Senda 115/23 - TORREAGÜERA, CANTERAS DE YESO, CUEVA DE ANTONETE GÁLVEZ, DOBLE CIRCULAR AL MIRAVETE GRANDE
near Torreagüera, Murcia (España)
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Itinerary description
Senda 115/23 - 2023-10-26, TORREAGÜERA, CANTERAS DE YESO, CUEVA DE ANTONETE GÁLVEZ, DOBLE CIRCULAR AL MIRAVETE GRANDE, 10,5 Km, 5 horas 33 minutos, +847 m -831 m.
Lo que vimos:
https://photos.app.goo.gl/mKmebPfeaXdiXt7N6
Si hace poco pateamos el Miravete Chico, hoy decidimos hacer lo propio con el Miravete Grande, pero lo hicimos desde Torreaguera y visitando, en una doble circular, un par de veces el vértice de dicho monte, lo que nos dio 847 metros de acumulado positivo. Iniciamos la contienda en el campo santo de Torreagüera, donde descansan los restos de Antonete Gálvez, el huertano político revolucionario, para seguir por el Sendero de la Umbría del citado Miravete y visitar algunos hornos de yeso y la cueva del mencionado político.
He leído en los puntos de información que el conjunto de yesos de Torreagüera representan un elevado valor cultural al dar testimonio de una forma de vida y de una tipología constructiva de la arquitectura tradicional de la Región de Murcia, por lo que ha sido declarado “Bien Catalogado” por la Dirección General de Patrimonio Cultural de dicha región. Los hornos son de forma cilíndrica y se construían aprovechando las rocas del entorno, que en este caso son calizas y de color gris, y arenisca de color amarillenta, que se convertía en rojiza por efecto del calor. En su interior se dejaba una bóveda similar a la de los hornos de pan, bajo la que se introducía la leña.
Para la obtención del yeso se seguían varios pasos: la obtención de la piedra o aljez por procedimientos de cantarería utilizando barrenas de hierro y otros útiles para arrancarlas. El mineral arrancado se introducía en el horno de cocción, en la cantidad requerida, se tapaba el conjunto con barro para evitar la pérdida de calor y se prendía fuego, manteniendo la cocción de 9 a 12 horas a temperatura de unos 200 º centígrados. Una vez enfriado el yeso se trasladaba a una era donde por diversos procedimientos, entre otros utilizando tracción animal, se molía y finalmente se cernía con un cedazo para lograr una calidad uniforme.
Avanzamos hasta la Cueva de Gálvez, la que según la biografía del político, éste excavó la misma en busca de oro, pero sin éxito. Sin embargo tuvo bastante importancia para Antonete, ya que la utilizó para ocultarse de sus enemigos y para el acopio y almacenamiento de estraperlo durante la rebelión cantonal. Por seguridad no se aconseja la visita de la misma. Nosotros echamos un vistazo y es impresionante la cantidad de galerías, recovecos y pozos que contiene. No la visites.
Sobre Antonete Gálvez, he leído este resumen en Wikipedia:
“En la sublevación Cantonal en Cartagena (1873 – 1874), nos encontramos con la figura de Gálvez, sin duda uno de los carismáticos líderes de aquella revolución que se mantuvo fiel a sus ideales hasta el final de sus días.
Nació, el 29 de junio de 1819, en la pedanía murciana de Torreagüera, en el seno de una familia de agricultores acomodados y de ideas liberales, convertido en líder revolucionario durante el sexenio democrático, dando un salto definitivo a la escena de la política nacional, ocupando diversos puestos de responsabilidad en la denominada Revolución de septiembre de 1868 (La Gloriosa).
Gálvez y Cartagena unirán su destino en 1873, cuando se convierte en uno de los líderes de la sublevación cantonal cartagenera, recibido multitudinariamente aquél mítico 12 de julio, es conducido a hombros por los entusiastas republicanos cartageneros hasta el Palacio Consistorial y es nombrado dirigente político máximo de la sublevación.
Tras meses de duro asedio, se produce la rendición del Castillo de la Atalaya, tras la traición de su alcaide por una cantidad de dinero, un acuerdo llevado a cabo en la venta cercana del Patojo. No obstante, Gálvez intentará recuperar la fortaleza y desde este mismo lugar iniciará el ascenso a la cumbre de La Atalaya, sin poder tomar de nuevo el castillo, que ya dispara sobre la ciudad, produciéndose la capitulación el 12 de enero de 1874”.
Abandonamos el Sendero de la Umbría a menos de un kilómetro de su inicio para bajar hasta el seno del Barranco de la Higuera y visitar diversas canteras de yeso. Desde el mismo fondo del barranco iniciamos la primera ruta circular en continuo ascenso para dejar al exterior Los Eslabonas y Las Majadas, dejar al interior el Diente de la Vieja, pasar junto a un gran embalse y casi tocar el geodésico del Miravete Grande, donde iniciamos la segunda circular. Proseguimos por la Senda del Mono, pero la abandonamos raudos para iniciar una preciosa bajada, no por la cuesta del Gavilán, pasar junto a la Cueva del Salitre, y llegar al fondo del barranco, muy cerca de la Ermita de San Antón.
Iniciamos el ascenso por un sufrido sendero, pasar junto a diversas escombreras de cristales de yeso y llegar nuevamente al cruce que habíamos dejado de la Senda del Mono. Pronto alcanzamos los 427 metros de altitud del Miravete Grande, desde donde se tiene una amplia vista de la huerta de Murcia, la que riega el río Segura desde el azud o Contraparada hasta el límite de la Comunidad Valenciana. Según he leído arriba, tiene una extensión de unas 13 000 ha y una población de 500 000 habitantes.
Nos congratulamos con el Mirador que han montado junto a la cruz del Miravete, desde donde puedes observar el curso del rio Segura y de su afluente Guadalentín, el llamado Reguerón. Dicen que gracias a las numerosas avenidas de los dos ríos, se formó un terreno infinitamente fértil para el cultivo.
También leí en “el gran mirador de la Huerta de Murcia” que, aunque ya los romanos cultivaban esta huerta, fueron los musulmanes los que desecaron los terrenos pantanosos, crearon un sistema de drenaje muy eficaz a partir de la Contraparada, considerado el más antiguo de España. El agua discurre por dos acequias mayores; Alquibla y Aljufía, por los márgenes del río y es elevada a las tierras más alejadas a través de norias.
Satisfechas las retinas, ahora sí, enganchamos el Sendero de la Umbría del Miravete para, en continua y sinuosa bajada, llegar nuevamente a nuestro lugar de partida. Nos fuimos directamente a Cartagena, a la Taberna del Martillo. Allí el culto a la rubia. Salud.
Lo que vimos:
https://photos.app.goo.gl/mKmebPfeaXdiXt7N6
Si hace poco pateamos el Miravete Chico, hoy decidimos hacer lo propio con el Miravete Grande, pero lo hicimos desde Torreaguera y visitando, en una doble circular, un par de veces el vértice de dicho monte, lo que nos dio 847 metros de acumulado positivo. Iniciamos la contienda en el campo santo de Torreagüera, donde descansan los restos de Antonete Gálvez, el huertano político revolucionario, para seguir por el Sendero de la Umbría del citado Miravete y visitar algunos hornos de yeso y la cueva del mencionado político.
He leído en los puntos de información que el conjunto de yesos de Torreagüera representan un elevado valor cultural al dar testimonio de una forma de vida y de una tipología constructiva de la arquitectura tradicional de la Región de Murcia, por lo que ha sido declarado “Bien Catalogado” por la Dirección General de Patrimonio Cultural de dicha región. Los hornos son de forma cilíndrica y se construían aprovechando las rocas del entorno, que en este caso son calizas y de color gris, y arenisca de color amarillenta, que se convertía en rojiza por efecto del calor. En su interior se dejaba una bóveda similar a la de los hornos de pan, bajo la que se introducía la leña.
Para la obtención del yeso se seguían varios pasos: la obtención de la piedra o aljez por procedimientos de cantarería utilizando barrenas de hierro y otros útiles para arrancarlas. El mineral arrancado se introducía en el horno de cocción, en la cantidad requerida, se tapaba el conjunto con barro para evitar la pérdida de calor y se prendía fuego, manteniendo la cocción de 9 a 12 horas a temperatura de unos 200 º centígrados. Una vez enfriado el yeso se trasladaba a una era donde por diversos procedimientos, entre otros utilizando tracción animal, se molía y finalmente se cernía con un cedazo para lograr una calidad uniforme.
Avanzamos hasta la Cueva de Gálvez, la que según la biografía del político, éste excavó la misma en busca de oro, pero sin éxito. Sin embargo tuvo bastante importancia para Antonete, ya que la utilizó para ocultarse de sus enemigos y para el acopio y almacenamiento de estraperlo durante la rebelión cantonal. Por seguridad no se aconseja la visita de la misma. Nosotros echamos un vistazo y es impresionante la cantidad de galerías, recovecos y pozos que contiene. No la visites.
Sobre Antonete Gálvez, he leído este resumen en Wikipedia:
“En la sublevación Cantonal en Cartagena (1873 – 1874), nos encontramos con la figura de Gálvez, sin duda uno de los carismáticos líderes de aquella revolución que se mantuvo fiel a sus ideales hasta el final de sus días.
Nació, el 29 de junio de 1819, en la pedanía murciana de Torreagüera, en el seno de una familia de agricultores acomodados y de ideas liberales, convertido en líder revolucionario durante el sexenio democrático, dando un salto definitivo a la escena de la política nacional, ocupando diversos puestos de responsabilidad en la denominada Revolución de septiembre de 1868 (La Gloriosa).
Gálvez y Cartagena unirán su destino en 1873, cuando se convierte en uno de los líderes de la sublevación cantonal cartagenera, recibido multitudinariamente aquél mítico 12 de julio, es conducido a hombros por los entusiastas republicanos cartageneros hasta el Palacio Consistorial y es nombrado dirigente político máximo de la sublevación.
Tras meses de duro asedio, se produce la rendición del Castillo de la Atalaya, tras la traición de su alcaide por una cantidad de dinero, un acuerdo llevado a cabo en la venta cercana del Patojo. No obstante, Gálvez intentará recuperar la fortaleza y desde este mismo lugar iniciará el ascenso a la cumbre de La Atalaya, sin poder tomar de nuevo el castillo, que ya dispara sobre la ciudad, produciéndose la capitulación el 12 de enero de 1874”.
Abandonamos el Sendero de la Umbría a menos de un kilómetro de su inicio para bajar hasta el seno del Barranco de la Higuera y visitar diversas canteras de yeso. Desde el mismo fondo del barranco iniciamos la primera ruta circular en continuo ascenso para dejar al exterior Los Eslabonas y Las Majadas, dejar al interior el Diente de la Vieja, pasar junto a un gran embalse y casi tocar el geodésico del Miravete Grande, donde iniciamos la segunda circular. Proseguimos por la Senda del Mono, pero la abandonamos raudos para iniciar una preciosa bajada, no por la cuesta del Gavilán, pasar junto a la Cueva del Salitre, y llegar al fondo del barranco, muy cerca de la Ermita de San Antón.
Iniciamos el ascenso por un sufrido sendero, pasar junto a diversas escombreras de cristales de yeso y llegar nuevamente al cruce que habíamos dejado de la Senda del Mono. Pronto alcanzamos los 427 metros de altitud del Miravete Grande, desde donde se tiene una amplia vista de la huerta de Murcia, la que riega el río Segura desde el azud o Contraparada hasta el límite de la Comunidad Valenciana. Según he leído arriba, tiene una extensión de unas 13 000 ha y una población de 500 000 habitantes.
Nos congratulamos con el Mirador que han montado junto a la cruz del Miravete, desde donde puedes observar el curso del rio Segura y de su afluente Guadalentín, el llamado Reguerón. Dicen que gracias a las numerosas avenidas de los dos ríos, se formó un terreno infinitamente fértil para el cultivo.
También leí en “el gran mirador de la Huerta de Murcia” que, aunque ya los romanos cultivaban esta huerta, fueron los musulmanes los que desecaron los terrenos pantanosos, crearon un sistema de drenaje muy eficaz a partir de la Contraparada, considerado el más antiguo de España. El agua discurre por dos acequias mayores; Alquibla y Aljufía, por los márgenes del río y es elevada a las tierras más alejadas a través de norias.
Satisfechas las retinas, ahora sí, enganchamos el Sendero de la Umbría del Miravete para, en continua y sinuosa bajada, llegar nuevamente a nuestro lugar de partida. Nos fuimos directamente a Cartagena, a la Taberna del Martillo. Allí el culto a la rubia. Salud.
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