Sendero Minero de Juarros ( San Adrián de Juarros)

Cuenta la leyenda popular que el descubrimiento de carbón en la zona se debe a un vecino de San Adrián, Ramón Andrés, que en el pago de Los Camarillos en 1844 encontró el carbón. La leyenda tiene pocos visos de realidad puesto que ya desde antes se conocía la existencia de carbón en Juarros.
La historia minera de la zona comienza en 1841 y termina en 1970, con unas producciones totales de 4600 toneladas anuales en los primeros 40 años del siglo XX y casi 10.000 toneladas en 1970.
En 1862 se describe que en los pueblos de San Adrián de Juarros y Brieva se explotaba carbón, y que en San Adrián están las minas Juarreña, Confitera y Esmeralda.
En esta época la mayor parte del carbón de la zona es usado en Burgos, para dos fábricas de papel, una de hilados en hornos de alfarería y en calderas, y que existían lavanderas que lo empleaban para calentar las coladas. Aunque gran parte se utilizaba para la fábrica de gas de alumbrado.
El problema del carbón en la comarca de Juarros, consistía en su calidad inferior al de otras zonas cercanas como Palencia, León o incluso el carbón inglés. La única manera de que fuera competitivo era mediante un transporte rápido y barato. Por eso mismo, la empresa que explotaba la Juarreña, comenzó un estudio sobre la posibilidad de realizar un tranvía para transportar el carbón a Burgos, proyecto que no fue llevado a cabo. En 1917 el Ingeniero Don Ignacio Patac visita las minas para su estudio, reactivando las esperanzas de muchos industriales, lo cual se puede ver en las numerosas concesiones mineras que se solicitaron y la creación de la sociedad Ferrocarriles y Minas de Burgos. En 1921 el estado suspende temporalmente las concesiones, y declara su propio interés, realizando varios sondeos. Diversas circunstancias hacen que rápidamente se abandone todo trabajo. Durante los años 40 y 50, la minería pasa por muchos altibajos en su explotación, utilizándose la mayor parte del carbón para la ciudad de Burgos. Algunas minas continuaron hasta finales de los 60, pasando la propiedad de los pozos de San Adrián de la sociedad Ferrocarriles y Minas de Burgos a una sociedad llamada IBERCOMINSA.