23 - “SENDA DEL OCHO Y MEDIO” FARO DE CABO DE PALOS, CALBLANQUE
near Cabo de Palos, Murcia (España)
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Trail photos
Itinerary description
Senda 001/23 - 2023-01-14, “SENDA DEL OCHO Y MEDIO” FARO DE CABO DE PALOS, PLAYA DE CALA FLORES, CALA REONA, LAS RATONERAS, RUINAS ROMANAS, PUNTA NEGRA, CALA REONA, PLAYA DE LEVANTE, FARO, 15,6 Km, 4 horas 38 minutos, +368 m -357 m.
Lo que vi:
https://photos.app.goo.gl/XEN7a29xG1n7L48r7
A 14 de enero y aún sin hacer una senda el presente año, necesitaba congratularme con la naturaleza, ver salir el sol, a esa hora mágica en la que se enciende el cielo, pisar la arena de la playa y, sobre todo, sentir el aire y disfrutar del monte y el mar, así es que, desoyendo los consejos del facultativo, hice esta primera y fácil senda por ese lugar paradisiaco que llaman Calblanque.
Desde el mismo faro del Cabo de Palos, donde aparqué, inicié la andadura pasadas las 8:00 horas, para que, siguiendo la costa mientras que las tenues olas vertían su espuma blanca sobre los vértices negros azulados de las Islas Hormigas, recorrer las calas: Fría, Roja, del Muerto, del Clavo, Botella, Cañonero y Avellán o Mayor, la que contiene, esta última, las calas Lizón, de las Melvas y la del Canto Gordo.
Pateé el puerto del lugar y anduve La Barra, mientras el sol emergía majestuoso del mar, ¡Qué espectáculo!, seguí por las calas: Cabó y Medina, para raudo llegar a Cala Flores, frente a los islotes Punchosos y donde admiré el Arco de los Reyes. Avancé por cala Noguera y pronto llegué a la del Descargador. Grandes islotes, con el mismo nombre de la cala, se levantaban al sur. Anduve por la cala del Chirrete y llegué a la Reona. Preciosas las formaciones rocosas de dunas fósiles de la Punta de los Saleros.
Atravesé la arena de la playa y busqué el interior hacia el oeste para pasar junto al cabezo de los Cuervos y que un bonito sendero me llevara a las Ratoneras, donde se juntan los cabezos de los Cuatro Tiros, los Martínez y el de Garcipérez, cerca de la torre del mismo nombre. Otro sendero muy bien definido me llevó hacia el sur buscando el mar, el que vislumbré cuando pasé el oeste del cabezo de La Escucha, junto a las ruinas romanas. Al fondo las salinas del Rasall y más al este la playa de Calblanque, a la que llegué para buscar las calas de Arturo y Magre.
Subí al Mirador de Punta Negra, el que, en realidad, es la basada de un antiguo proyector utilizado como ayuda de la batería de Cenizas. Allí el tentempié y la foto de rigor, te sorprenderán las vistas, si lo visitas. Abajo, a la izquierda, ¡Preciosa playa!, se trataba de la cala de los Déntoles o cala Dorada. Está situada entre Punta Espada y Punta negra, bajé a ella y, después de disfrutarla, inicié la ascensión de los Saltos. Al tomar altura, comencé a ver pozos, galerías y escombreras fruto de una intensa actividad minera que, ya por el s. IV a.C. y hasta el s. XX, aunque en periodos muy discontinuos, se desarrollara para la obtención de plata, plomo, hierro y Cinc. Hablan del famoso filón Poderoso, la veta de galena argentífera más rica de esta sierra.
Preciosos los acantilados formados por rocas metamórficas, de esquistos de un intenso color negro, de antigüedad aproximada de unos 20 millones de años, lo que las confiere como de las más antiguas de la región. Singular y sorprendente Punta Barriga. Al mirar al mar observarás emerger gran cantidad de picos que en realidad son vértices de la parte sumergida de las cordilleras Béticas. Inconfundibles los pliegues acostados de Punta Espada, provocados por la fuerza de colisión entre placas tectónicas. El contraste de estos esquistos oscuros con el color más claro de la arena y las dunas hizo que los marinos llamaran al lugar como Cala Blanca, de donde procede el nombre de Calblanque. Abajo cala Cocón, con su cueva de difícil acceso donde se refugiaba la foca monje o lobo de mar, desaparecida de nuestro litoral como consecuencia de una caza descontrolada
Pasé junto al Bufadero, esa gran galería minera que conecta con el mar y por la que se embarcaba el mineral, en la que, en días de fuerte oleaje, el agua y la espuma blanca entran con tal fuerza que producen un estruendo similar al resoplido de las ballenas, razón por la que lo llaman con el citado apelativo. Pronto bajé hasta Cala Reona, donde algunos tomaban el sol. En este punto busqué nuevamente el interior, ahora en dirección este, para seguir hasta la urbanización de Cala Flores, cruzar Cabo de Palos y, por el paseo de la Playa de Levante, llegar nuevamente hasta el faro. A solanas, que no es mi costumbre, hice el culto a la rubia. Salud.
Lo que vi:
https://photos.app.goo.gl/XEN7a29xG1n7L48r7
A 14 de enero y aún sin hacer una senda el presente año, necesitaba congratularme con la naturaleza, ver salir el sol, a esa hora mágica en la que se enciende el cielo, pisar la arena de la playa y, sobre todo, sentir el aire y disfrutar del monte y el mar, así es que, desoyendo los consejos del facultativo, hice esta primera y fácil senda por ese lugar paradisiaco que llaman Calblanque.
Desde el mismo faro del Cabo de Palos, donde aparqué, inicié la andadura pasadas las 8:00 horas, para que, siguiendo la costa mientras que las tenues olas vertían su espuma blanca sobre los vértices negros azulados de las Islas Hormigas, recorrer las calas: Fría, Roja, del Muerto, del Clavo, Botella, Cañonero y Avellán o Mayor, la que contiene, esta última, las calas Lizón, de las Melvas y la del Canto Gordo.
Pateé el puerto del lugar y anduve La Barra, mientras el sol emergía majestuoso del mar, ¡Qué espectáculo!, seguí por las calas: Cabó y Medina, para raudo llegar a Cala Flores, frente a los islotes Punchosos y donde admiré el Arco de los Reyes. Avancé por cala Noguera y pronto llegué a la del Descargador. Grandes islotes, con el mismo nombre de la cala, se levantaban al sur. Anduve por la cala del Chirrete y llegué a la Reona. Preciosas las formaciones rocosas de dunas fósiles de la Punta de los Saleros.
Atravesé la arena de la playa y busqué el interior hacia el oeste para pasar junto al cabezo de los Cuervos y que un bonito sendero me llevara a las Ratoneras, donde se juntan los cabezos de los Cuatro Tiros, los Martínez y el de Garcipérez, cerca de la torre del mismo nombre. Otro sendero muy bien definido me llevó hacia el sur buscando el mar, el que vislumbré cuando pasé el oeste del cabezo de La Escucha, junto a las ruinas romanas. Al fondo las salinas del Rasall y más al este la playa de Calblanque, a la que llegué para buscar las calas de Arturo y Magre.
Subí al Mirador de Punta Negra, el que, en realidad, es la basada de un antiguo proyector utilizado como ayuda de la batería de Cenizas. Allí el tentempié y la foto de rigor, te sorprenderán las vistas, si lo visitas. Abajo, a la izquierda, ¡Preciosa playa!, se trataba de la cala de los Déntoles o cala Dorada. Está situada entre Punta Espada y Punta negra, bajé a ella y, después de disfrutarla, inicié la ascensión de los Saltos. Al tomar altura, comencé a ver pozos, galerías y escombreras fruto de una intensa actividad minera que, ya por el s. IV a.C. y hasta el s. XX, aunque en periodos muy discontinuos, se desarrollara para la obtención de plata, plomo, hierro y Cinc. Hablan del famoso filón Poderoso, la veta de galena argentífera más rica de esta sierra.
Preciosos los acantilados formados por rocas metamórficas, de esquistos de un intenso color negro, de antigüedad aproximada de unos 20 millones de años, lo que las confiere como de las más antiguas de la región. Singular y sorprendente Punta Barriga. Al mirar al mar observarás emerger gran cantidad de picos que en realidad son vértices de la parte sumergida de las cordilleras Béticas. Inconfundibles los pliegues acostados de Punta Espada, provocados por la fuerza de colisión entre placas tectónicas. El contraste de estos esquistos oscuros con el color más claro de la arena y las dunas hizo que los marinos llamaran al lugar como Cala Blanca, de donde procede el nombre de Calblanque. Abajo cala Cocón, con su cueva de difícil acceso donde se refugiaba la foca monje o lobo de mar, desaparecida de nuestro litoral como consecuencia de una caza descontrolada
Pasé junto al Bufadero, esa gran galería minera que conecta con el mar y por la que se embarcaba el mineral, en la que, en días de fuerte oleaje, el agua y la espuma blanca entran con tal fuerza que producen un estruendo similar al resoplido de las ballenas, razón por la que lo llaman con el citado apelativo. Pronto bajé hasta Cala Reona, donde algunos tomaban el sol. En este punto busqué nuevamente el interior, ahora en dirección este, para seguir hasta la urbanización de Cala Flores, cruzar Cabo de Palos y, por el paseo de la Playa de Levante, llegar nuevamente hasta el faro. A solanas, que no es mi costumbre, hice el culto a la rubia. Salud.
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