Sierra de las Villas (Jaén): La Morra de Chorrogil desde la Nava del Rico por Prao de los Chopos
near Nava del Rico, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Genial ruta por un lugar bastante humanizado de la Sierra de las Villas. Un color especial en otoño. Unas vistas increibles desde la Morrá.
Comenzamos la caminata en la conocida como Nava del Rico. Como todo aquí algún significado debe tener. Tal vez perteneció a algún señoritingo de las villas. Parte el carril de una recta inconfundible que lleva de la Fresnedilla al collado del Pocico o viceversa, según miremos. Antes de seguir quiero advertir de la cantidad de errores e imprecisiones que en los mapas que conozco y he manejado he encontrado, tanto el Alpina como el IGN.
Nada más iniciar el camino encontramos las ruinas de un cortijo y un poco más adelante otro con un poco más de porte, debe ser el cortijo de la Fuente del Pino porque pocos metros más adelante están los bien conservados tornajos y fuente del pino, esta última tapada para resguardar su buen caño de fresca agua. Aquí, junto a la fuente se encuentra la confluencia del camino que seguiremos al regreso.
Desde este cruce, el carril inicia un suave ascenso hasta lograr el collado de la Cruz, lugar desde donde ya visualizamos claramente nuestra cima del día , la Morra. Temprano estaban en el cortijo del collado cargando ovejas, probablemente para mudarse a tierras más amigables en época invernal. Debemos pasar rozando el cortijo desechando el camino que sigue a la izquierda y que nos llevaría al Raso de la escalera y a la Traviesa. Más abajo un cortijillo arreglado, sin lujos pero habitable y, más allá otro cruce importante, si tomamos el de la derecha nos llevará al precioso cortijo del Romeral que más tarde avistaremos. Seguiremos el de la izquierda dejando a uno y otro lados del camino bancales donde se asentaron huertos familiares.
Continuamos descendiendo buscando el cauce del arroyo y de nuevo otro cruce. Este nos delata que hemos entrado en tierras de "jipis". Casi todos los cortijos en derredor se encuentran ocupados por extranjeros. Las Castañetas que dedica su espacio al turismo rural tiene un nombre extraño en estas sierras ya que castaños poquitos habrá, no es tierra de eso. Tres o cuatro intentos llevo y ya he desisitido de verlos brotar. Nos vamos para la derecha y en una bajadilla nos llama la atención el lugar donde deberíamos estar si hacemos caso a la placa que hay fijada en la fachada del cortijo junto al camino. Habrá que mirar en la capital, por si les falta algo,...
En el camino nos cruzamos con una pareja de autoctonas que vienen (a esas horas) ya de coger setas. También encontramos una pareja de cazadores esperando iniciar la jornada, mal presagio, día de tiros.
Por fin llegamos a uno de nuestros puntos de interés. Una gran pradera junto a un caudaloso "royo", de los que meten ruido, unos cortijillos medio parapetados, humeantes nos indica que hemos llegado al "Prao" de los Chopos. Entrañable lugar. Nos adentramos un poco por la pradera hasta llegar a la confluencia de arroyos, el que lo atraviesa es el del Raso de la Escalera y el que viene de los cortados de arriba, el de la Fuente del Tejo que le va a dar el nombre definitivo. Como lleva mucho caudal, origina un espectacular salto que nos deja un rato oteando desde la lejanía.
Cruzamos el Aguascebas de la Fuente del Tejo por un puentecito y pisamos uno de los tramos más espectaculares y bien hechos de de este camino. Ascendemos hasta un colladete donde pintan antiguas eras comunales.
Descubrimos un lugar increíble. A modo de santuario íbero se abre en un extremo de este collado un recordatorio a los "jipes" que se fueron. Símbolos pintados sobre la roca, muñequitos como exvotos, hasta una pequeña lápida nos quiere recordar la gente que se quedó en el camino. Había oído hablar del "cementerio hippie", así lo llama la gente, el lugar es un mirador sobre un poyete sobre el largo valle. Bonito sitio para que te recuerden.
Abandonamos el peculiar "santuario" volviendo a la senda principal, si la siguiéramos acabaríamos en el cortijo de Tarquino o de Eladio como también lo llaman, sin embargo nos iremos por la izquierda, por donde se desprende un imperceptible senderillo que se va haciendo más claro conforme lo recorremos. Suavemente va elevándose dejando el poyo en el que nos encontrábamos y, entre pinos primero y junto a la pétrea ladera por la izquierda, asciende buscando la luz.
Una maravilla de camino.
Pronto, el soniquete del torrente nos alerta. Ha llovido mucho y el agua baja brava, escalonadamente. formando preciosas cascadillas, inundando el cauce que llevaba seco mucho tiempo. Nos asalta el temor sobre si podremos cruzar.
Ya estamos aquí, en lo que veníamos buscando, la escalera de los Faustinos o la Romana como también la llaman. Afortunadamente podemos cruzar el arroyo de los Chortales aunque el agua ha desbordado su cauce y se derrama por donde tenemos que pasar, por la preciosa escalera bien tallada
Dejamos el cauce que ahora va por la derecha y ascendemos el último tramo disfrutando de esta maravilla, de este peritaje serrano de hacer las cosas. Llama igualmente la atención lo bien conservada que está.
Finalmente, embocamos al portillo y nos sorprende una pradera encharcada que nos saca de dudas sobre donde nos encontramos: Prao Chortales, el de este lado porque allí, por las Lagunillas, hay otro igual. Avanzamos hacia el centro de la pradera y comprobamos que se encuentra en la confluencia de tres vaguadas que por aquí encuentran por donde desalojar lo que recojen, por eso se acumula tanta agua. Podría decirse que este es el nacimiento del arroyo de los Chortales que tras bajar por su barranco desagua en el Aguascebas de la fuente del Tejo, camino de Prao Maguillo. Conforme salimos del portillo, a nuestra derecha hay un cortijo y frutales y nogueras con tonos otoñales. Oímos voces, son niños y un adulto pero no entendemos nada. Los perros delatan nuestra presencia y se asoman, la ropa está tendida fuera. Rodeamos el cortijo por arriba y nos marchamos por la vaguada que viene de la Morra, por una fina rodada de caminante. Miramos hacia atrás y ..., delicioso.
En el camino un gran laricio al que le hicieron un buen "resiego". Más adelante el senderillo se bifurca, el cráneo de un solípedo marca el cruce, intuimos que el de la derecha es bueno pues se pega a la raspa rocosa que hacia le asciende a la Morra. Continuamos subiendo suavemente por el bosque.
Por fin el horizonte se despeja, se despeja tanto que oteamos hasta lo imposible. Nada más llegar a la llanura de la Morra encontramos al frente una preciosa panorámica de Mágina y Jabalcuz con una sutil franja blanquecina sugerente, casi podemos ver ¡¡¡los Caños de la Magdalena!!!!!!!!!!!!!!
Se está agusto en esa llanura de la Morra, pero tenemos a tiro de piedra la cocota, irresistible, invitándonos subir,... y subimos
Desde allí se ve medio mundo. Lo primero es mirar de donde hemos venido, nuestro remonte desde que asomamos al Prao de los Chortales, hermoso vallejo.
En la cocota tocan dos cosas, reponer fuerzas y MIRAAAAAAARRRRR.
Comenzamos la caminata en la conocida como Nava del Rico. Como todo aquí algún significado debe tener. Tal vez perteneció a algún señoritingo de las villas. Parte el carril de una recta inconfundible que lleva de la Fresnedilla al collado del Pocico o viceversa, según miremos. Antes de seguir quiero advertir de la cantidad de errores e imprecisiones que en los mapas que conozco y he manejado he encontrado, tanto el Alpina como el IGN.
Nada más iniciar el camino encontramos las ruinas de un cortijo y un poco más adelante otro con un poco más de porte, debe ser el cortijo de la Fuente del Pino porque pocos metros más adelante están los bien conservados tornajos y fuente del pino, esta última tapada para resguardar su buen caño de fresca agua. Aquí, junto a la fuente se encuentra la confluencia del camino que seguiremos al regreso.
Desde este cruce, el carril inicia un suave ascenso hasta lograr el collado de la Cruz, lugar desde donde ya visualizamos claramente nuestra cima del día , la Morra. Temprano estaban en el cortijo del collado cargando ovejas, probablemente para mudarse a tierras más amigables en época invernal. Debemos pasar rozando el cortijo desechando el camino que sigue a la izquierda y que nos llevaría al Raso de la escalera y a la Traviesa. Más abajo un cortijillo arreglado, sin lujos pero habitable y, más allá otro cruce importante, si tomamos el de la derecha nos llevará al precioso cortijo del Romeral que más tarde avistaremos. Seguiremos el de la izquierda dejando a uno y otro lados del camino bancales donde se asentaron huertos familiares.
Continuamos descendiendo buscando el cauce del arroyo y de nuevo otro cruce. Este nos delata que hemos entrado en tierras de "jipis". Casi todos los cortijos en derredor se encuentran ocupados por extranjeros. Las Castañetas que dedica su espacio al turismo rural tiene un nombre extraño en estas sierras ya que castaños poquitos habrá, no es tierra de eso. Tres o cuatro intentos llevo y ya he desisitido de verlos brotar. Nos vamos para la derecha y en una bajadilla nos llama la atención el lugar donde deberíamos estar si hacemos caso a la placa que hay fijada en la fachada del cortijo junto al camino. Habrá que mirar en la capital, por si les falta algo,...
En el camino nos cruzamos con una pareja de autoctonas que vienen (a esas horas) ya de coger setas. También encontramos una pareja de cazadores esperando iniciar la jornada, mal presagio, día de tiros.
Por fin llegamos a uno de nuestros puntos de interés. Una gran pradera junto a un caudaloso "royo", de los que meten ruido, unos cortijillos medio parapetados, humeantes nos indica que hemos llegado al "Prao" de los Chopos. Entrañable lugar. Nos adentramos un poco por la pradera hasta llegar a la confluencia de arroyos, el que lo atraviesa es el del Raso de la Escalera y el que viene de los cortados de arriba, el de la Fuente del Tejo que le va a dar el nombre definitivo. Como lleva mucho caudal, origina un espectacular salto que nos deja un rato oteando desde la lejanía.
Cruzamos el Aguascebas de la Fuente del Tejo por un puentecito y pisamos uno de los tramos más espectaculares y bien hechos de de este camino. Ascendemos hasta un colladete donde pintan antiguas eras comunales.
Descubrimos un lugar increíble. A modo de santuario íbero se abre en un extremo de este collado un recordatorio a los "jipes" que se fueron. Símbolos pintados sobre la roca, muñequitos como exvotos, hasta una pequeña lápida nos quiere recordar la gente que se quedó en el camino. Había oído hablar del "cementerio hippie", así lo llama la gente, el lugar es un mirador sobre un poyete sobre el largo valle. Bonito sitio para que te recuerden.
Abandonamos el peculiar "santuario" volviendo a la senda principal, si la siguiéramos acabaríamos en el cortijo de Tarquino o de Eladio como también lo llaman, sin embargo nos iremos por la izquierda, por donde se desprende un imperceptible senderillo que se va haciendo más claro conforme lo recorremos. Suavemente va elevándose dejando el poyo en el que nos encontrábamos y, entre pinos primero y junto a la pétrea ladera por la izquierda, asciende buscando la luz.
Una maravilla de camino.
Pronto, el soniquete del torrente nos alerta. Ha llovido mucho y el agua baja brava, escalonadamente. formando preciosas cascadillas, inundando el cauce que llevaba seco mucho tiempo. Nos asalta el temor sobre si podremos cruzar.
Ya estamos aquí, en lo que veníamos buscando, la escalera de los Faustinos o la Romana como también la llaman. Afortunadamente podemos cruzar el arroyo de los Chortales aunque el agua ha desbordado su cauce y se derrama por donde tenemos que pasar, por la preciosa escalera bien tallada
Dejamos el cauce que ahora va por la derecha y ascendemos el último tramo disfrutando de esta maravilla, de este peritaje serrano de hacer las cosas. Llama igualmente la atención lo bien conservada que está.
Finalmente, embocamos al portillo y nos sorprende una pradera encharcada que nos saca de dudas sobre donde nos encontramos: Prao Chortales, el de este lado porque allí, por las Lagunillas, hay otro igual. Avanzamos hacia el centro de la pradera y comprobamos que se encuentra en la confluencia de tres vaguadas que por aquí encuentran por donde desalojar lo que recojen, por eso se acumula tanta agua. Podría decirse que este es el nacimiento del arroyo de los Chortales que tras bajar por su barranco desagua en el Aguascebas de la fuente del Tejo, camino de Prao Maguillo. Conforme salimos del portillo, a nuestra derecha hay un cortijo y frutales y nogueras con tonos otoñales. Oímos voces, son niños y un adulto pero no entendemos nada. Los perros delatan nuestra presencia y se asoman, la ropa está tendida fuera. Rodeamos el cortijo por arriba y nos marchamos por la vaguada que viene de la Morra, por una fina rodada de caminante. Miramos hacia atrás y ..., delicioso.
En el camino un gran laricio al que le hicieron un buen "resiego". Más adelante el senderillo se bifurca, el cráneo de un solípedo marca el cruce, intuimos que el de la derecha es bueno pues se pega a la raspa rocosa que hacia le asciende a la Morra. Continuamos subiendo suavemente por el bosque.
Por fin el horizonte se despeja, se despeja tanto que oteamos hasta lo imposible. Nada más llegar a la llanura de la Morra encontramos al frente una preciosa panorámica de Mágina y Jabalcuz con una sutil franja blanquecina sugerente, casi podemos ver ¡¡¡los Caños de la Magdalena!!!!!!!!!!!!!!
Se está agusto en esa llanura de la Morra, pero tenemos a tiro de piedra la cocota, irresistible, invitándonos subir,... y subimos
Desde allí se ve medio mundo. Lo primero es mirar de donde hemos venido, nuestro remonte desde que asomamos al Prao de los Chortales, hermoso vallejo.
En la cocota tocan dos cosas, reponer fuerzas y MIRAAAAAAARRRRR.
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CHORROGIL
28-SEP-11 7:51:05AM
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CRTJ DE TARQUINO O DE ELADIO
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