Asque-Abrigo de Regasens-Alquézar-Pasarelas del Vero-Grutas y Barrancos

La sierra de Guara nos recibe con un frío abrazo por la mañana, que se convierte en un caluroso apretón cuando reina el sol en su azulado cielo. Volvemos a esta bendita tierra para recorrer el nuevo tramo de pasarelas que han añadido un poco más allá de la central eléctrica. Os anticipo que son espectaculares y la sensación de caminar suspendido junto a la pared del cañón , inigualable. Iniciamos el recorrido desde la iglesia de Asque, en sentido antihorario, flanqueados por olivos centenarios, al son de los balidos de ruidosos rebaños de ovejas. Moderno y antiguo recurso, ideal para desbrozar los campos y cubrirlos de nutrientes a la vez. A nuestra izquierda el Barranc de Malpaso, cubierto de vegetación. En la sierra menudean las cabañas de piedra, una de ellas nos indica el sendero hacia el Abric de Regasens, donde recibimos el tratamiento habitual en esta zona, barranco abajo, barranco arriba. A pesar de estar protegido con una reja, no somos capaces de vislumbrar ningún resto de pintura, y optamos por disfrutar de la original perspectiva de Alquezar, encuadrado por las paredes del barranco.
Curiosamente, aunque está a tiro de piedra, tendremos que dar un largo rodeo para llegar hasta el pueblo. Es lo que tiene esta zona, plagada de barrancos por doquier. Descendemos ahora hasta el Barranc de Lumos , sin poder llegar hasta la Balma del Corral debido al nivel del agua. La curiosa silueta del Pont de Villacantal, en forma de "L", nos hace creer por un efecto óptico, que está incompleto. De nuevo barranco arriba, un prolongado ascenso nos lleva al Coll de San Lucas, desde donde disfrutamos de la visión de conjunto del pueblo y su colegiata. Las calles y las casas del pueblo mantienen el estilo medieval y hasta alguna antena de TV se mimetiza con un tono ocre. Descendemos, como no, por las pasarelas semihorizontales del Barranc de Poyuela y visitamos la Balma de Picamartillo en el Riu Vero. Por el primer tramos de pasarelas colgadas, ya hemos transitado en varios ocasiones, pero no por ello dejamos de disfrutar de la experiencia y miramos embobados hacia todos los rincones. poco antes de la Central Eléctrica, el sendero pasa por una especie de cueva natural, formada por el caprichoso azar de la naturaleza. El nuevo tramo de pasarelas nos impresiona, se pierde de vista, oculto por las paredes del cañón, y aquí a más altura , un pensamiento fugaz nos obliga a confiar en el buen trabajo de sujeción llevado a cabo por los operarios. El mirador sobre el río marca el final de este tramo. Desde él , vislumbramos el salto de agua, que formando una pequeña balsa permite bañarse cuando el calor ayuda a soportar la gélida agua. El Pont de Fuendebaños marca el inicio, como no, del barranco arriba correspondiente. Un mirador nos ayuda a despedirnos de Alquézar con un "Hasta pronto, Sierra de Guara".