38. Sierra de La Tesla desde Hoz de Valdivielso
near Hoz de Valdivielso, Castilla y León (España)
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Itinerary description
INDICE IBP de Dificultad de la Ruta
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 98 (para Senderismo): dificultad 'Dura' (en el límite con 'Muy Dura') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 1.062 metros (superior al que estima Wikiloc).
Para esta ruta, nos guiamos por el trazado de Angelbur en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-de-la-tesla-16919463 ), con el apoyo de la información correspondiente en ‘Sendas de Burgos’.
La niebla cubría densamente el valle de Valdivielso. Al iniciar la ruta en Hoz de Valdivielso, un afable lugareño me dijo “Tiempo feo para una excursión; llevamos días así”. Le contesté: “Confíe en mí, despejará y tendremos un día fantástico”. La verdad es que no fui honesto con él; yo jugaban con ventaja: desde el alto de la Mazorra acababa de contemplar las cumbres de la sierra de la Tesla elevándose gallardas y nítidas sobre el mar de niebla, y recortándose sobre un cielo límpido y azul. Bueno,…sí que lo fui, al final, en mi despedida. No quise dejarlo apesadumbrado; la esperanza es tan importante como el amor. Se lo dije (lo del cielo azul y eso…; no mis devaneos mentales…). Y nos despedimos contentos los dos.
Efectivamente, el día fue mejorando también en el valle, aunque con algo de pereza. Pero la niebla del valle, en contraste con la luz de las cumbres, añadió un singular encanto al entorno. En el ascenso hasta Tartalés de los Montes, aún se mantuvo la niebla, sin restar al paseo ni un ápice de atractivo. Desde allí, la niebla se fue disipando, aunque hacía frío y así me lo recordó otro amistoso vecino, bien abrigado. Seguro que era así, le dije, pero que esa temperatura era buena para caminar. No tardó en irse también el frío, y terminé sudando en las fuertes rampas hasta la pista carrozable que recorre longitudinalmente la Tesla, ya más llana, a los pies de las crestas rocosas.
Desde allí, un sendero de suave pendiente lleva al Portillo de Medina; o quizás no te das cuenta de que la pendiente es pronunciada porque estás embelesado en el paisaje. ¿Cómo explicar todo lo que ves, en un día así, desde la cima del pico San Mamés, sólo unos metros más arriba, a la izquierda del portillo?; ¿o desde el ligeramente más modesto San Lorenzo, justo al otro lado? Aquí, “ver” parece una palabra empequeñecida; como mínimo, debería decirse “contemplar”, si no directamente “admirar”. Las vistas anonadan por todas partes… (en este caso, se suele decir: “sin palabras”; o, sólo con dos: “in-presionante”).
Por cierto, las llanuras de Las Merindades, al norte y noreste, estaban cerradas con espesa niebla “a cal y canto”; con una excepción de gran belleza: las cumbres de los montes sobresalían airosas, cual flota de barcos varados en calma total. Sí se dejaba ver también en ese lado el imponente castillo de Urría, en la falda norte de la sierra, unos cientos de metros más abajo, escapando de la niebla por momentos y volviendo a ser engullido por ella, juguetona.
En el noroeste, se observaban las cordilleras nevadas de la primera línea, o la avanzada, en el frente sur de los Picos de Europa (no directamente visibles ellos mismos). Me emocionó ver en la distancia la mole pétrea del pico Espigüete, pirámide casi perfecta, capricho de la naturaleza; o al inconfundible Curavacas, incluso aunque se disfrace en una perspectiva algo sesgada. Ambos, compañeros de viaje en varias ocasiones (ay, hace ya mucho tiempo!). Y me conmovió especialmente la recortada silueta de la querida Peña Amaya (¡a 60 km de distancia en línea recta!); tantas veces escogida como escalera hacia el cielo desde mi adolescencia.
El descenso es muy placentero, si bien en el primer km la ruta elegida salva la distancia desde las cumbres hasta la pista de la Tesla en línea recta, con un brusco desnivel y sin sendero alguno (también se puede volver por el mismo sendero de subida al portillo, más largo, pero más cómodo). A partir de la mitad del descenso, los caminos están algo encharcados y embarrados; nada que deba disuadir a un caminante, no obstante. También hay que salvar varios cursos menores de agua; sin problema, pero conviene llevar un calzado adecuado y un bastón de apoyo; especialmente, en épocas posteriores a lluvias como fue éste el caso.
Algo más se complicaron las cosas en este aspecto en la amplia zona de La Canaleja, donde me vi de nuevo envuelto en una ligera niebla. Paisaje de rocas verticales y puntiagudas que impresionan; más aun así, entreveradas y difusas a través de las hilachas de niebla, como fantasmas. El arroyo de San Pedro que ha horadado esa profunda garganta bajaba crecido e impetuoso; parecía un río (y los senderos parecían arroyos, con el agua corriendo libremente por ellos). Encontré varios puntos críticos, por abundante agua, a lo largo de la garganta. Especialmente en uno de ellos, pensé que no quedaba más remedio que descalzarse (y el agua no estaba caliente, precisamente).
Finalmente, una vez más y de modo inesperado (como en otras rutas), ocurrió un “milagro”: se me apareció como de la nada, como por encantamiento, el “ángel de la guarda” en forma de un largo y sólido palo. Aunque no descarto lo del milagro y todo eso, creo que fue dejado intencionadamente allí, en la orilla norte (la mía), digamos que por alguna buena persona que había hecho el trayecto contrario. ¡Aún quedan…! (...por si acaso el malo era yo y esa persona aun estaba al otro lado, lo volví a lanzar allá después). Entre el palo y mi bastón como apoyos, cual equilibrista con zancos, fui saltando de piedra en piedra, muchas de ellas cubiertas de agua, y conseguí cruzar sin percance. Todavía no me lo creo…
Desde allí, el camino de vuelta es sencillo y llano, desde Arroyo de Valdivielso hasta Vallermosa, en compañía de una agradable dehesa de robles y flanqueado por las crestas del primer escalón de la sierra. Luego, desde Vallermosa al lugar de origen en Hoz de Valdivielso, por la carretera. Existe, al parecer, una alternativa por el interior para este último trayecto, pero la vía de asfalto es aceptable. Casi sin circulación de vehículos (me crucé con dos coches, que, curiosamente, era el mismo que volvía; así que “un” coche nada más), esta vía sigue proporcionando buenas vistas y posibilidades de fotos.
En fin, mucho más podría decirse de esta extraordinaria ruta (hasta la fecha, mi favorita; aunque se haga difícil elegir...). Baste con sugerir que parece estar ahí para llevársela al más allá; desde luego, para ahuyentar a los demonios que se nos pegan como garrapatas en nuestro día a día. Que la disfruten como yo.
(*) La Sierra de la Tesla es un lugar especial, diríase que fuera del tiempo, al que uno no puede dejar de ir. Múltiples rutas la recorren. Hasta el presente, hemos hecho otras dos y hay una más, al menos, esperando ansiosa en la recámara. Cualquier adjetivo superlativo que les ponga probablemente resultará escaso (y puede parecer fantasioso). Así que mejor me callo. Eso sí, preferible con tiempo despejado, para disfrutar de las vistas.
Por el norte, desde Bisjueces: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-bisjueces-a-pena-corva-81957615
Por el sur, desde Panizares: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sierra-de-la-tesla-desde-panizares-81252077
Para Criterios y Tabla de Interpretación, Ir a:
https://www.ibpindex.com/index.php/es/
El resultado del análisis IBP es de 98 (para Senderismo): dificultad 'Dura' (en el límite con 'Muy Dura') para una preparación física 'Media'.
El cómputo del desnivel acumulado de la ruta por parte de IBP es de 1.062 metros (superior al que estima Wikiloc).
Para esta ruta, nos guiamos por el trazado de Angelbur en Wikiloc ( https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sendero-de-la-tesla-16919463 ), con el apoyo de la información correspondiente en ‘Sendas de Burgos’.
La niebla cubría densamente el valle de Valdivielso. Al iniciar la ruta en Hoz de Valdivielso, un afable lugareño me dijo “Tiempo feo para una excursión; llevamos días así”. Le contesté: “Confíe en mí, despejará y tendremos un día fantástico”. La verdad es que no fui honesto con él; yo jugaban con ventaja: desde el alto de la Mazorra acababa de contemplar las cumbres de la sierra de la Tesla elevándose gallardas y nítidas sobre el mar de niebla, y recortándose sobre un cielo límpido y azul. Bueno,…sí que lo fui, al final, en mi despedida. No quise dejarlo apesadumbrado; la esperanza es tan importante como el amor. Se lo dije (lo del cielo azul y eso…; no mis devaneos mentales…). Y nos despedimos contentos los dos.
Efectivamente, el día fue mejorando también en el valle, aunque con algo de pereza. Pero la niebla del valle, en contraste con la luz de las cumbres, añadió un singular encanto al entorno. En el ascenso hasta Tartalés de los Montes, aún se mantuvo la niebla, sin restar al paseo ni un ápice de atractivo. Desde allí, la niebla se fue disipando, aunque hacía frío y así me lo recordó otro amistoso vecino, bien abrigado. Seguro que era así, le dije, pero que esa temperatura era buena para caminar. No tardó en irse también el frío, y terminé sudando en las fuertes rampas hasta la pista carrozable que recorre longitudinalmente la Tesla, ya más llana, a los pies de las crestas rocosas.
Desde allí, un sendero de suave pendiente lleva al Portillo de Medina; o quizás no te das cuenta de que la pendiente es pronunciada porque estás embelesado en el paisaje. ¿Cómo explicar todo lo que ves, en un día así, desde la cima del pico San Mamés, sólo unos metros más arriba, a la izquierda del portillo?; ¿o desde el ligeramente más modesto San Lorenzo, justo al otro lado? Aquí, “ver” parece una palabra empequeñecida; como mínimo, debería decirse “contemplar”, si no directamente “admirar”. Las vistas anonadan por todas partes… (en este caso, se suele decir: “sin palabras”; o, sólo con dos: “in-presionante”).
Por cierto, las llanuras de Las Merindades, al norte y noreste, estaban cerradas con espesa niebla “a cal y canto”; con una excepción de gran belleza: las cumbres de los montes sobresalían airosas, cual flota de barcos varados en calma total. Sí se dejaba ver también en ese lado el imponente castillo de Urría, en la falda norte de la sierra, unos cientos de metros más abajo, escapando de la niebla por momentos y volviendo a ser engullido por ella, juguetona.
En el noroeste, se observaban las cordilleras nevadas de la primera línea, o la avanzada, en el frente sur de los Picos de Europa (no directamente visibles ellos mismos). Me emocionó ver en la distancia la mole pétrea del pico Espigüete, pirámide casi perfecta, capricho de la naturaleza; o al inconfundible Curavacas, incluso aunque se disfrace en una perspectiva algo sesgada. Ambos, compañeros de viaje en varias ocasiones (ay, hace ya mucho tiempo!). Y me conmovió especialmente la recortada silueta de la querida Peña Amaya (¡a 60 km de distancia en línea recta!); tantas veces escogida como escalera hacia el cielo desde mi adolescencia.
El descenso es muy placentero, si bien en el primer km la ruta elegida salva la distancia desde las cumbres hasta la pista de la Tesla en línea recta, con un brusco desnivel y sin sendero alguno (también se puede volver por el mismo sendero de subida al portillo, más largo, pero más cómodo). A partir de la mitad del descenso, los caminos están algo encharcados y embarrados; nada que deba disuadir a un caminante, no obstante. También hay que salvar varios cursos menores de agua; sin problema, pero conviene llevar un calzado adecuado y un bastón de apoyo; especialmente, en épocas posteriores a lluvias como fue éste el caso.
Algo más se complicaron las cosas en este aspecto en la amplia zona de La Canaleja, donde me vi de nuevo envuelto en una ligera niebla. Paisaje de rocas verticales y puntiagudas que impresionan; más aun así, entreveradas y difusas a través de las hilachas de niebla, como fantasmas. El arroyo de San Pedro que ha horadado esa profunda garganta bajaba crecido e impetuoso; parecía un río (y los senderos parecían arroyos, con el agua corriendo libremente por ellos). Encontré varios puntos críticos, por abundante agua, a lo largo de la garganta. Especialmente en uno de ellos, pensé que no quedaba más remedio que descalzarse (y el agua no estaba caliente, precisamente).
Finalmente, una vez más y de modo inesperado (como en otras rutas), ocurrió un “milagro”: se me apareció como de la nada, como por encantamiento, el “ángel de la guarda” en forma de un largo y sólido palo. Aunque no descarto lo del milagro y todo eso, creo que fue dejado intencionadamente allí, en la orilla norte (la mía), digamos que por alguna buena persona que había hecho el trayecto contrario. ¡Aún quedan…! (...por si acaso el malo era yo y esa persona aun estaba al otro lado, lo volví a lanzar allá después). Entre el palo y mi bastón como apoyos, cual equilibrista con zancos, fui saltando de piedra en piedra, muchas de ellas cubiertas de agua, y conseguí cruzar sin percance. Todavía no me lo creo…
Desde allí, el camino de vuelta es sencillo y llano, desde Arroyo de Valdivielso hasta Vallermosa, en compañía de una agradable dehesa de robles y flanqueado por las crestas del primer escalón de la sierra. Luego, desde Vallermosa al lugar de origen en Hoz de Valdivielso, por la carretera. Existe, al parecer, una alternativa por el interior para este último trayecto, pero la vía de asfalto es aceptable. Casi sin circulación de vehículos (me crucé con dos coches, que, curiosamente, era el mismo que volvía; así que “un” coche nada más), esta vía sigue proporcionando buenas vistas y posibilidades de fotos.
En fin, mucho más podría decirse de esta extraordinaria ruta (hasta la fecha, mi favorita; aunque se haga difícil elegir...). Baste con sugerir que parece estar ahí para llevársela al más allá; desde luego, para ahuyentar a los demonios que se nos pegan como garrapatas en nuestro día a día. Que la disfruten como yo.
(*) La Sierra de la Tesla es un lugar especial, diríase que fuera del tiempo, al que uno no puede dejar de ir. Múltiples rutas la recorren. Hasta el presente, hemos hecho otras dos y hay una más, al menos, esperando ansiosa en la recámara. Cualquier adjetivo superlativo que les ponga probablemente resultará escaso (y puede parecer fantasioso). Así que mejor me callo. Eso sí, preferible con tiempo despejado, para disfrutar de las vistas.
Por el norte, desde Bisjueces: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/de-bisjueces-a-pena-corva-81957615
Por el sur, desde Panizares: https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/sierra-de-la-tesla-desde-panizares-81252077
Waypoints
Comments (4)
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Parece una ruta fascinante. Ganas dan de ponerse en camino...
Sí, de ensueño. Todas las excursiones por La Tesla (5 hasta la fecha; sept. 2022) me han impactado, pero quizá ésta ha sido la más fantástica de todas. Con esas condiciones climáticas y en soledad total durante seis horas.
La hice el otro día organizada por un grupo. No había visto la tuya, tan bien descrita y con tantas fotos. Es preciosa en otoño, con tan variada vegetación y colores. En soledad y con niebla como tú sobrecoge aún más. Preciosa ruta.
Gracias, Ledanias. Ya he visto y comentado la tuya. Sí, es preciosa. El que la hace una vez, repite...