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Sendero histórico, industrial y eco-paisajístico por tierras peñalveras

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Trail stats

Distance
6.19 mi
Elevation gain
643 ft
Technical difficulty
Easy
Elevation loss
643 ft
Max elevation
3,189 ft
TrailRank 
25
Min elevation
2,743 ft
Trail type
Loop
Coordinates
65
Uploaded
May 2, 2016
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near Peñalver, Castilla-La Mancha (España)

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Itinerary description

Ruta publicada en Peñamelera - número 18 (Agosto 2008) por Doroteo Sánchez Mínguez

Desde un tiempo a esta parte se ha puesto de moda, afortunadamente, el caminar. Raro es la zona o el pueblo de nuestra geografía que no cuenta con una red, más o menos extensa, de senderos que nos marca el camino a seguir para, al tiempo que movemos las piernas, activamos el corazón, acción de vital importancia en estos tiempos caracterizados por el sedentarismo total. Gracias a esta actividad podemos conocer tierras, lugares, enclaves llenos de bonitas sugerencias históricas, y lo que es más importante, nos lleva a introducirnos en la Naturaleza para conocerla mejor – sólo se ama lo que se conoce- y por ende, proporcionarle todos los medios a nuestro alcance para su cuidado y conservación.
Para ponerme a la moda (siempre he caminado, camino y caminaré mientras pueda) voy a permitirme la licencia de marcar un itinerario que he recorrido en multitud de ocasiones y que desde hace mucho tiempo no había realizado.
En este camino, que me parece único, de poco más de 12 km de distancia, se encuentran la mayor parte de los principales enclaves de la historia peñalvera, inmersos, todos ellos, en una Naturaleza variada y suave, montaraz a veces, casi virginal en algunos tramos, por veredas perdidas, sin hollar por el hombre varios lustros.
Me gustaría que, vosotros paisanos y visitantes -¿por qué no?- os animéis a hacer este recorrido y lo paséis la mitad de bien, por lo menos, que lo que lo pasé yo antaño y hace unos pocos días, cuando repetí tan gratificante experiencia.
Vamos a empezar la ruta desde la ‘plaza Grande’ –de España-, lugar que dice la copla:
Esta es la Plaza, la Plaza,
Ésta es la Plaza y no hay otra,
Donde se corren los toros
Y se juega a la pelota.
Plaza que es el centro neurálgico del pueblo, en el que se juntan el centro religioso –iglesia-, administrativo –Ayuntamiento-, económico –Caja de Ahorro Provincial, tienda de comestibles-, cultural –Museo de la Miel, hace unos años escuelas y la central de telefónica- y centro lúdico como dice la copla, por hallarse en ella los dos bares con los que actualmente cuenta el pueblo. La escultura al Mielero Alcarreño se halla situada en una zona visible, y recuerda a visitantes y oriundos el pasado errante de los vecinos de la localidad. Obra de Parés, fue instalada en el año 1994.
Partimos de la emblemática plaza por la Calle de Santa María, para iniciar el camino de esta ruta senderista. A la izquierda continúa la ladera en la que se asienta el pueblo, con más inclinación si cabe, que en el tramo precedente. La ladera termina bruscamente, rematada por un alto promontorio vertical de roca caliza blanca que, precisamente, da nombre al pueblo: Peña-Alba, Peña-blanca –Peñalver- y que en tiempos pasados se escribía con B.
Sobre esta arriscada cornisa se levantó el castillo. Este castillo era de grandes dimensiones y no se sabe nada de su fundación. En la relación que mandó el pueblo a Felipe II en 1580 se decía:
‘que en dicha villa hay una fortaleza muy fuerte con muchos cubos y un pedazo de torre comenzada, muy grande, que está en lo alto del pueblo’. Perteneció a la poderosa orden monástico-militar de Calatrava y fue cabecera de importante encomienda. En él se entrevistaron Sancho IV el Bravo y el rey aragonés, según una curiosa anotación del libro de cuentas del rey de Castilla: ‘Setecientos noventa y un maravedíes, seis sueldos y ocho dineros gastados en Peñalver, jueves, veintidós de enero de mil doscientos noventa y tres , cuando estuvo el rey’. Por la fecha el rey aragonés no pudo ser Pedro III, enemigo de Sancho, sino Jaime II, aliado en la toma de Tarifa -1291- que sucedió a Pedro III en 1291. Hoy, su patio de armas está convertido en cementerio y , de su antigua grandeza, sólo queda un trozo de torre, unos muñones a ras de tierra de lo que fueron los cubos, y la pared central ocupada por nichos de enterramientos.
Seguimos por Valdecuevas, con sus laderas llenas de bodegas en la actualidad abandonadas, y tras coronar un breve repecho, llegamos al llano. A la derecha, muy cerca del camino, se destaca la cumbre redondeada de un cerro testigo, en la que crecen chaparros, robles, enebros y otras plantas de menor porte. Poco más allá tomaremos el barranco del ‘Bon’ -¿bueno?- por una senda perdiguera, marcada en la inclinada pendiente descendemos hasta cerca del camino de la Vega.
A la izquierda sale una vereda engañosamente amplia que muy pronto se estrecha y desaparece y empieza el ‘caminante no hay camino, se hace camino al andar’. Rodeados por robles por todos los lados llegamos a la Hontanilla -¡Qué nombre más bonito!-. Allí hay una fuentecilla que brota del suelo, hace mucho tiempo cuidada por los naturales, donde ‘a pechos’ se podía beber de su fresca agua. Hoy la Hontanilla está impracticable y la zona abancalada de la parte inferior están yermos y los seis u ocho nogales , antaño fuertes y vigorosos, hogaño, abandonados por el hombre, están casi secos y perdidos. ¡La Naturaleza ha vuelto por sus fueros invadiendo, con zarzas y robles, todo el entorno!
Desde aquí prácticamente, la senda se pierde, se inicia un laberinto de trochas entrecruzadas que no conducen a ningún lugar. Pasamos por debajo del cerro de la Orihuela. Aquí, en una senda angosta que cruzaba el barranco, se hacía el contadero de reses. Dejamos el robledal para salir a los Hoyos y, por un camino marcado con una maquina niveladora, nos llegamos al Vallejo, al pie de la ‘Cueva de los Hermanicos’.
No se conoce ninguna tradición medianamente creíble sobre el origen de la misma. Seguramente sirvió de catacumba donde se reunían los cristianos en tiempos de persecución. Una vez que las huestes del Cid conquistaron todas estas tierras pudieron celebrar públicamente sus cultos y edificaron sobre ellas. Así lo demuestran los restos de paredes y trozos de tejas que se encuentran por los alrededores. Muy cerca de la misma existen, completamente cegadas, otras que muy bien pudieran ser salidas de emergencia. También pudo ser un lugar de penitencia de frailes más austeros, donde se retiraban buscando mayor soledad y una mayor rigidez en su ya severa regla franciscana, oun sitio de prevención y castigo donde desterraran a más díscolos.
La bóveda de la entrada está adornada con trozos pequeños de piedra de toba. En la galería, divida en dos ramas, más alargada la de la izquierda, se ven los restos de dos altares adornados también con toba y estalactitas procedentes de una próxima cueva, sita sobre el arroyo del Vallejo. Rodeando esta cueva se ven los restos de unos muros muy gruesos de calicanto de lo que debió ser una huerta de los eremitas. (‘Pasado, presente y futuro de Peñalver’. Trabajo escrito por el autor de esta ruta de senderismo, en el año 1963’)
Bajamos de la cueva de los Hermanicos a otra cueva, esta junto a un alegre y cantarín salto de agua. Esta gruta tiene la particularidad de conservar restos muy deteriorados de estalactitas.
Descendemos, paralelos al arroyo, por el camino del Vallejo, también conocido como el ‘Barranco de los Cubos’, y tras menos de 1 km, llegamos a la conocida confluencia con el río Pra. A pocos metros de esta unión había un enorme árbol del paraíso, que daba nombre al lugar, por donde se cruzaba a la orilla de la solana.
A menos de doscientos metros, con dirección a Tendilla, se encuentran las ruinasdel Tejar de Peñalver. Este funcionó hasta la cuarta década del siglo pasado. En la página treinta y cinco de ‘Tejas y tejares de la provincia de Guadalajara’, escrito por Juan Castillo Ojugas, se lee: ‘el único tejar que se ha podido entrar en el interior de la caldera, ha sido el tejar de Peñalver’. Entraron Benjamín Rebollo Pintado y José Enrique García Mínguez.
Desandamos lo andado y, por el camino de la Solana, senda perdida en ocasiones –senderismo más completo realmente que si caminásemos por el de la Umbría, camino perfectamente acondicionado- nos dirigimos, aguas arriba, en dirección a Peñalver. Pasado el Minguete llegamos a dos canteras de yeso abandonadas del Tío Tarea –ignoro cómo se llamaba- consistente en una explotación subterránea, formada por una cueva con dos galerías paralelas, apoyadas en unas columnas centrales. En la actualidad la entrada se encuentra cegada por desprendimiento de tierras. Junto a esta cantera se en encuentra la del Tío Perús, Pedro Sánchez de Obispo, ésta a cielo descubierto. En ella se conservan restos de dos hornos donde se cocía el mineral, muy rico en espejuelo o mica de asno, y una era empedrada donde se majaba con macetas y se trituraba con un rollo de piedra, una vez cocido.
Proseguimos la marcha hacia la ‘Fuente de la Higuera’, donde todavía se una minúscula presa –estanque- para regar. A continuación enfilamos por un camino, en la actualidad completamente liso, pero que antaño parecía ondulado por los surcos producidos por las huellas de las pisadas de las mulas que transitaban con mucha frecuencia por él, en tiempo seco y con el suelo embarrado, hasta el ‘Pasadero’. Había un olmedal tan espeso que el sol no penetraba a ninguna hora del día, ni en la suave primavera, ni el ardoroso verano.
Seguimos por este camino y, a poco menos de medio km, cruzamos por un puentecillo construido en el antiguo ‘Pasadero’ –coladores-, piedras colocadas en el cauce para vadear con mayor comodidad el menguado arroyuelo. Un poco más arriba vamos a encontrar un hermoso arce y a continuación llegamos a la unión del camino de la Vega con el Barranco del Bon. Pasamos de nuevo a la Solana para visitar la Fuente de la Pecadora. Alrededor de ella se ha habilitado una amplia y cómoda terraza-merendero equipada con unas mesas que, en su día, fueron los cónicos molones del desaparecido Lagar. Tomamos un trago de refrescante agua, con fama de medicinal, y descansamos brevemente en sus confortables bancos.
Reiniciamos la marcha. A nuestra izquierda dejamos el imponente tajo de la Peñamelera, que forma un alto precipicio de piedra caliza y blanda. A sus pies se encuentra la Fuente Benito. Un poco más arriba está el Barranco de la Retortilla y, en su desembocadura, las ruinas del Rulo –molino aceitero-. A metros estaba la alquitara en la que se destilaba ña casca y el vino para obtener el mejor orujo de la comarca:
La sal se saca en Imón
Y el anís en Peñalver.
Las mocitas más saladas
de Balconete han de ser.
Y junto a ella, la Fuente de la Canaleja, en la actualidad el centro de captación de agua potable para el suministro del pueblo.
De nuevo cruzamos el río por el puente. El arco del ojo del mismo está construido con piedras de sillería perfectamente labradas y ensambladas. Desde la parte superior al cauce mide algo más de tres metros de altura. La distancia entre los estribos es de dos metros y ochenta centímetros. Los pretiles miden noventa centímetros y están rematados por piedra labradas en forma de albardilla. La distancia entre ambos es de aproximadamente tres metros.
A muy pocos metros se encuentra el ‘Rollo’ – Picota-. Es un obelisco cilíndrico ubicado a la salida del pueblo, en dirección norte, junto a la puerta de la muralla. Sobre una base en forma de grada, de cuatro escalones circulares, se levanta el cilindro de piedra. En un ensanchamiento en la parte superior presenta una especie de falso capitel con unos salientes en forma de canecillo, y sobre ellos, los escudos pertenecientes a la Orden de San Juan de Jerusalén y a los Juárez de Carvajal, con sus motivos heráldicos casi borrados por el paso del tiempo. Como remate, tiene una especia de cono truncado.
Este monumento recuerda la fecha en la que Peñalver, allá en por los comienzos del siglo XVI, tras no pocas batallas legales y no menos algaradas subversivas logró, por fin, sacudirse el yugo opresor de los Juárez de Carvajal y ganar para su pueblo el honroso y soñado título de Villa. Desde entonces, los peñalveros pudieron elegir sus propias autoridades, y estas, administrar según la Ley, con autonomía propia y sin soportar onerosas injerencias extrañas.
Más que para ejecutar a los reos, debió servir para exponerlos a la vergüenza pública. Su ejecución –si es que hubo alguna- debió realizarse en el sitio que, a las afueras del pueblo, aún se denomina ‘Cuesta de la Horca’.
Metidos ya en el pueblo, al final de la Calle Mayor –de En medio- , por el número 105 llegamos a la calle de la Peña. Con este nombre ya era conocida en 1752. En sus inmediaciones había una carnicería. Tiene un desnivel muy pronunciado, tanto que, cuando las rondas, muy populares y frecuentes hace años, pasaban por allí, casi siempre algún jotero cantaba:
Qué cuesta tan penosilla,
que al subirla me reviento,
pero tengo una morena
que me ayuda con su aliento.
Allanamos en Santa María, nuestro punto de partida. Descansamos un momento, y tomamos un refrigerio en cualquiera de los dos bares cercanos, mejor en los dos, para recuperar las fuerzas perdidas.

Waypoints

PictographMonument Altitude 2,995 ft

Picota

PictographBridge Altitude 2,966 ft

Puente

PictographFountain Altitude 2,966 ft

Fuente de La Canaleja

PictographFountain Altitude 2,953 ft

Fuente Benito

PictographFountain Altitude 2,936 ft

Fuente de La Pecadora

PictographFountain Altitude 2,940 ft

Fuente de La Higuera

PictographMine Altitude 2,825 ft

Cantera de yeso

PictographFountain Altitude 3,081 ft

Fuente de El Minguete

PictographMine Altitude 2,769 ft

Tejar

PictographCave Altitude 2,986 ft

Cueva del Río y Vallejo

PictographCave Altitude 3,028 ft

Cuevas de los Hermanicos

PictographMountain pass Altitude 3,022 ft

Los Hoyos

PictographIntersection Altitude 3,031 ft

La Orihuela

PictographFountain Altitude 2,995 ft

Fuente de la Hontanilla

PictographSummit Altitude 3,130 ft

Barranco del Bon

PictographSummit Altitude 3,189 ft

Cerro testigo

PictographRuins Altitude 3,150 ft

Castillo

PictographSummit Altitude 3,140 ft

Valdecuevas

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