Senda 125/23 – “CALBLANQUE, SENDA DEL OCHO Y MEDIO”
near Cabo de Palos, Murcia (España)
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Itinerary description
Senda 125/23 – 2023-11-18, “CALBLANQUE, SENDA DEL OCHO Y MEDIO”.- FARO DE CABO DE PALOS, PUERTO, CALA REONA, CABEZO DE LA ESCUCHA, MIRADOR DE PUNTA NEGRA, PUNTA BARRIGA, PUNTA LOBO, CALA REONA, CALA FLORES, PUERTO, PLAYA DE LEVANTE, FARO DE CABO DE PALOS, 14,3 Km, 4 horas 29 minutos, +424 m -420 m.
Lo que vimos:
¿Dónde vamos?, al Valle, Rambla del Cigarrón…, alguien dijo: yo prefiero ver el mar. Pues Calblanque es único y patearlo es una verdadera delicia. En esta ocasión recorrimos la “senda del ocho y medio”, que sería el dibujo que trazaría el satélite sobre el trayecto, por lo que así la bautizamos. 14,3 kilómetros hicimos en 4,5 horas, para, después de observar el despertar de nuestra estrella, abandonar el faro de Cabo de Palos y por la costa, llegar al puerto deportivo, enganchar la Barra y, sin abandonar el litoral llegar hasta la Cala Reona. Dimos un giro al interior para tocar el cabezo de Los Cuervos y enfilar la subida al cabezo de La Escucha, el que coronamos para satisfacción de nuestras retinas.
Desde lo más alto buscamos la cuerda que nos bajaría hasta el mirador de Punta Negra. Miramos a la bella Cala Dorada, esa coqueta cala que desprende quietud, en donde el batir de las olas relajará tu paseo. El color de su arena es producido por la acción de las olas sobre las rocas circundantes. Al parecer, si cogemos una lupa veremos que los granos de dicha arena son de diversos colores.
Inconfundibles las bellas Dunas Fósiles de rocas de color amarillento tirando a blanco, que se diferencian enormemente con los acantilados de esquistos grafitosos de color negro, y que son rocas metamórficas de unos 20 millones de años. El contraste de estos esquistos oscuros con el color más claro de la arena y las dunas hizo que los marinos llamaran al lugar como Cala Blanca, de donde procede el nombre de Calblanque.
Al parecer, estas dunas de unos 100.000 años de antigüedad se formaron como resultado del descenso del nivel del mar, quedando sus arenas al descubierto y fueron petrificadas por la acción del carbonato cálcico contenido en los restos de animales marinos. Las referidas dunas también se conocen como eolianitas ya que fueron creadas por la litificación del sedimento formado por la acción del viento. No soy un erudito, lo he leído por ahí.
Por Punta Espada, esa formación de rocas acostadas en forma de punta que se formó como consecuencia de grandes fuerzas tectónicas, ascendimos hasta las minas. A consecuencia de la riqueza del Filón Poderoso, el más rico en plata de la Sierra Minera, sobre 1840 comenzó una explotación minera de la que se pueden observar pozos de extracción y restos de un lavadero de mineral. Los tonos amarillentos de los estériles son como consecuencia de la jarosita, mineral resultante de la oxidación de la pirita. Pateamos Punta Barriga y por el Bufadero llegamos nuevamente a Cala Reona.
Nos dirigimos otra vez hacia el cabezo de Los Cuervos y giramos por Cala Flores, para volver retomar el GR que nos llevó de vuelta al puerto deportivo, que en esta ocasión bordeamos hacia el norte, para tomar nuevamente la costa por la playa de Levante, la que nos depositó en nuestro lugar de partida. No pasamos frío, ni tampoco sudamos, sólo lo pasamos bien.
La caminata se merecía un aperitivo, nos fuimos al Gandhi, el pulpo estaba de diez. Salud.
Lo que vimos:
¿Dónde vamos?, al Valle, Rambla del Cigarrón…, alguien dijo: yo prefiero ver el mar. Pues Calblanque es único y patearlo es una verdadera delicia. En esta ocasión recorrimos la “senda del ocho y medio”, que sería el dibujo que trazaría el satélite sobre el trayecto, por lo que así la bautizamos. 14,3 kilómetros hicimos en 4,5 horas, para, después de observar el despertar de nuestra estrella, abandonar el faro de Cabo de Palos y por la costa, llegar al puerto deportivo, enganchar la Barra y, sin abandonar el litoral llegar hasta la Cala Reona. Dimos un giro al interior para tocar el cabezo de Los Cuervos y enfilar la subida al cabezo de La Escucha, el que coronamos para satisfacción de nuestras retinas.
Desde lo más alto buscamos la cuerda que nos bajaría hasta el mirador de Punta Negra. Miramos a la bella Cala Dorada, esa coqueta cala que desprende quietud, en donde el batir de las olas relajará tu paseo. El color de su arena es producido por la acción de las olas sobre las rocas circundantes. Al parecer, si cogemos una lupa veremos que los granos de dicha arena son de diversos colores.
Inconfundibles las bellas Dunas Fósiles de rocas de color amarillento tirando a blanco, que se diferencian enormemente con los acantilados de esquistos grafitosos de color negro, y que son rocas metamórficas de unos 20 millones de años. El contraste de estos esquistos oscuros con el color más claro de la arena y las dunas hizo que los marinos llamaran al lugar como Cala Blanca, de donde procede el nombre de Calblanque.
Al parecer, estas dunas de unos 100.000 años de antigüedad se formaron como resultado del descenso del nivel del mar, quedando sus arenas al descubierto y fueron petrificadas por la acción del carbonato cálcico contenido en los restos de animales marinos. Las referidas dunas también se conocen como eolianitas ya que fueron creadas por la litificación del sedimento formado por la acción del viento. No soy un erudito, lo he leído por ahí.
Por Punta Espada, esa formación de rocas acostadas en forma de punta que se formó como consecuencia de grandes fuerzas tectónicas, ascendimos hasta las minas. A consecuencia de la riqueza del Filón Poderoso, el más rico en plata de la Sierra Minera, sobre 1840 comenzó una explotación minera de la que se pueden observar pozos de extracción y restos de un lavadero de mineral. Los tonos amarillentos de los estériles son como consecuencia de la jarosita, mineral resultante de la oxidación de la pirita. Pateamos Punta Barriga y por el Bufadero llegamos nuevamente a Cala Reona.
Nos dirigimos otra vez hacia el cabezo de Los Cuervos y giramos por Cala Flores, para volver retomar el GR que nos llevó de vuelta al puerto deportivo, que en esta ocasión bordeamos hacia el norte, para tomar nuevamente la costa por la playa de Levante, la que nos depositó en nuestro lugar de partida. No pasamos frío, ni tampoco sudamos, sólo lo pasamos bien.
La caminata se merecía un aperitivo, nos fuimos al Gandhi, el pulpo estaba de diez. Salud.
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