Senda de Frías a Villanueva de los Montes

El Parque Natural comienza a señalizar sus sendas con un color corporativo propio: morado y blanco. Estos nuevos colores irán sustituyendo a los amarillos y verdes que tenemos en otras sendas a medida que vayamos repasándolas en tareas de mantenimiento.

Esta senda sustituye al antiguo PRC-BU 104, sobre cuyo trazado se han producido varios cambios que mejoran su accesibilidad y su interés.

La ruta circular es accesible desde tres localidades diferentes. Desde Frías y Villanueva de los Montes nos conducen a ella sendas variantes; Quintanaseca, sin embargo, está en pleno recorrido.

El perfil que aparece aquí es correcto, aunque, por algún motivo, aparece la ruta en otro sentido al que se narra en la descripción.

La ciudad de Frías (la más pequeña de España) es, junto a las cercanas cascadas de Tobera, el lugar más visitado del Parque Natural. Con esta senda podemos darle un nuevo curso a nuestro plan para el día: conocer no sólo el que está designado como uno de los Pueblos más Bonitos de España, sino también su entorno natural.

Frías tiene unas buenas infraestructuras para dejar el vehículo. La senda sale de la parte alta del pueblo, junto al parking allí habilitado. Tras un breve callejeo enseguida nos encontraremos tras lo que fue la antigua muralla, por donde caminaremos rumbo oeste hacia la zona conocida como el Valle.

Algo más de un kilómetro adelante encontraremos el primer cruce y el comienzo de la senda circular. Cualquier opción es aquí buena, pero nos decantamos por la subida a la izquierda, hacia Villanueva de los Montes.

Subiremos por una agradable trocha emboscada entre encina y quejigo que nos acerca sin llegar a tocar una pista ancha de grava que sirve para dar servicio a las torretas eléctricas que de vez en cuando veremos en el horizonte. Tras este acercamiento a la pista, volveremos a alejarnos de ella por una senda con el mismo tipo de bosque, pero con mayor abundancia de roca.

El roquedo se hace más evidente a medida que nos acercamos al Albillo, el cruce que nos proporciona la posibilidad de acercarnos a Villanueva de los Montes. Dado que la senda no es muy larga y que Villanueva está a tan solo 1,3kms, nos salimos de la ruta circular para visitar esta pequeña aislada población situada en el corazón del Parque Natural. De este modo, en el cruce giramos a la derecha y encaramos una bonita senda de bajada poco pronunciada por la que, a mitad de camino, nos encontraremos con el paraje de El Pozo, del que quedan las paredes de un antiguo lavadero y una fuente con pilón de piedra recientemente restaurada.

Una vez en Villanueva, visitar el pueblo no lleva mucho tiempo ya que es de un tamaño bastante humilde. La decadencia en que se encuentra, fruto de la despoblación, es evidente sobre todo al observar que su bonita iglesia de San Román está en muy mal estado.

En Villanueva hay que tener en cuenta que tenemos la opción de enlazar (desde la propia iglesia) con la senda de Cillaperlata y Valdenubla. El enlace está señalizado y mide poco más de un kilómetro.

Quizás hayamos aprovechado la visita para almorzar, tras lo cual afrontamos el regreso a la ruta circular desandando el tramo de variante por el que hemos venido. Una vez de regreso en el Albillo continuamos ahora todo recto en dirección a Quintanaseca. Poco después la senda comienza la bajada que nos llevará hasta el valle del río Ebro, una senda que nos permite disfrutar del denso bosque y de las vistas de varias de las peñas que conforman este sector de la sierra y de los Montes Obarenes. Dejaremos Trecha a nuestra izquierda y Navagüeros a nuestra derecha.

La senda desemboca en la zona de chalets de Quintanaseca, a donde llega entre dos fincas. Una vez allí, podemos acercarnos a ver el pueblo antiguo y el antiguo lavadero a orillas del Ebro.

Andaremos hacia el este (derecha de donde veníamos) por la acera unos 200m, y alcanzaremos un nuevo cruce que nos lleva de nuevo hacia el sur. Pasamos la zona de la Tejera, dejando atrás a nuestra derecha una finca con colmenas, y subiendo una pequeña cuesta de tierra entraremos en un bosque de pinos, de los muchos que repoblaron las antiguas fincas de esta zona, muchas de ellas dedicadas en su tiempo a la producción de chacolí.

Por el pinar no tardaremos en dar de nuevo con El Valle y el cruce donde comenzamos la ruta circular, la cual ahora cerramos.

Regresamos a Frías por la variante que, ahora en la vuelta, nos irá ofreciendo una serie de estampas impresionantes del inconfundible perfil de esta muy pequeña ciudad.

Una vez en el coche, podemos dejar las mochilas y, ahora sí, disfrutar de una sosegada visita a Frías, que bien lo merece.