SIERRA DE ALOR - ATALAYA DE SAN JORGE

Tiempo en movimiento: 4 h 35'.

Realicé el itinerario en sentido horario.

Aparcamos nuestro vehículo a las puertas del cementerio de San Jorge de Alor y ahí mismo comenzamos a caminar en busca de un carril que nos conduce a la sierra en gradual ascenso.

Llegamos a un cruce donde hay dos paneles informativos, tomando nosotros a la izquierda por senda. Pronto hallamos tres chozos y alcanzamos un mirador, una torreta de vigilancia y el vértice geodésico que marca el punto más alto de la cuerda.

Para hacer el sendero señalizado tendríamos que regresar al cruce y tomar una pista que nos conduciría a la carretera en el extremo norte serrano, pero yo fui más ambicioso y decidí investigar la cordal.

El tránsito por la cuerda a veces es duro, sobre todo en tiempo húmedo, como fue mi caso; es por ello que he calificado la ruta como difícil. En la mayoría de los tramos hay que sortear maleza. Sólo tuve unos metros de ésta muy espesa en la jornada, pero durante casi todo el tiempo hay que apartar ramas, tener cuidado con las que nos traban los pies y sortear peñascos. Hay también pequeñas alegrías, representadas por nuevas veredas que discurren por la ladera este, un claro aliviador y una postrera y deliciosa senda que recompensa todo el esfuerzo realizado monte a través. Ésta se halla tras cruzar un cortafuegos.

Una vez abandonada la senda descendemos a la pista entre olivos. Ésta nos lleva a la carretera, que es estrecha y por la que de vez en cuando discurrimos por su cuneta.

Tras 1'5 km de carretera sorteamos una abierta cancela para ir al cerro que señorea la Atalaya de San Jorge, hoy en estado ruinoso aunque digna aún de visitar.

Descendemos, pasamos un paso canadiense y llegamos a las puertas de un cortijo. Yo había trazado pasar entre sus casas, pero deseché la idea, fui al pueblo, estuve un rato en el bar (saludad a Juan, el dueño, muy simpático, de mi parte, diciéndole que fui el que dormí con la furgoneta en el cementerio) y pronto llegué al camposanto. Otra opción es pasar entre las casas, que se ataja. No hay ningún paso candado.

Arriba, en la cuerda, me dejé guiar por mi instinto. Dejaos guiar por el vuestro y que en ese duro tramo mis pasos sólo os sirvan de referencia.

A finales de abril florece la Rosa de Alejandría en una zona muy concreta de la sierra. Espero que la halléis y que disfrutéis de su hermosura si pasáis en esas fechas.