49. Sendero Dos Aguas y arroyo Trambasaguas
near Belorado, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 57 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 507 metros (superior al que estima Wikiloc).
Realizamos esta placentera (aunque gélida) caminata tomando como guía el trazado de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-dos-aguas-22658817 ), cuyos detalles se describen en sus ‘Sendas de Burgos’. Añadimos únicamente poco más de un kilómetro en cortas salidas del itinerario, para explayarnos en el disfrute de las excelentes vistas en algunos puntos. Esto ocurrió en el lomo del monte durante la primera mitad del camino y, sobre todo, hacia la mitad, en el mirador sobre el Valle de San Vicente, y luego un poco también en el lecho del arroyo Trambasaguas.
La ruta seguida atraviesa los Montes de Ayago, por su lomo, en la ida; y el por el valle del arroyo Trambasaguas, en la vuelta. El recorrido parte de Belorado, donde se inicia la larga senda GR-290, que luego cruzará la Sierra de la Demanda con dirección sur y finalizará en Neila. En realidad, nosotros permanecimos en dicho GR sólo durante el viaje de ida, durante 7 km, hasta el borde del Valle de San Vicente.
Un poste indicador señala el inicio del trayecto a la salida de Belorado. Después no vimos ninguna otra señal hasta el final de esa primera parte; justo cuando se inicia el mencionado valle, hay otro poste indicador. El camino a lo largo del monte está bien definido, sin pérdida. La misma facilidad en la orientación se aplica al recorrido de vuelta por el valle del arroyo Trambasaguas, donde no es necesario salirse del camino principal en toda la travesía.
La ruta es fácil también en términos de su demanda física. Los cerca de 400 metros de desnivel apenas se notan debido a que tanto el ascenso como el descenso son muy suaves. Hay sólo una salvedad entre los km 1 y 2, al poco de dejar Belorado, con algunas rampas de cierta exigencia. Éstas, no obstante, se superan bien, con el suelo de la pista en buen estado. En ellas, incluso nos sobrepasaron, con algo de aprieto, dos corredores de ‘cross’; aunque exhibían una indudable figura atlética, todo hay que decirlo, no parecía sobrarles el aire cuando nos dijeron “hola” casi sin resuello. Así que afirmaremos: “fuertes rampas” objetivas; no era sólo nuestra apreciación medrosa.
Dice ‘Angelbur’ que en invierno y primavera los caminos, particularmente, en las orillas del arroyo Trambasaguas, pueden estar muy embarrados. Probablemente sea así en condiciones normales de temperatura. Entonces, sin embargo, el barro y los charcos estaban congelados. Es una ventaja del frío extremo que llevaba haciendo durante más de dos semanas. Únicamente entre el km 12 y el 13, ya muy avanzada la mañana y con el sol intentando mostrar sus galones (sin apenas conseguirlo), el suelo arcilloso estaba reblandeciéndose. El propio arroyo Trambasaguas, en su curso alto, estaba cubierto de hielo en la superficie; se notaba su esforzado fluir por debajo.
Al salir de Belorado, nos quedamos “helados” contemplando una enorme estalagmita, recta y de unos 70 cm de alta, en una fuente pública (hemos dejado constancia fotográfica de ello, para posibles incrédulos foráneos, como nuestro buen amigo Andrés, canario). Las propias conducciones de agua debían estar congeladas, pero una tímida gota seguía escullando; escurriéndose calmosa, como a cámara lenta, del caño de la fuente, y de ahí la estalagmita. Ese día iniciamos la marcha (8:45 h) con unos casi “bonancibles” -6 grados, en comparación con jornadas previas (hasta -11 grados). Pero, sorprendentemente, cuando terminamos (hacia las 13 h), la temperatura era todavía de sólo +1 grado. De hecho, ningún día previo tuve tantas dificultades en mis agarrotados dedos para apretar el disparador de la cámara fotográfica...
A pesar de la temperatura (o gracias a ella), el día era ideal para caminar a buen ritmo y disfrutar de la naturaleza; mejor en las zonas con sol que en las de umbría. Éstas se fueron reduciendo a medida que el sol levantaba perezosamente el vuelo. El entorno paisajístico, una vez encaramados a las medianías del monte, es ciertamente bonito. El paseo a través del bosque a lo largo de la ida es muy agradable, si bien bastante homogéneo durante varios kilómetros. El bosque sólo permite vistas exteriores en algunos tramos, mejor subiéndose a alguna elevación lateral, que no se deben desaprovechar. Desde esas suaves atalayas pueden contemplarse panorámicas del norte, como los Montes Obarenes; del oeste, como los Montes de Oca; y del sur, como los picos de la Sierra de la Demanda.
Ahora bien, donde realmente explosiona la belleza paisajística es al terminar el bosque y desembocar de pronto en la balconada que da al Valle de San Vicente. Allí parece imposible que el caminante, particularmente en un día luminoso como éste, no se quede extasiado con la calma del ahondado y amplio valle, y las imponentes cimas nevadas de la Sierra de la Demanda como cercano telón de fondo. Ahí emergen altivos los más elevados 'picos dosmiles’, como el Trigaza, en una perspectiva algo sesgada, el San Millán, dominador en primer plano, o el Cabeza Aguílez; incluso, siguiendo el cordal, hacia el este, se yergue el más espigado de todos, al parecer (no tengo seguridad al respecto), el pico San Lorenzo, ya riojano.
Da pena abandonar esa posición de privilegio. Así que remoloneamos a un lado y otro buscando impregnarnos de la esplendidez del paisaje, resistiéndonos a reanudar la marcha para retornar. Nos parece que nada de lo que venga después podrá igualar esto… Pero nos equivocamos. En suave descenso, todo el bosque, en especial sus hayedos, y los aledaños y el lecho del arroyo Trambasaguas, son también extraordinarios; no esperábamos tanto. Hay bastante mayor variedad vegetal, exuberancia, y contrastes que en el bosque recorrido por el lomo al venir, en la primera mitad. No hay vistas exteriores, pero el propio entorno interior proporciona todo lo necesario como para no echarlas de menos. Como a veces digo, “si esto es así ahora (ej., en pleno invierno, o en verano), ¡dios, cómo será en otoño”! Habrá que verlo.
A pesar de lo relativamente apartado de la ruta y los rigores invernales, fue uno de los días donde vimos más gente; aun así, poca (y bienvenida; y motivo de anécdota). Primero, los dos madrugadores corredores no sobrados de aliento en las rampas iniciales, ya mencionados. Un poco más arriba, al iniciarse el bosque, un grupo de hombres jóvenes, también en buena forma y con aspecto militar, parecían prepararse para algún tipo de prácticas (aunque nunca oímos un tiro). Al pasar junto a uno de ellos, se sobresaltó por nuestra aparición inesperada; también son humanos. Más tarde, ya en la parte baja del descenso, nos cruzamos con otro corredor solitario (“hola y buen día”, sobre la marcha). Y, finalmente, dos km antes de Belorado, intercambiamos unas palabras con un caminante elegantemente equipado para esa finalidad, aprovechando ya el generoso +1 grado de temperatura en el final de la mañana.
Etiquetaremos, pues, la ruta como “de los atletas”. Así elevaremos también nuestra propia autoestima, incluyéndonos en el paquete y atribuyéndonos mérito con inmodestia. Ese fue todo el contacto humano; y eso que era domingo y que nos encontrábamos entre las curtidas gentes burgalesas acostumbradas a los rigores. Benditos parajes.
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 57 (para Senderismo): dificultad 'Media' para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 507 metros (superior al que estima Wikiloc).
Realizamos esta placentera (aunque gélida) caminata tomando como guía el trazado de ‘Angelbur’ en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-dos-aguas-22658817 ), cuyos detalles se describen en sus ‘Sendas de Burgos’. Añadimos únicamente poco más de un kilómetro en cortas salidas del itinerario, para explayarnos en el disfrute de las excelentes vistas en algunos puntos. Esto ocurrió en el lomo del monte durante la primera mitad del camino y, sobre todo, hacia la mitad, en el mirador sobre el Valle de San Vicente, y luego un poco también en el lecho del arroyo Trambasaguas.
La ruta seguida atraviesa los Montes de Ayago, por su lomo, en la ida; y el por el valle del arroyo Trambasaguas, en la vuelta. El recorrido parte de Belorado, donde se inicia la larga senda GR-290, que luego cruzará la Sierra de la Demanda con dirección sur y finalizará en Neila. En realidad, nosotros permanecimos en dicho GR sólo durante el viaje de ida, durante 7 km, hasta el borde del Valle de San Vicente.
Un poste indicador señala el inicio del trayecto a la salida de Belorado. Después no vimos ninguna otra señal hasta el final de esa primera parte; justo cuando se inicia el mencionado valle, hay otro poste indicador. El camino a lo largo del monte está bien definido, sin pérdida. La misma facilidad en la orientación se aplica al recorrido de vuelta por el valle del arroyo Trambasaguas, donde no es necesario salirse del camino principal en toda la travesía.
La ruta es fácil también en términos de su demanda física. Los cerca de 400 metros de desnivel apenas se notan debido a que tanto el ascenso como el descenso son muy suaves. Hay sólo una salvedad entre los km 1 y 2, al poco de dejar Belorado, con algunas rampas de cierta exigencia. Éstas, no obstante, se superan bien, con el suelo de la pista en buen estado. En ellas, incluso nos sobrepasaron, con algo de aprieto, dos corredores de ‘cross’; aunque exhibían una indudable figura atlética, todo hay que decirlo, no parecía sobrarles el aire cuando nos dijeron “hola” casi sin resuello. Así que afirmaremos: “fuertes rampas” objetivas; no era sólo nuestra apreciación medrosa.
Dice ‘Angelbur’ que en invierno y primavera los caminos, particularmente, en las orillas del arroyo Trambasaguas, pueden estar muy embarrados. Probablemente sea así en condiciones normales de temperatura. Entonces, sin embargo, el barro y los charcos estaban congelados. Es una ventaja del frío extremo que llevaba haciendo durante más de dos semanas. Únicamente entre el km 12 y el 13, ya muy avanzada la mañana y con el sol intentando mostrar sus galones (sin apenas conseguirlo), el suelo arcilloso estaba reblandeciéndose. El propio arroyo Trambasaguas, en su curso alto, estaba cubierto de hielo en la superficie; se notaba su esforzado fluir por debajo.
Al salir de Belorado, nos quedamos “helados” contemplando una enorme estalagmita, recta y de unos 70 cm de alta, en una fuente pública (hemos dejado constancia fotográfica de ello, para posibles incrédulos foráneos, como nuestro buen amigo Andrés, canario). Las propias conducciones de agua debían estar congeladas, pero una tímida gota seguía escullando; escurriéndose calmosa, como a cámara lenta, del caño de la fuente, y de ahí la estalagmita. Ese día iniciamos la marcha (8:45 h) con unos casi “bonancibles” -6 grados, en comparación con jornadas previas (hasta -11 grados). Pero, sorprendentemente, cuando terminamos (hacia las 13 h), la temperatura era todavía de sólo +1 grado. De hecho, ningún día previo tuve tantas dificultades en mis agarrotados dedos para apretar el disparador de la cámara fotográfica...
A pesar de la temperatura (o gracias a ella), el día era ideal para caminar a buen ritmo y disfrutar de la naturaleza; mejor en las zonas con sol que en las de umbría. Éstas se fueron reduciendo a medida que el sol levantaba perezosamente el vuelo. El entorno paisajístico, una vez encaramados a las medianías del monte, es ciertamente bonito. El paseo a través del bosque a lo largo de la ida es muy agradable, si bien bastante homogéneo durante varios kilómetros. El bosque sólo permite vistas exteriores en algunos tramos, mejor subiéndose a alguna elevación lateral, que no se deben desaprovechar. Desde esas suaves atalayas pueden contemplarse panorámicas del norte, como los Montes Obarenes; del oeste, como los Montes de Oca; y del sur, como los picos de la Sierra de la Demanda.
Ahora bien, donde realmente explosiona la belleza paisajística es al terminar el bosque y desembocar de pronto en la balconada que da al Valle de San Vicente. Allí parece imposible que el caminante, particularmente en un día luminoso como éste, no se quede extasiado con la calma del ahondado y amplio valle, y las imponentes cimas nevadas de la Sierra de la Demanda como cercano telón de fondo. Ahí emergen altivos los más elevados 'picos dosmiles’, como el Trigaza, en una perspectiva algo sesgada, el San Millán, dominador en primer plano, o el Cabeza Aguílez; incluso, siguiendo el cordal, hacia el este, se yergue el más espigado de todos, al parecer (no tengo seguridad al respecto), el pico San Lorenzo, ya riojano.
Da pena abandonar esa posición de privilegio. Así que remoloneamos a un lado y otro buscando impregnarnos de la esplendidez del paisaje, resistiéndonos a reanudar la marcha para retornar. Nos parece que nada de lo que venga después podrá igualar esto… Pero nos equivocamos. En suave descenso, todo el bosque, en especial sus hayedos, y los aledaños y el lecho del arroyo Trambasaguas, son también extraordinarios; no esperábamos tanto. Hay bastante mayor variedad vegetal, exuberancia, y contrastes que en el bosque recorrido por el lomo al venir, en la primera mitad. No hay vistas exteriores, pero el propio entorno interior proporciona todo lo necesario como para no echarlas de menos. Como a veces digo, “si esto es así ahora (ej., en pleno invierno, o en verano), ¡dios, cómo será en otoño”! Habrá que verlo.
A pesar de lo relativamente apartado de la ruta y los rigores invernales, fue uno de los días donde vimos más gente; aun así, poca (y bienvenida; y motivo de anécdota). Primero, los dos madrugadores corredores no sobrados de aliento en las rampas iniciales, ya mencionados. Un poco más arriba, al iniciarse el bosque, un grupo de hombres jóvenes, también en buena forma y con aspecto militar, parecían prepararse para algún tipo de prácticas (aunque nunca oímos un tiro). Al pasar junto a uno de ellos, se sobresaltó por nuestra aparición inesperada; también son humanos. Más tarde, ya en la parte baja del descenso, nos cruzamos con otro corredor solitario (“hola y buen día”, sobre la marcha). Y, finalmente, dos km antes de Belorado, intercambiamos unas palabras con un caminante elegantemente equipado para esa finalidad, aprovechando ya el generoso +1 grado de temperatura en el final de la mañana.
Etiquetaremos, pues, la ruta como “de los atletas”. Así elevaremos también nuestra propia autoestima, incluyéndonos en el paquete y atribuyéndonos mérito con inmodestia. Ese fue todo el contacto humano; y eso que era domingo y que nos encontrábamos entre las curtidas gentes burgalesas acostumbradas a los rigores. Benditos parajes.
Waypoints
Comments (2)
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Information
Easy to follow
Scenery
Moderate
Preciosa ruta muchas gracias por compartirla
Gracias, vicman55. Sí, la recordamos como una ruta estupenda.