Sendero de los Tres Pueblos (Padules-Beires-Almócita) y Las Canales
near Padules, Andalucía (España)
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Itinerary description
Desde Almería me dirijo a Benahadux para tomar aquí en la rotonda por la A-348, pasando por los pueblos de Instinción, Rágol y Canjáyar, antes de llegar a Padules, aparcando en la calle de la Alpujarra, a la entrada del pueblo (antiguo Camino Real de las Alpujarras), junto a las Antiguas Escuelas (edificación construida en los años treinta para ser usada como escuela municipal, hoy como salón de actos), en el Barrio Nuevo (ensanche urbano más reciente, desarrollado en la posguerra).
Vuelvo hacia la carretera, en dirección hacia la piscina municipal, pasando por la era de la Vega de Arriba. Ahora hay que cruzar la A-348 para bajar al barranco de las Eras. Subo por un camino de herradura dejando a la izquierda un magnífico ejemplar de encina con nombre propio, la Encina del Agua, a cuya amplia sombra descansaban las padulenses cuando venían a la cercana Fuente de las Cubanas (así llamada porque sus maridos estaban emigrados en Cuba) para ablandar las legumbres en su agua, más dura que la del pueblo.
El camino discurre entre huertos de olivos y almendros (que en febrero deben hacer las delicias del caminante), hasta conectar con una pista cementada que termina en una carretera; hacia la izquierda, pocos metros después, cruza el barranco de Cueva Negra (o del Castillo), y enseguida hay que dejarla (como indica una flecha amarilla pintada en el asfalto) para continuar el sendero por una estrecha vereda entre bancales, que, con la hierba muy crecida, puede ser difícil de seguir en algún punto (hay que ir junto a un canal de riego y atento a los postes del sendero). Termina en un camino asfaltado, junto a una balsa, ya casi llegando a Beires, adonde se entra por la calle Real, en el primigenio barrio del Zambrón, al este de la localidad. Es un bonito pueblo alpujarreño, con las típicas calles estrechas y sinuosas y en pronunciada pendiente (está acostado en la falda de Sierra Nevada, que la protege del viento del norte), de casas encaladas y decoradas con macetas, donde el rumor del agua acompaña el caminar (de las numerosas fuentes y acequias, que riegan las huertas circundantes). Paso junto a la pequeña ermita de las Ánimas, adosada a la roca, (dedicada a las ánimas del Purgatorio y a la Virgen del Carmen), de larga tradición y muy querida por los beirenses, y por la placeta de San Manuel, antes de cruzar el Puente de la Pileta, que comunica con la otra barriada, la propiamente llamada de Beires. Es un puente de piedra con arco de medio punto que salva el barranco del Nacimiento (con una frondosa vegetación de álamos, laureles...), construido entre los siglos XVII y XVIII cuando creció la población. En él encontramos uno de los 6 paneles informativos sobre la actividad minera en el pueblo desde finales del siglo XIX, que motivó su máximo desarrollo (llegó a tener más de 600 habitantes, hoy son menos de 200). Estos paneles conforman el Museo Abierto «Memoria de la minería de Beires» (además hay un Centro de la Minería, abierto en julio de 2017).
En la sierra a 1800 metros sobre el nivel del mar se encuentra el Coto Minero, por lo que el mineral de hierro era transportado hasta la estación de Doña María mediante un sistema de cables aéreos (construido en 1905 y desmantelado en 1944) a través de casi 16 kilómetros (el más largo de Europa en su momento). La primera compañía que arrendó la explotación de las minas (pagando una peseta por tonelada de mineral extraída), francesa, en 1899, la subarrendó el año siguiente a la Societé des Mines de Beires. El mineral se acumulaba en depósitos y estaciones por problemas de transporte (el cable no se puso en funcionamiento hasta 1905), siendo la exportación menor que la prevista; además años después aumentó el canon de arrendamiento. La situación mejoró con la sociedad Echevarrieta (vasco)-Campbell (inglés), con la disminución de las tasas de transporte, la modernización del sistema de extracción y el uso generalizado de la electricidad para mover el cable y para la iluminación de las galerías. El cénit de la minería se produjo con el aumento de la demanda de acero ocasionado por la Primera Guerra Mundial, llegando a dar trabajo a un millar de personas (sobre todo jornaleros agrícolas de Beires, Ohanes, Fondón y Doña María). Por desgracia, la crisis mundial del 29 provocó una caída de la demanda (aunque gran parte del mercado se había hundido tras la guerra) que, junto al encarecimiento de la mano de obra, el agotamiento de las vetas, dificultades en el transporte por ferrocarril y la competencia de otras minas más rentables, llevó a su cierre en 1931 y al desmantelamiento de las instalaciones tras la Guerra Civil (el cable aéreo se llevó a las minas de carbón de Utrillas, en Teruel). Entonces llegó la hora de emigrar para muchos habitantes de la comarca (hubo un espejismo en 1959 cuando la empresa española ADARO evaluó la reapertura de las minas, desestimándose en 1962 por la bajada del precio del hierro y el sempiterno problema de transporte).
Antes de salir de Beires, al oeste de la población, se alza su principal edificación, la Iglesia de San Roque (del siglo XVII, ampliada a finales del XVIII con una nueva cabecera y un cuerpo de campanas en la torre), que sustituyó a otra anterior construida sobre la antigua mezquita. Su interior es muy sencillo, ya que le falta el retablo mayor y la imaginaria, que desaparecieron durante la Guerra Civil.
Junto a la iglesia hay un mirador desde donde se divisa la ermita de la Virgen de los Desamparados (llamada también de los Tres Pueblos, por estar compartida por los tres municipios), construida en los siglos XVII-XVIII (es posible que originalmente sólo se construyera la nave y, posteriormente, en el siglo XVIII se le añadiera la capilla mayor). Se encuentra junto a una era, rodeada de árboles de secano, a orillas de la carretera A-348, y, aunque sumida en un cierto abandono, sigue congregando en el mes de septiembre a sus fieles, en una romería en la que se bendice a los recién nacidos y a los animales domésticos, se hacen ofrendas florales y hogueras nocturnas.
Cruzo la A-4402 y sigo hacia la cercana Almócita por pista cementada (desviándome para visitar la ermita), entrando en el pueblo por una zona acondicionada donde se encuentran la
Balsa de la Espeñuelas (que almacena el agua de riego) y un mirador en el lugar del desaparecido barrio del mismo nombre; aquí hay un enorme candil, con el Récord Guinness al más grande del mundo, que hace referencia a su importancia en la vida cotidiana en el pasado, cuando no existía iluminación eléctrica, y restos de maquinaria minera. Me dirijo por la calle Andalucía hacia el centro de esta pequeña y encantadora población situada en una hondonada entre las faldas de la Sierra Nevada y la de Gádor, de fisonomía y nombre árabes (Al-moaycata o Almavata, del árabe al-mawsata, lugar de en medio, haciendo referencia a su situación entre Beires y Padules), fundada por los descendientes de Tubal. Su casco urbano posee la arquitectura morisca mejor conservada de la provincia, de casas blancas con poesías y murales en sus fachadas, con la Judería en el Barrio Bajo. Durante la época musulmana la industria de la seda tuvo una gran importancia en Almócita, que contaba con grandes criaderos de gusanos y moreras. Luego, tras la conquista cristiana, se construye la Iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Misericordia, quemada en 1568 por los moriscos. En 1570 estuvo aquí D. Juan de Austria (hijo bastardo del emperador Carlos V) para las negociaciones de paz, celebradas en una encina en el Cortijo del Hadid (desde entonces llamado Cortijo de las Paces).
También tiene Almócita un pasado minero, en esta ocasión de la industria del plomo desarrollada durante el siglo XIX, construyéndose el camino de las Fundiciones Reales, en el pasado ruta de comunicación entre la sierra de donde se extraía el mineral y el puerto de Almería. Actualmente de esas minas (Pandora, Salana y Minilla) sólo quedan ruinas.
Dejo el pueblo por el Camino del Escurrizo hacia el cementerio, por donde también va el GR-140 o Sendero Almería (que va desde el puerto de la Ragua al Cabo de Gata), en su ramal del Sendero de la Alpujarra. Paso junto a un parral, testigo del cultivo tradicional de la uva de mesa en estas tierras, antes de dejar el camino cementado para seguir por una senda a la derecha, que a los 100 metros cambia de dirección para descender al Barranco del Bosque; es un sendero que discurre entre retamas, con tramos empedrados, que permite disfrutar de la belleza descarnada de estas tierras (no siempre apreciada). Tras cruzar el barranco, se atraviesa un puente de madera para ascender zigzagueando hasta una granja en un collado. Ahora se desciende pisteando siguiendo el ramal a la izquierda a los Llanos de la Herrería. Abajo el río Andarax (seco gran parte de su curso), corre por el cañón, entre una frondosa vegetación riparia formada por fresnos, álamos y sauces, que contrasta con los tonos ocres y rojizos del monte, formando saltos de agua, pozas cristalinas y profundas gargantas. En una bifurcación, dejo momentáneamente el PR-A 360, para bajar por la pista (siguiendo el SL-A 48) hasta el Molino del Río, donde me refresco caminando unos metros por el cauce del Andarax (aquí el track se vuelve un poco loco).
Retomando el Sendero de Los Tres Pueblos, continúo unos metros más por el carril, que acaba en una pequeña era; ahora el sendero se estrecha, adaptándose a la canal abandonada (yendo por su interior algunos metros), cruzando el tubo que conducía el agua a la Fábrica de La Luz y pasando junto a las ruinas de estas infraestructuras hidráulicas. En algunos tramos del descenso hay cuerdas para ayudarse, ya que el sendero es de tierra suelta y en fuerte pendiente, acercándose al río (aquí se oye el rumor del agua al chocar con los pedruscos del cauce bajo los Tajos Coloraos), para luego subir hasta otra pequeña era. Una corta bajada lleva a cruzar de nuevo el Barranco del Bosque, antes del área recreativa junto a las Canales de Padules, que son de obligada visita. Están declaradas
Monumento Natural (en 2019), con un gran interés hidrológico, geológico y paisajístico-ambiental: el Andarax ha creado a su paso una bella garganta en la que se encuentran pozas, saltos de agua y todo tipo de estructuras de interés geológico.
Tras disfrutar de las frescas aguas, toca subir unos 2 kilómetros por la pista (afortunadamente hay alguna fuente durante la subida, incluso un salto de agua en una curva, que sirve de improvisada ducha); a los 600 metros hay un desvío que baja a la garganta de "Los Canjorros", donde se unen a cada lado de la angostura Sierra Nevada y Gádor (lo visitaré en otra ocasión).
El sendero entra en Padules (cuyo nombre, que significa pequeñas lagunas , no puede ser más acertado), coincidiendo con el GR-140. A diferencia de los otros pueblos alpujarreños, su trama urbana es llana al asentarse en una colina amesetada, con vistas a la vertiente norte de la Sierra de Gádor. Se originó a partir de una alquería musulmana con huertas de autoconsumo aprovechando las aguas del río, con el aterrazamiento de las laderas y la construcción de una red de acequias y canales. Como los demás pueblos de la comarca, conoció un auge económico a fines del XIX con la minería de hierro y plomo y con la exportación de la uva de Ohanes (o uva del barco) hasta su declive por falta de mercado, sustituyéndose los parrales por olivos y vides (y por cultivos de hortalizas en su vega de abajo).
Por la calle del Río llego a la Iglesia de Santa María la Mayor, construida sobre la antigua mezquita en la primera mitad del siglo XVI en estilo mudéjar y que tuvo que ser reconstruida a fines de ese siglo por ser también destruida durante la rebelión morisca; luego, a principios del XIX, un terremoto derribó las dos plantas de la torre sobre el altar mayor (se restauró en 1890 cambiando la orientación, con la entrada donde estaba el altar) y en la Guerra Civil nuevamente se destruyeron el retablo del altar y las imágenes.
Por la calle Canario llego a la Plaza del Barrio Bajo, situada en el antiguo camino hacia Fondón, presidida por la Cruz del Humilladero, también conocida como Cruz de las Alpujarras. Data del siglo XVI y representa la rendición de los moriscos a Don Juan de Austria, poniendo final a la Guerra de las Alpujarras. El hermanastro de Felipe II se instaló en Padules en 1569 para sofocar el levantamiento de los moriscos, tras lo que se produce su expulsión definitiva (repoblándose con personas llegadas en su mayoría de Andalucía Oriental, Valencia y Castilla). Este hecho histórico se conmemora desde el año 2013 en el mes de mayo, con la Recreación Histórica de la Paz de la Alpujarra: en mayo de 1570 las tropas moriscas al mando de su capitán Al Habaquí, por orden de su autoproclamado rey Abén Aboo, rinden en Padules sus armas y bandera ante Don Juan de Austria, poniéndose así fin a la Guerra de las Alpujarras, como se describe en el Libro de Geromín. Los vecinos guardan un gran rigor histórico en la vestimenta, armamento y demás complementos, y en la ejecución de esta Recreación, viniendo recreadores de distintos lugares de España, Italia o Estados Unidos que asesoran y ayudan a los lugareños. Hay ejercicios militares (batalla entre moros y cristianos, alardes militares, ejercicios de picas, arrestos y fusilamientos, tiro con arco...), comidas propias del siglo XVI hechas en un horno histórico construido por un vecino, bailes de la época...
En el Campamento también se puede visitar el pabellón de D. Juan de Austria (con su escudo original pintado a mano y sus banderas con la cruz de San Andrés, hechas también a mano por un sastre de indumentaria histórica), las tiendas de la soldadesca (con sus armaduras y armamento, todo hecho por un armero con total fidelidad) o la tienda del Habaquí junto a su tropa. La decoración con muebles, telas, utensilios, juegos de mesas... también es obra de un recreador.
Regreso al inicio de la ruta pasando al lado del mural de La Paz de las Alpujarras, y, junto al mirador “Paseo de los Baños”, tomando por la calle la Rueda, con el regusto del sabor a Historia que atesora esta comarca.
Waypoints
Iglesia Parroquial de San Roque (ss. XVII-XVIII)
Planta de cruz latina, con muros de cajones de mampostería
Ermita de Los Tres Pueblos
Nave rectangular y capilla mayor diferenciada, con muros de cajones de mampostería (los restos de la construcción anexa, posiblemente la casa del ermitaño, de tapial). La presencia del arco triunfal se manifiesta al exterior mediante contrafuertes de ladrillo. A los pies sencilla portada con vano de medio punto enmarcado por pilastras, con su puerta original de madera bajo una cornisa muy deteriorada. La corona una cruz y una veleta de hierro con el lema "Ave María"
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Misericordia
Torre localizada en el campanario restaurada a finales del siglo XVII, no ajustándose fielmente al modelo original
Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Misericordia
Iglesia de estilo mudéjar de una sola nave rectangular, esculpida en piedra de cantería alternando con cajones de mampostería, ventanas con vanos de medio punto, con una capilla mayor, diferenciada de la nave mediante un arco triunfal. Portadas de estilo barroco, la principal con un arco de medio punto, enmarcado por molduras, y hornacina en lo alto. La nave carece de cubierta (por los efectos del seísmo de 1804, de una tormenta años después y del abandono posterior), estando reservado el espacio para el culto a la capilla mayor
Molino del Río
Molino situado en la margen izquierda del río, de pequeñas dimensiones, con dos cubos y dos cárcavos con bóveda de cañón, algo rebajados
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Muy buena ruta