92. Sendero de las Ermitas PRC-BU 120
near Quintanilla del Coco, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 39 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 98 metros (inferior al que estima Wikiloc).
Para esta ruta, seguimos el trazado de ‘Rocaviva’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/burgos-quintanilla-del-coco-el-sendero-de-las-ermitas-pr-bu-120-30935377 ). Agradecidos por la detallada información que proporciona en su descripción. Hicimos variaciones de poca entidad con respecto al original, que incrementaron la longitud y el desnivel en poco más de un km y apenas 50 m, respectivamente.
Bienvenidos fueron nuestros leves añadidos en una ruta, de por sí, con baja exigencia física y de fácil orientación. El recorrido es, efectivamente, sencillo en ambos aspectos. Para los más montañeros y aventureros, necesitados de mantener acelerado su cerebro y sus músculos, dicho recorrido puede quedarse algo corto en demandas. Según para quién, puede ser (sólo) un suave paseo. Amable, agradable, bonito, en cualquier caso; y, además, con tres aspectos muy destacables; dos de ellos (los primeros), exclusivos (mantengamos la intriga sobre su naturaleza hasta dentro de unas líneas…).
La ruta parte del pueblo que Quintanilla del Coco, llega enseguida hasta la ermita de la Virgen de las Navas (o Naves), y se desvía ligeramente a la cascada de El Churrión. Después nos espera un largo camino (4,5 km) hasta la otra ermita del trayecto, la de Santa Cecilia. Nos paramos en ésta (bien lo merece), antes de proseguir hasta el cercano pueblo de Santibáñez del Val. Desde allí, nos encaminamos hacia el cañón del río Mataviejas, adentrándonos medio km (o cuanto deseemos). Ya sólo queda un corto trecho para regresar a Quintanilla del Coco.
Estamos en el principio de la primavera. No ha llovido tanto como habría sido menester. Aun así, el verdor de los campos alegra el paisaje (los montes de sabinas ya lo tenían puesto; es su atuendo de faena habitual). Alegra también el corazón ver cómo los sembrados han prendido, después de un invierno frío y seco. Estos campos y los montes arbolados que flanquean nuestro sosegado caminar constituyen una delicia permanente. Algo de monotonía sí hay, no obstante. Ahora bien, para añadir variedad, podemos elevar la vista y contemplar las Peñas de Cervera y Valdosa y sus estribaciones septentrionales, omnipresentes siempre.
Si hemos de resaltar algunos aspectos como los más atractivos de la ruta, la elección es fácil. Son tres, a mi parecer, situados estratégicamente en otros tantos puntos cardinales de la travesía. Suficientemente distanciados entre sí. Como para elevar ‘la moral’ del caminante, si ésta decayera en algunos tramos largos bastante homogéneos, sin sorpresas. El trío lo componen la cascada de El Churrión, la ermita de Santa Cecilia, y el cañón del río Mataviejas.
El primer paraje destacable en el trayecto lo constituye la zona de acceso y el entorno de la cascada de El Churrión. Es un pequeño reducto de bosque (unos 300 metros) hasta la cascada, atravesado por el arroyo que ésta alimenta. Reducido, pero encantador; es como un preámbulo, un aperitivo apetitoso para el plato principal: la cascada. Es verdad que ésta no tenía mucha agua, pero sí la suficiente como para disfrutarla visual y acústicamente; también atrae la enorme grieta en los peñascones verticales por los que el agua se cuela.
El segundo punto sobresaliente es la ermita de origen mozárabe de Santa Cecilia. Chica y solitaria, ubicada en un tan espléndido como magnífico enclave, por encima del río Mataviejas. Como una gema paisajista. Pero, aparte de su belleza natural, está su valor arquitectónico y artístico. Una gema histórica y cultural. Aparece referenciada por primera vez en un diploma del año 924, si bien fue restaurada en el siglo XII con elementos románicos en la portada y el pórtico. ¡Qué impresión produce mirar el mundo exterior a través de sus arcos!
En tercer lugar, tenemos el inicio del cañón del río Mataviejas. Sin ser espectacular aquí, aporta un primoroso contraste sobre todo lo anterior. Merece la pena descender a su zonza de pequeñas esclusas y compuertas, algo salvaje. Estaba brioso el Mataviejas. No faltaron los buitres en los acantilados al otro lado del río, sobrevolándonos. No obstante, el sector más interesante del cañón se desarrolla río-abajo, entre los pueblos de Castroceniza y Ura. No seguimos porque ya lo habíamos recorrido previamente ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/desfiladero-del-rio-mataviejas-entre-ura-y-castroceniza-99315641 ) y la excursión se habría alargado mucho.
En definitiva, un placentero paseo, factible para muchas personas, aun sin gran preparación. Quizá esta época primaveral sea idónea. Más tarde, en verano, el calor puede ser un tanto agobiante. Hay poca sombra al lado de los caminos. Aparte del resplandeciente verdor, y el agua en los arroyos y el río (y la cascada), en esta fase primaveral dispondremos de entretenimiento estereofónico durante todo el trayecto: los variadísimos cantos de los pájaros; incluidos los “cÓcu…cÓcu…cÓcu”, o los “claclaclaclá” (o como sea que se pueda emular con letras ese repiqueteo); por coger los más simples…
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 39 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 98 metros (inferior al que estima Wikiloc).
Para esta ruta, seguimos el trazado de ‘Rocaviva’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/burgos-quintanilla-del-coco-el-sendero-de-las-ermitas-pr-bu-120-30935377 ). Agradecidos por la detallada información que proporciona en su descripción. Hicimos variaciones de poca entidad con respecto al original, que incrementaron la longitud y el desnivel en poco más de un km y apenas 50 m, respectivamente.
Bienvenidos fueron nuestros leves añadidos en una ruta, de por sí, con baja exigencia física y de fácil orientación. El recorrido es, efectivamente, sencillo en ambos aspectos. Para los más montañeros y aventureros, necesitados de mantener acelerado su cerebro y sus músculos, dicho recorrido puede quedarse algo corto en demandas. Según para quién, puede ser (sólo) un suave paseo. Amable, agradable, bonito, en cualquier caso; y, además, con tres aspectos muy destacables; dos de ellos (los primeros), exclusivos (mantengamos la intriga sobre su naturaleza hasta dentro de unas líneas…).
La ruta parte del pueblo que Quintanilla del Coco, llega enseguida hasta la ermita de la Virgen de las Navas (o Naves), y se desvía ligeramente a la cascada de El Churrión. Después nos espera un largo camino (4,5 km) hasta la otra ermita del trayecto, la de Santa Cecilia. Nos paramos en ésta (bien lo merece), antes de proseguir hasta el cercano pueblo de Santibáñez del Val. Desde allí, nos encaminamos hacia el cañón del río Mataviejas, adentrándonos medio km (o cuanto deseemos). Ya sólo queda un corto trecho para regresar a Quintanilla del Coco.
Estamos en el principio de la primavera. No ha llovido tanto como habría sido menester. Aun así, el verdor de los campos alegra el paisaje (los montes de sabinas ya lo tenían puesto; es su atuendo de faena habitual). Alegra también el corazón ver cómo los sembrados han prendido, después de un invierno frío y seco. Estos campos y los montes arbolados que flanquean nuestro sosegado caminar constituyen una delicia permanente. Algo de monotonía sí hay, no obstante. Ahora bien, para añadir variedad, podemos elevar la vista y contemplar las Peñas de Cervera y Valdosa y sus estribaciones septentrionales, omnipresentes siempre.
Si hemos de resaltar algunos aspectos como los más atractivos de la ruta, la elección es fácil. Son tres, a mi parecer, situados estratégicamente en otros tantos puntos cardinales de la travesía. Suficientemente distanciados entre sí. Como para elevar ‘la moral’ del caminante, si ésta decayera en algunos tramos largos bastante homogéneos, sin sorpresas. El trío lo componen la cascada de El Churrión, la ermita de Santa Cecilia, y el cañón del río Mataviejas.
El primer paraje destacable en el trayecto lo constituye la zona de acceso y el entorno de la cascada de El Churrión. Es un pequeño reducto de bosque (unos 300 metros) hasta la cascada, atravesado por el arroyo que ésta alimenta. Reducido, pero encantador; es como un preámbulo, un aperitivo apetitoso para el plato principal: la cascada. Es verdad que ésta no tenía mucha agua, pero sí la suficiente como para disfrutarla visual y acústicamente; también atrae la enorme grieta en los peñascones verticales por los que el agua se cuela.
El segundo punto sobresaliente es la ermita de origen mozárabe de Santa Cecilia. Chica y solitaria, ubicada en un tan espléndido como magnífico enclave, por encima del río Mataviejas. Como una gema paisajista. Pero, aparte de su belleza natural, está su valor arquitectónico y artístico. Una gema histórica y cultural. Aparece referenciada por primera vez en un diploma del año 924, si bien fue restaurada en el siglo XII con elementos románicos en la portada y el pórtico. ¡Qué impresión produce mirar el mundo exterior a través de sus arcos!
En tercer lugar, tenemos el inicio del cañón del río Mataviejas. Sin ser espectacular aquí, aporta un primoroso contraste sobre todo lo anterior. Merece la pena descender a su zonza de pequeñas esclusas y compuertas, algo salvaje. Estaba brioso el Mataviejas. No faltaron los buitres en los acantilados al otro lado del río, sobrevolándonos. No obstante, el sector más interesante del cañón se desarrolla río-abajo, entre los pueblos de Castroceniza y Ura. No seguimos porque ya lo habíamos recorrido previamente ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/desfiladero-del-rio-mataviejas-entre-ura-y-castroceniza-99315641 ) y la excursión se habría alargado mucho.
En definitiva, un placentero paseo, factible para muchas personas, aun sin gran preparación. Quizá esta época primaveral sea idónea. Más tarde, en verano, el calor puede ser un tanto agobiante. Hay poca sombra al lado de los caminos. Aparte del resplandeciente verdor, y el agua en los arroyos y el río (y la cascada), en esta fase primaveral dispondremos de entretenimiento estereofónico durante todo el trayecto: los variadísimos cantos de los pájaros; incluidos los “cÓcu…cÓcu…cÓcu”, o los “claclaclaclá” (o como sea que se pueda emular con letras ese repiqueteo); por coger los más simples…
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