Senda del Urogallo

Esta ruta circular tiene su inicio y fin en la pequeña pero hermosa localidad berciana de Igüeña, cuyas gentes se dedican principalmente a la ganadería y a la minería. El río Boeza atraviesa el pueblo, creando un entorno de alto valor paisajístico.

Es un recorrido por un cordal que ofrece distintas perspectivas del pueblo y de los alrededores, incluyendo el Catoute. Eran lugares de pastoreo del ganado menor que hoy están totalmente abandonados y en los que se aprecia la incipiente recuperación después de la explotación de carbón a cielo abierto.Casi todo el recorrido es por pistas abiertas recientemente.

Esta zona tiene un enorme valor geomorfológico, puesto que los valles que irradian del Catoute presentan abundantes huellas de morfología glaciar, además de un gran valor botánico y faunístico.

Junto al cementerio y la carretera que lleva a la población de Rodrigatos de las Regueras comienza esta ruta, que inicia su recorrido ascendiendo por una pista de tierra, entre robles de pequeño porte y retamas. Aquí es posible observar carboneros, mitos y picos picapinos, entre otras aves. Al coger altura, va desapareciendo la cobertura arbórea progresivamente, a la vez que gana terreno el escobonal y el piornal, una zona típica para observar a los acentores y el vuelo de rapaces como el águila real o el alimoche. La ruta desciende hacia el pequeño valle que forma el río Rodrigatos, con un frondoso bosque de ribera que conduce hasta el cruce con una carretera con poco tráfico, que nos conducirá hasta el inicio de la ruta.

Muy amenazada, esta bellísima ave se oculta en espesos montes de robles y pinos, lejos de las miradas de los curiosos. Sin embargo, con un poco de suerte es posible verlo o al menos, escucharlo: el legendario canto del urogallo es uno de los más grandes espectáculos del bosque. Los "cantaderos" son los lugares donde este animal entona su hermoso son nupcial, y son por lo tanto, espacios especialmente protegidos.