Sendero Fuente de los Morales (PR-A 276)

Para llegar al inicio de la ruta en el municipio de Monda es por la carretera A-355
Marbella-Coín-Cártama, o bien, por el norte,
desde Guaro, a través de la A-7100.


La ruta también nos llevará hasta fuente
de los Morales, localizada en un bello pa-
raje natural rodeado de las huertas de Al-
pujata, donde acuden numerosos vecinos
para beber de sus frescas aguas.
Para realizar este
recorrido se parte
desde la plaza de la
Ermita, céntrica
plaza del pueblo donde
se erige una estatua que
homenajea a los carboneros mondeños.
Sobre los campos circundantes del municipio
cubiertos de olivares, almendrales, huertos y
tierras de labor se eleva el imponente casti-
llo de Monda.Tras abandonar el pueblo y
atravesar por un pequeño túnel la carretera,
nuestro andar nos lleva a través del antiguo
camino, que en su primer tramo se encuentra
hormigonado, y que conduce al paraje de
Alpujata donde las laderas han sido transfor-
madas en terrazas para el aprovechamiento
del cultivo. Aún perduran las acequias como
medio de transporte del agua que riega las
huerta.
Pronto llegamos a
un cruce donde el
camino se divide
en tres, de los
que tomaremos el
del medio. Tras unos
1.500 metros entre oliva-
res y huertas, llegaremos a la fuente de los
Morales. Esta fuente, muy visitada por
la gente del lugar por sus preciadas aguas
ferruginosas, se cobija bajo la sombra de un
enorme quejigo, árbol de la misma familia
que las encinas, pero que solo crece en zonas
umbrías y húmedas. Por todas estas lomas
observamos al tercer representante de las
quercíneas; nos referimos al alcornoque. Este
árbol ha supuesto desde tiempos lejanos un
importante recurso forestal, ya que de él se
extrae el corcho.
De vuelta, recorremos el mismo camino hasta llegar de nuevo a la Plaza de La Ermita donde iniciamos la ruta.

La memoria del paisaje

Cada paisaje puede ser interpretado como una me-
moria de la historia natural y humana del territorio.
La notable diversidad paisajística de Alpujata nos
informa de las actividades que han desarrollado
los hombres, como la agricultura y la ganadería.
A ello contribuyen las sierras calizas repobladas
por frondosos pinares y preñadas de hornos de cal;
sierras pardas ricas en minerales férricos, donde
abundan los alcornoques y los quejigos, y cuyo uso
tradicional ha sido el de la extracción del corcho y
el aprovechamiento silvícola; tierras de sustratos
más arcillosos, destinados a cultivos de secano
como el olivo y el almendro que mediante bancales
escalan las pronunciadas laderas, y de regadío, de
honda tradición islámica, surcados sus bancales por
cientos de acequias que conducen frescas y canta-
rinas aguas tomadas del arroyo de Alpujata, donde
antaño iban las mujeres del pueblo a lavar la ropa
mientras cantaban o contaban chascarrillos.