Serantes, por los viejos caminos de mi padre
near Santurce, País Vasco (España)
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SERANTES
POR LOS VIEJOS CAMINOS QUE ME ENSEÑÓ MI PADRE
Martes 13 de noviembre de 2012.
Hacía mucho, mucho tiempo, demasiado quizá, que no subía al Serantes.
Este es el monte donde empecé a andar. Decía mi padre que con sólo año y medio ya subí hasta su cima.
En esta ocasión me propongo recordar aquellos caminos por los que paseé con él.
Por eso salgo desde la Plaza de Mamariga, junto a la Iglesia Virgen del Mar, para dirigir mis pasos hacia el depósito de agua y coger allí la carretera que asciende, dando vueltas y vueltas hasta la misma cima.
En mi caso al llegar a la altura de los Castaños me detengo a recordar viejos olores a huerta, tierra, frutas… En seguida al llegar a la revuelta me salgo y enfilo todo recto hasta el Polvorín, también llamado el Mazo, en cuya cima están los restos de fortificaciones militares del siglo XIX aprovechadas para ser almacén de munición cuando la guerra de cuba.
Mi padre recordaba, ya de mayor, que por aquí, bajo los jaros de esta zona, se escondía cuando, cuidando las vacas, veía venir los aviones durante la guerra civil.
De aquí bajo a coger el camino de la fábrica la pólvora, hoy desaparecida y que estaba cerca de Sanfuentes, por encima de Ugaldebieta, pero en seguida me desvió y subo dirección a las peñas de Serantes, por cierto antiguamente llamado “Sarantes” ( así llaman a los altozanos cerca del mar en Galicia y Asturias), por el camino intento localizar sin éxito lo que mi padre llamaba la cueva de los caballos, pequeño refugio donde cobijarse en caso de lluvia, que estaba por debajo del fuerte.
Continuo camino a media ladera ascendiendo por la vertiente sur hasta llegar a la cueva de las estalactitas, que si localizo, justo al comenzar la zona quemada hace unos meses.
Hasta aquí solía traerme a menudo mi padre para entrar a ver las curiosas formaciones.
Sigo camino hasta la cueva Mayor, cuantas veces habré bajado con él…
Aquí casi siempre me contaba la leyenda de que era la boca de un volcán, luego me enteré que efectivamente en su momento se mandó investigar si había restos volcánicos en la zona, que claro está no encontraron. La leyenda en realidad era la de que si bajabas a la cueva los días de tormenta oías las olas del mar pues esta cueva se comunicaba con una que había justo en la zona del Calero, en la zona de playa que había junto al bar Las Rocas.
Luego visito la cueva Menor o del Pastor, convertida hoy en un basurero donde tengo la sensación comenzó el fuego que provocó el incendio del sur de Serantes.
Aquí me perdí un poco al buscar el camino que por el norte baja a la zona del fuerte pues recordaba que salía de allí mismo y en cambio sale un poco más arriba del cordal, pero una vez encontrado me lleva sin problemas pasando por zona de bosque joven y autóctono, son avellanos, castaños, arces…
Una vez llegado al fuerte encaro el repecho que sube al Torreón, las vistas son magníficas.
Para bajar elijo la pista-carretera hasta el Fuerte, fue construido en la zona denominada Nueve Cruces, en 1880, con forma de pentágono y con más de 7.000 metros cuadrados alojaba tropas, oficiales, gobernador… precisamente un poco más abajo nos encontramos la Cueva del Capitán, que como dice la leyenda debe su nombre a que allí se cayó el capitán de las tropas con su caballo cuando subía en una alocada cabalgada.
A partir de aquí la bajada será bastante recta, pasando por la zona de Las cárceles y volviendo a coger la carretera para visitar de nuevo la zona donde mi padre tuvo huerta, y volver a oler, recordar, pensar…
Por último cojo el camino que me lleva derecho al depósito y a Mamariga, de vuelta a casa, eso sí, con la firme promesa de no dejar pasar tanto tiempo sin pisar los caminos que mi padre me enseñó.
POR LOS VIEJOS CAMINOS QUE ME ENSEÑÓ MI PADRE
Martes 13 de noviembre de 2012.
Hacía mucho, mucho tiempo, demasiado quizá, que no subía al Serantes.
Este es el monte donde empecé a andar. Decía mi padre que con sólo año y medio ya subí hasta su cima.
En esta ocasión me propongo recordar aquellos caminos por los que paseé con él.
Por eso salgo desde la Plaza de Mamariga, junto a la Iglesia Virgen del Mar, para dirigir mis pasos hacia el depósito de agua y coger allí la carretera que asciende, dando vueltas y vueltas hasta la misma cima.
En mi caso al llegar a la altura de los Castaños me detengo a recordar viejos olores a huerta, tierra, frutas… En seguida al llegar a la revuelta me salgo y enfilo todo recto hasta el Polvorín, también llamado el Mazo, en cuya cima están los restos de fortificaciones militares del siglo XIX aprovechadas para ser almacén de munición cuando la guerra de cuba.
Mi padre recordaba, ya de mayor, que por aquí, bajo los jaros de esta zona, se escondía cuando, cuidando las vacas, veía venir los aviones durante la guerra civil.
De aquí bajo a coger el camino de la fábrica la pólvora, hoy desaparecida y que estaba cerca de Sanfuentes, por encima de Ugaldebieta, pero en seguida me desvió y subo dirección a las peñas de Serantes, por cierto antiguamente llamado “Sarantes” ( así llaman a los altozanos cerca del mar en Galicia y Asturias), por el camino intento localizar sin éxito lo que mi padre llamaba la cueva de los caballos, pequeño refugio donde cobijarse en caso de lluvia, que estaba por debajo del fuerte.
Continuo camino a media ladera ascendiendo por la vertiente sur hasta llegar a la cueva de las estalactitas, que si localizo, justo al comenzar la zona quemada hace unos meses.
Hasta aquí solía traerme a menudo mi padre para entrar a ver las curiosas formaciones.
Sigo camino hasta la cueva Mayor, cuantas veces habré bajado con él…
Aquí casi siempre me contaba la leyenda de que era la boca de un volcán, luego me enteré que efectivamente en su momento se mandó investigar si había restos volcánicos en la zona, que claro está no encontraron. La leyenda en realidad era la de que si bajabas a la cueva los días de tormenta oías las olas del mar pues esta cueva se comunicaba con una que había justo en la zona del Calero, en la zona de playa que había junto al bar Las Rocas.
Luego visito la cueva Menor o del Pastor, convertida hoy en un basurero donde tengo la sensación comenzó el fuego que provocó el incendio del sur de Serantes.
Aquí me perdí un poco al buscar el camino que por el norte baja a la zona del fuerte pues recordaba que salía de allí mismo y en cambio sale un poco más arriba del cordal, pero una vez encontrado me lleva sin problemas pasando por zona de bosque joven y autóctono, son avellanos, castaños, arces…
Una vez llegado al fuerte encaro el repecho que sube al Torreón, las vistas son magníficas.
Para bajar elijo la pista-carretera hasta el Fuerte, fue construido en la zona denominada Nueve Cruces, en 1880, con forma de pentágono y con más de 7.000 metros cuadrados alojaba tropas, oficiales, gobernador… precisamente un poco más abajo nos encontramos la Cueva del Capitán, que como dice la leyenda debe su nombre a que allí se cayó el capitán de las tropas con su caballo cuando subía en una alocada cabalgada.
A partir de aquí la bajada será bastante recta, pasando por la zona de Las cárceles y volviendo a coger la carretera para visitar de nuevo la zona donde mi padre tuvo huerta, y volver a oler, recordar, pensar…
Por último cojo el camino que me lleva derecho al depósito y a Mamariga, de vuelta a casa, eso sí, con la firme promesa de no dejar pasar tanto tiempo sin pisar los caminos que mi padre me enseñó.
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Comments (5)
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Es curioso cómo esos paseos infantiles muchas veces no se empiezan a valorar hasta que pasan muchos años, y entonces queremos recuperar sonidos, olores, sensaciones... a mi me pasa algo parecido con muchos lugares.
Bonita excursión compañero. Un saludo.
Pues todo lo que as descrito es exacto como yo lo recuerdo.
Yo naci en regales y el serantes era como mi segunda casa.
El viernes pasado hice esta ruta de kabiezes hasta la cueva del capitan corriendo, la hice tantas veces andando que siempre quise hacerla corriendo y por fin lo hice.
Que recuerdos,cada curva,cada kilómetro que corresponde es una sensación que te lleva a la infancia.
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Information
Easy to follow
Scenery
Easy
Es una ruta recomendable para todas las personas.
El acceso es bueno,tanto por pista como caminos de tierra,campa.
Si no la habéis echo os la recomiendo,y como no,a los que como yo nacimos al lado y necesitan encontrarse de nuevo con su juventud.
Me alegra que disfrutaras con los paseos por Serantes y creo que tienes toda la razón, a veces es necesario volver a pasear el pasado para reencontrarnos con nuestras sensaciones...
Saludos y nos vemos en el monte.
👍👍