Sepúlveda y Hoces del Duratón. La senda de los dos ríos (Duratón y Caslilla)

Sepúlveda muestra evidencias de ocupación humana desde segunda edad de Hierro, cuando existía un oppidum celtibérico en la zona, del que formaría parte la necrópolis de La Picota. En el siglo I a.C el territorio fue conquistado por los romanos, que fundaron una nueva ciudad cerca de Duratón; en ese tiempo posiblemente Sepúlveda era solo una aldea, pero en las cercanías hubo varios santuarios romanos (en Puente Talcano, Cueva Labrada y Puente Giriego). Durante la ocupación visigoda, Duratón entra en declive y pasa a ser sólo una aldea, pero no está claro si Sepúlveda inicia su desarrollo en esa época, aunque sí lo hace en época medieval, tras encargar el rey a Fernán González la repoblación del territorio, buscando estabilizar la zona cristiana más allá del Duero.
En los años siguientes se sucedieron las conquistas moras y reconquistas cristianas, hasta que en 1010 la villa es tomada definitivamente por Sancho García. De aquellas épocas queda el fuero de Sepúlveda, confirmado después en varias ocasiones, y que sería otorgado más tarde a otras poblaciones, como Zaragoza, Teruel, Uclés y otras poblaciones de la Orden de Santiago.
En tierras de Sepúlveda sucedio, en 1111, la batalla de Candespina que dió lugar a la independencia de Portugal y la incorporación de Sepúlveda a la corona aragonesa.
Durante la guerra de las Comunidades de Castilla, Sepúlveda decidió desentenderse de la guerra, sin responder a las peticiones de ayuda de unos y otros. Durante la guerra de la Independencia Sepúlveda fue asediada por las tropas francesas y en su territorio actuó el Empecinado que tenía su base en cuevas del Cañón del río Duratón. Durante la Guerra Civil fue puesto de mando de las tropas que controlaban el paso por el puerto de Somosierra

Esta es una ruta mixta: tiene una parte urbana (Sepúlveda tiene mucho que ver) y una parte formada por un recorrido circular por pistas y sendas que recorren parte del Parque Natural de las Hoces del Río Duratón. Para hacer el recorrido en grupos mayores de 20 personas es necesario solicitar autorización en la Casa del Parque.
Desechando el lugar de comienzo oficial, comienzo a caminar en la puerta del Museo de los Fueros, en dirección al santuario de la Virgen de la Peña, aunque antes me desvío a la izquierda un trecho para ver la parte alta de la ciudad (a obviar si se quiere, porque es mejor hacerlo cuando se visite la iglesia de el Salvador). El santuario de la Peña es una construcción románica del siglo XII de gran interés monumental, y junto al cual se puede acceder a un interesante mirador y a la cueva donde se dice que se apareció la Virgen de la Peña. Desde aquí, justo a la derecha del Cuartel de la Guardia Civil, comienza un sendero que se dirige a la Puerta de la Fuerza, pasando por el Vía Crucis de Sepúlveda; esa puerta da acceso al valle de Valdeparaíso, en el fondo del cañón, pasando por una antigua calzada romana. Al llegar al fondo atravesamos el puente de Picazos para llegar al lado derecho del río. A partir de aquí el cañón se estrecha más y mas, y el camino sube por la pared derecha del cañón en una zona con escalones y barandillas de madera, para seguir por una no muy larga faja hasta llegar al otro lado de la estrechez, donde el valle se ensancha y encontramos la presa de la fábrica de Luz, los restos de las construcciones de dicha fábrica y el puente de Talcano, de origen romano y sobre el que pasaba una calzada romana. Desde aquí seguimos hacia el aparcamiento, pasado el cual giramos a la izquierda, a la derecha de la Silla de Caballo, para dirigirnos al Puente de Palmarejos; el río que pasa a nuestros pies es ahora el Caslilla, afluente del Duratón al que se unirá no muchos metros más adelante. Tras cruzar el puente acompañamos al Caslilla algunos metros, mientras tomamos altura para llegar a la Puerta del Castro, desde donde ya vemos cada vez mejor Sepúlveda, hacia la que nos dirigimos siguiendo el curso del antiguo paseo de ronda, a las afueras de la muralla de la ciudad, de la que sólo quedan algunos vestigios. Llegamos por ella a la Puerta de Duruelo, donde se puede optar por tomar las escaleras de la izquierda para hacer el recorrido urbano que sigue, o bien continuar por la ribera del río Caslilla, pasando por las antiguas huertas, para llegar a la Puerta del Río y finalizar en la antigua carretera de entrada a Sepúlveda.
Yo escojo subir por las escaleras y visitar el conjunto monumental de Sepúlveda, declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1951, donde destacan una serie de construcciones medievales de gran interés. Tal vez lo más importante son las iglesias románicas: el Salvador (del siglo XI, paradigma del románico castellano), de San Bartolomé, de los Santos Justo y Pastor (donde ahora se ubica el Museo de los Fueros), de Santiago (donde ahora está la Casa del Parque) y el propio santuario de la Vírgen de la Peña. No son despreciables en absoluto la Casa del Moro (o de los Proaño), el castillo y torreones de la Plaza de España, la antigua cárcel o las diferentes puertas de la ciudad (hemos visto varias antes, durante el circuito por los dos ríos, pero aún nos quedan la Puerta del Azogue, o Arco del Ecce Homo, y la Puerta del Río). Si se quiere completar el listado de monumentos importantes, debe visitar también los Arcos de la Judería y los restos de la muralla árabe (con trozos que pueden ser visigóticos en la zona más cercana al río) en la Barbacana y el Postiguillo. Para organizar la visita a todos ellos puede utilizar los mapas que le darán en Turismo o cualquier hotel, o ir por libre vagando por las calles de una bella población de bien mantenida arquitectura medieval. De vez en cuando puede pararse a tomar algo; no olvide que el cordero tiene aquí bien ganada fama, al igual que los dulces de El Castillo, donde la crema pastelera alcanza un nivel excepcional.
En fin, que no solo hay caminos en el senderismo y se pueden encontrar muchos alicientes en sitios como Sepúlveda. Esta es una ruta muy, muy, muy recomendable. Realmente merece, y mucho, la pena.