Senda fluvial del Tea desde Mondariz-Balneario
near Mondariz-Balneario, Galicia (España)
Viewed 6370 times, downloaded 178 times
Trail photos
Itinerary description
Nuestra ruta de hoy comienza en Mondariz Balneario. Este concello, el más pequeño de toda España en extensión (2,4 Km2), ostenta, desde 1925, el título de “Muy Hospitalaria Villa”, concedido por Alfonso XIII y el General Primo de Rivera en agradecimiento al buen trato que los vecinos les dispensaban en sus asiduas visitas al Gran Hotel.
Partimos desde el majestuoso hotel-balneario Mondariz. Reconstruido después que un incendio lo devasta en 1973. Aquel por el de desfilaron personajes ilustres de finales del siglo XIX y principios del XX. Un rincón que contribuyó en dar a conocer Galicia en el mundo entero. Isaac Peral, Pardo Bazán, John Rockefeller III e Isabel de Borbón “La Chata” se contaban entre sus huéspedes. En 1929 se celebró la cumbre Española-Lusa entre Miguel Primo de Rivera y el presidente portugués Ivens Ferraz.
Parece un milagro que a partir de dos fuentes sin mayor apariencia que dos charcos de aguas burbujeantes, situadas en los lugares de Gándara y Troncoso ,del que era un diminuto y mal comunicado concello, se edificasen en pocos años un imperio balneario que atrajo hacia Galicia los ojos de medio mundo. Este milagro empresarial fue iniciado en 1873 por los hermanos Peinador Vela y llevado a su máximo esplendor por sus hijos Peinador Lines. En 1936 con la guerra Civil fue el punto de inflexión. Se convirtio en 1937 en Hospital Militar. La vida termal fue disminuyendo poco a poco y sus años de gloría se apagando.
Podemos todavía oír, si escuchamos con atención, las risas de sus huéspedes mientras pasean por los espaciosos salones. Las vajillas de la Cartuja y los cristales de Bohemia tintinean en las cocinas preparados para agasajar a los comensales. Vida de lujo y ostentaciones de sultanes, realezas europeas, y potentados americanos.
Nos alejamos por sus calles para acceder desde las canchas de tenis a la senda Fluvial del río Tea. Nos sorprende en la calle una escultura de madera tallada en un árbol seco. Contrasta su escultural belleza con la inconclusa obra de un edificio a sus espaldas.
Por segunda vez este mes remontamos curso del Tea. Alimentado por las últimas lluvias baja espectacular a su encuentro con el Miño. Cruzamos el primer puente de madera y tomamos dirección a de la playa fluvial do Val. La senda, en este primer tramo, está llena de socavones producidos por las lluvias y las corrientes. El Dios Tláloc ha derramado sus vasijas con abundancia. Árboles sumergidos, plantas arrancadas, y agua por todas partes. El camino nos lleva entre robles hasta las ruinas de un primer molino. Piedras caídas y musgo por doquier recuerdan tiempos pasados de actividad febril en la consecución de harinas. Ruedas que giraban por la fuerza de las aguas mientras los molineros vertían los granos. Hoy solo recuerdos. Avanzamos cruzando un puente de piedras planas al que casi las aguas engullen. Situados en el medio observamos el río en plenitud. Árboles a los que solo se les ven las copas porque sus troncos dan cobijo a los peces. Siempre recuperan su cauce. Podemos robarle sus márgenes, hacer caminos y pasarelas. Pero un día cuando las lluvias o los deshielos aparezcan sus aguas reclamaran su camino. No se detendrán ante nada ni ante nadie. Todo aquello que entorpezca sus pasos será barrido.
Vamos camino del área recreativa de Río Frío y playa do Val . La playa fluvial está totalmente cubierta por al agua, pero sus aguas cristalinas invitan a un baño en la época estival. Merenderos y amplias zonas de césped harán la delicia de todos aquellos que se acerquen a visitarla. Observamos el agua sobrepasar el pequeño dique formando una espuma exquisitamente blanca, y escuchando su ruido, giramos la cabeza 180 grados para que nuestras retinas fijen el paisaje. Llueve, unas gotas nos mojan la cara. No nos resignamos a guarecernos al amparo de la cabaña y avanzamos paralelos a la planta embotelladora de Aguas de Mondariz para pasar bajo los arcos del Puente do Val. La senda transcurre bajo uno de ellos. A escasos metros un puente metálico posibilita el cruce del río pero nosotros proseguimos sin cruzar.
Ahora podemos ver los efectos de la fuerza de las aguas. Tramos completos de pasarelas de madera arrancadas y desplazadas decenas de metros que solo los árboles han sido capaces de frenar. Lo que no ha destrozado el agua lo han hecho estas estructuras enormes golpeando todo a su paso. Son bonitas y funcionales para los paseantes pero realmente innecesarias y quizás antinatura para el ecosistema. Podemos caminar por los senderos naturales. Será algo más dificultoso, o sucio cuando llueva, pero mucho más ecológico.
Y poco a poco y a lo lejos ya divisamos la joya de la corona de esta ruta, el puente de Cernadela.
De origen romano , este puente estaba en el itinerario de Antonio Pío (Vía XVIII) que unía Brácara con Astúrica. Aunque ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de los siglos conserva restos de la antigua calzada que llegaba hasta el puente y lo atravesaba. A Los lados dos viejas edificaciones servían de posadas y abastecimiento a los carruajes que transitaban la ruta.
Piedras de la calzada que miles de pies han desgastado en su ir y venir. Esclavos, soldados, pastores, molineros. Todos tenían una razón para cruzarlo. Al igual que nosotros, lo cruzamos por el mero placer de que nuestros pies se unan a esos miles de individuos. Y 2000 años de historia hacen de sus cinco arcos un monumento digno de admiración. Volvemos sobre nuestros pasos y siguiendo nuestro camino , al otro lado del río podemos ver otra área recreativa con playa fluvial y un precioso molino, Muiño do Cubo, adaptado a un cauce de caudal medio.
Optamos por continuar la senda pasando por debajo del puente. El camino está bastante deteriorado por las crecidas, pero avanzando con precaución no nos separamos del Tea.
Parece que de repente nos hemos trasladado al sudeste asiático. Un bosque de bambú nos sale al paso. Un túnel flanqueado por estas plantas invasoras nos transporta a una pequeña de zona de cultivo. Procuramos no dejar la senda para no pisar nada que no sea estrictamente necesario.
Podíamos seguir pegados al cauce, pero un pequeño arroyo nos corta el paso. Así que nos desviamos por un camino lateral ampliado que parece ser una antigua vía de carros.
Con el suelo cubierto de hojas secas, piedras desiguales en la calzada y muros atrapados por la hiedra y el musgo ,ascendemos unos metros para volver poco después al lado del agua. Otro arroyo nos corta el paso, pero esta vez no nos dejamos intimidar por su bravura. Buscamos una zona estrecha para cruzarlo. Estas son sendas de pescadores, donde robles, manzanos silvestres, avellanos y pequeñas plantas de flores silvestres con toda gama de colores nos reciben. Formaciones rocosas con singulares formas dan una personalidad propia y nueva a este último tramo antes de llegar a las Poldras de Tatin y al molino. Nos detenemos, por enésima vez, a escuchar el sonido del agua y el trino de los pájaros
Algún pescador prueba suerte lanzando sus cañas a las límpidas aguas del Tea. Círculos se dibujan cuando los peces asoman sus cabezas. Saben que no somos sus enemigos. Solo estamos aquí para observar y disfrutar.
Las poldras o pasos han quedado sumergidas bajo el agua. Las vemos, pero es imposible cruzarlas. La larga línea de piedras facilita, teóricamente, el paso al otro lado del río. Pero sus constructores no han pensado en nosotros. Nuestra ruta circular se ha quedado cortada por la crecida. Por lo que nos vemos obligados a regresar por el mismo camino. Esto no nos desanima, quizás podamos hacer alguna variante en los trazados que no nos aleje mucho de la senda de ida pero que a su vez nos permita descubrir nuevos paisajes.
Así que tristes por no poder admirar los magníficos pasos de Tatin regresamos a Mondariz Balneario. Allí nos espera una magnifica tarde en el Palacio del agua ubicado en el antiguo edificio de la embotelladora y al lado de la fuente de Gándara (construida por Antonio Palacios). No es la Belle Epoque, pero el placer de las aguas reparadoras también está permitido al común de los mortales.
Y así, camino de tan terapéutica recompensa termina nuestra ruta de hoy.
Partimos desde el majestuoso hotel-balneario Mondariz. Reconstruido después que un incendio lo devasta en 1973. Aquel por el de desfilaron personajes ilustres de finales del siglo XIX y principios del XX. Un rincón que contribuyó en dar a conocer Galicia en el mundo entero. Isaac Peral, Pardo Bazán, John Rockefeller III e Isabel de Borbón “La Chata” se contaban entre sus huéspedes. En 1929 se celebró la cumbre Española-Lusa entre Miguel Primo de Rivera y el presidente portugués Ivens Ferraz.
Parece un milagro que a partir de dos fuentes sin mayor apariencia que dos charcos de aguas burbujeantes, situadas en los lugares de Gándara y Troncoso ,del que era un diminuto y mal comunicado concello, se edificasen en pocos años un imperio balneario que atrajo hacia Galicia los ojos de medio mundo. Este milagro empresarial fue iniciado en 1873 por los hermanos Peinador Vela y llevado a su máximo esplendor por sus hijos Peinador Lines. En 1936 con la guerra Civil fue el punto de inflexión. Se convirtio en 1937 en Hospital Militar. La vida termal fue disminuyendo poco a poco y sus años de gloría se apagando.
Podemos todavía oír, si escuchamos con atención, las risas de sus huéspedes mientras pasean por los espaciosos salones. Las vajillas de la Cartuja y los cristales de Bohemia tintinean en las cocinas preparados para agasajar a los comensales. Vida de lujo y ostentaciones de sultanes, realezas europeas, y potentados americanos.
Nos alejamos por sus calles para acceder desde las canchas de tenis a la senda Fluvial del río Tea. Nos sorprende en la calle una escultura de madera tallada en un árbol seco. Contrasta su escultural belleza con la inconclusa obra de un edificio a sus espaldas.
Por segunda vez este mes remontamos curso del Tea. Alimentado por las últimas lluvias baja espectacular a su encuentro con el Miño. Cruzamos el primer puente de madera y tomamos dirección a de la playa fluvial do Val. La senda, en este primer tramo, está llena de socavones producidos por las lluvias y las corrientes. El Dios Tláloc ha derramado sus vasijas con abundancia. Árboles sumergidos, plantas arrancadas, y agua por todas partes. El camino nos lleva entre robles hasta las ruinas de un primer molino. Piedras caídas y musgo por doquier recuerdan tiempos pasados de actividad febril en la consecución de harinas. Ruedas que giraban por la fuerza de las aguas mientras los molineros vertían los granos. Hoy solo recuerdos. Avanzamos cruzando un puente de piedras planas al que casi las aguas engullen. Situados en el medio observamos el río en plenitud. Árboles a los que solo se les ven las copas porque sus troncos dan cobijo a los peces. Siempre recuperan su cauce. Podemos robarle sus márgenes, hacer caminos y pasarelas. Pero un día cuando las lluvias o los deshielos aparezcan sus aguas reclamaran su camino. No se detendrán ante nada ni ante nadie. Todo aquello que entorpezca sus pasos será barrido.
Vamos camino del área recreativa de Río Frío y playa do Val . La playa fluvial está totalmente cubierta por al agua, pero sus aguas cristalinas invitan a un baño en la época estival. Merenderos y amplias zonas de césped harán la delicia de todos aquellos que se acerquen a visitarla. Observamos el agua sobrepasar el pequeño dique formando una espuma exquisitamente blanca, y escuchando su ruido, giramos la cabeza 180 grados para que nuestras retinas fijen el paisaje. Llueve, unas gotas nos mojan la cara. No nos resignamos a guarecernos al amparo de la cabaña y avanzamos paralelos a la planta embotelladora de Aguas de Mondariz para pasar bajo los arcos del Puente do Val. La senda transcurre bajo uno de ellos. A escasos metros un puente metálico posibilita el cruce del río pero nosotros proseguimos sin cruzar.
Ahora podemos ver los efectos de la fuerza de las aguas. Tramos completos de pasarelas de madera arrancadas y desplazadas decenas de metros que solo los árboles han sido capaces de frenar. Lo que no ha destrozado el agua lo han hecho estas estructuras enormes golpeando todo a su paso. Son bonitas y funcionales para los paseantes pero realmente innecesarias y quizás antinatura para el ecosistema. Podemos caminar por los senderos naturales. Será algo más dificultoso, o sucio cuando llueva, pero mucho más ecológico.
Y poco a poco y a lo lejos ya divisamos la joya de la corona de esta ruta, el puente de Cernadela.
De origen romano , este puente estaba en el itinerario de Antonio Pío (Vía XVIII) que unía Brácara con Astúrica. Aunque ha sufrido diversas modificaciones a lo largo de los siglos conserva restos de la antigua calzada que llegaba hasta el puente y lo atravesaba. A Los lados dos viejas edificaciones servían de posadas y abastecimiento a los carruajes que transitaban la ruta.
Piedras de la calzada que miles de pies han desgastado en su ir y venir. Esclavos, soldados, pastores, molineros. Todos tenían una razón para cruzarlo. Al igual que nosotros, lo cruzamos por el mero placer de que nuestros pies se unan a esos miles de individuos. Y 2000 años de historia hacen de sus cinco arcos un monumento digno de admiración. Volvemos sobre nuestros pasos y siguiendo nuestro camino , al otro lado del río podemos ver otra área recreativa con playa fluvial y un precioso molino, Muiño do Cubo, adaptado a un cauce de caudal medio.
Optamos por continuar la senda pasando por debajo del puente. El camino está bastante deteriorado por las crecidas, pero avanzando con precaución no nos separamos del Tea.
Parece que de repente nos hemos trasladado al sudeste asiático. Un bosque de bambú nos sale al paso. Un túnel flanqueado por estas plantas invasoras nos transporta a una pequeña de zona de cultivo. Procuramos no dejar la senda para no pisar nada que no sea estrictamente necesario.
Podíamos seguir pegados al cauce, pero un pequeño arroyo nos corta el paso. Así que nos desviamos por un camino lateral ampliado que parece ser una antigua vía de carros.
Con el suelo cubierto de hojas secas, piedras desiguales en la calzada y muros atrapados por la hiedra y el musgo ,ascendemos unos metros para volver poco después al lado del agua. Otro arroyo nos corta el paso, pero esta vez no nos dejamos intimidar por su bravura. Buscamos una zona estrecha para cruzarlo. Estas son sendas de pescadores, donde robles, manzanos silvestres, avellanos y pequeñas plantas de flores silvestres con toda gama de colores nos reciben. Formaciones rocosas con singulares formas dan una personalidad propia y nueva a este último tramo antes de llegar a las Poldras de Tatin y al molino. Nos detenemos, por enésima vez, a escuchar el sonido del agua y el trino de los pájaros
Algún pescador prueba suerte lanzando sus cañas a las límpidas aguas del Tea. Círculos se dibujan cuando los peces asoman sus cabezas. Saben que no somos sus enemigos. Solo estamos aquí para observar y disfrutar.
Las poldras o pasos han quedado sumergidas bajo el agua. Las vemos, pero es imposible cruzarlas. La larga línea de piedras facilita, teóricamente, el paso al otro lado del río. Pero sus constructores no han pensado en nosotros. Nuestra ruta circular se ha quedado cortada por la crecida. Por lo que nos vemos obligados a regresar por el mismo camino. Esto no nos desanima, quizás podamos hacer alguna variante en los trazados que no nos aleje mucho de la senda de ida pero que a su vez nos permita descubrir nuevos paisajes.
Así que tristes por no poder admirar los magníficos pasos de Tatin regresamos a Mondariz Balneario. Allí nos espera una magnifica tarde en el Palacio del agua ubicado en el antiguo edificio de la embotelladora y al lado de la fuente de Gándara (construida por Antonio Palacios). No es la Belle Epoque, pero el placer de las aguas reparadoras también está permitido al común de los mortales.
Y así, camino de tan terapéutica recompensa termina nuestra ruta de hoy.
Waypoints
Comments (4)
You can add a comment or review this trail
I have followed this trail verified View more
Information
Easy to follow
Scenery
Easy
Muy buena
I have followed this trail View more
Information
Easy to follow
Scenery
Easy
La ruta preciosa y el relato lo cuenta con un hermoso lenguaje.
I have followed this trail View more
Information
Easy to follow
Scenery
Easy
No está bien señalizada, pero si sigues el curso del río, no hay pérdida
I have followed this trail verified View more
Information
Easy to follow
Scenery
Easy
Muy buena ruta cerca del río todo el rato. Le hice una pequeña modificación para que fuera más circular, pero muy buena ruta.
Recomiendo llevar cosas para picar y bañador por si queréis datos un chapuzón en todas esas playas que encontraréis.