Sierra de las Villas (Jaén): macizo de Navazalto (II). Senda cuesta de Navazalto (monte)-Bigarral
near Nava del Rico, Andalucía (España)
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Itinerary description
21.09.13
Excursión que nos permitió ascender a lo alto del peñón de Navazalto, transitar (bajar y subir) el tramo de sierra de la senda de la cuesta de Navazalto con un desnivel de 400 mts en 2 kmts y recorrer el poyo angosto por los acantilados del Bigarral saliendo al chorreón de las buitreras por las Cebadillas y, desde allí al la apacible nava del Vilano (Milano).
Nuevamente buscamos el acceso rápido por el carril de Navazalto hasta la caseta de fogoneros. Situados en ella y tras paliquear un rato con el vigilante despachamos rápido porque aunque no te cansas de mirar desde aquél volaero, lo teníamos reciente y buscábamos otras cosas.
Desde la caseta nos dejamos caer hacía el filo de los tranquillos, siempre dando a la parte del barranco de la Osera, atravesamos el bosque de repoblación y fuimos a parar directos al collado del peñón. Ahí lo teníamos, de frente. El peñón de Navazalto nos invitaba descaradamente realizarle una visita. En un periquete estamos en el collado del hateril, a los pies del peñón de navazalto por la cara que da a quién le presta el nombre. En esta ocasión fui yo el decidido, hombre de pocas cimas, el que incitó a mis compañeros a tomar al asalto "la fortaleza". De lejos veo claramente una veredilla que encara primero por donde miramos y bordea posteriormente por el margen derecho el "ñusco" para colocarnos en una meseta desde donde ya se ve todo el barranco que tenemos debajo, pero la cima aún hay que ganarla, un poco más arriba y de momento, fácilmente estamos sobre ella disfrutando. Un rato entretenidos por este "pipote" emergente, que en realidad es el mayor de los dos o tres que ascienden desde el collado de las Albarizas (Almagreros en los mapas), debajo queda otro más pequeño que a tenor de su hermano mayor lo llaman Peñón Chico. Igualmente vemos, además de la loma "villana" y más allá, el surco del Aguascebas grande y sus juntas con el chico por la huerta de los Rubiales. El cortijillo de la Fernanda, abajo, en el límite entre el olivar y la montaña, indicándonos por donde arranca el tramo más abrupto y rotundo de la senda que venimos buscando. También vemos desde aquí los picazos y su collado en la loma de enfrente, otra cadena de picos que termina arriba, en los llanos de Navazalto en el puntal de las cuevas. Bajamos de la atalaya sin demasiado entusiasmo, solo nos motiva a ello que es la hora del almuerzo. Desde el peñón vimos varias trazas que se metían en el barranco, tratamos de seguir una que parece buena pero es un laberinto hecho por los animales, finalmente, un poco enmatojados por la broza y la leña que hay en la umbría encontramos una buena, ascendente que nos saca a uno de los tranquillos.De nuevo en el filo de la llanura, por donde los huertos y dirección a la senda. De momento estamos sobre ella.En un plis plas nos topamos con un carril comprendiendo que estamos abajo, que hemos completado el tramo de montaña de esta bonita y limpia senda, se ve que la han repasado no hace mucho. Trasteamos un poco por el carril, localizamos el tramo que continúa hasta las olivas y regresamos, ahora con menos alegría.
Comenzamos a subir la cuesta de los romeros, un primer tramo que se empina con brío hasta alcanzar el collado de los Picazos, donde descansa cual rellano de escalera. Lo gana a base de trazar varias revueltas o tongas, algo destrozada en algunas de ellas pero se sigue bastante bien. Un kilómetro desde abajo y doscientos metros de desnivel, no está mal. Afortunadamente en el collado de los Picazos tenemos para un ratito, lo que nos permite empaparnos bien de lo que nos rodea. Estamos en la loma que cae del puntal de las cuevas, el collado es un lugar precioso y estratégico, divisorio entre el barranco de Martín Ruíz y el del Bigarral. De aquí parte una sendilla que seguro lleva hasta el cortijo, ese que centra el barranco, arriba una cadena de puntales se asoman al mismo desafiando la gravedad. El del centro, el que cae encima justo del cortijo arruinado parece ser la cocota de Cerilo. Arrancamos con un ritmo sosegado, que nos permita rematar la mitad de subida que nos queda y no morir en el intento.La senda ahora no sube tan decidida, incluso llanea en algún tramo, se pega a la parte baja del puntal de las cuevas por un lado y al arroyo por el otro y pica a "trompicones" hasta el punto en que cruza el arroyo. Creo que este es el lugar donde Gómez Muñoz sitúa la conocida como Fuente de arriba y que tal y como él la encontró así parece seguir, seca. Pero el lugar es sospechoso, algunos juncos, umbría, más vegetación, zarzas,... A partir de aquí comienza a caracolear para alzarse al tranquillo por donde tiene que entrarle al llano, justo en la base del puntal de las cuevas, aún conserva los refuerzos que le hicieron, esta fue una senda de categoría, se ve por la anchura que mantiene. Entretenidos con las tongas y la mampostería, nos vemos arriba, con esfuerzo pero cómodamente.
Comenzamos a recorrer este poyo angosto por una veredilla que nos parece de animales. Nos baja al nivel de la primera torrentera que se deja caer para el barranco. Ahora toca subir hasta alcanzar la altura del primer puntal de los que se asoman ingrávidamente. No podemos resistir la tentación de separarnos de la senda y acercarnos al precipicio, una pared casi vertical cae en forma semicircular hacia el cortijo que se salva al estar sobre un puntalete que lo preserva de avenidas torrenciales de los arroyos que lo rodean.Seguimos por una traza más o menos clara que sube y baja como las olas, en los puntales tierra llana donde seguro cultivaron, en algunos lugares se aprecian paratas de piedras para que la tierra no se deslizara. Aupados, al collado de los Blanquizares comprobamos que del otro lado lo que queda es el barranco de las cebadillas, abajo se divisa el cortijo de las cebadillas altas. Necesitamos ahora alcanzar la nava del Vilano (Milano) para salir de este laberinto en el que nos hemos metido. Lo que sabemos es que enfrente va la senda del poyo del moro, pero para ello debemos bajar todo el barranco hasta las Cebadillas altas y desde allí enganchar con la senda, Vemos, no obstante, una traza que parte de los blanquizares, recto, para donde queremos ir y lo seguimos sin más y voila, un precioso y practico tranquillo nos vuelca a la gran nava que por aquí existe.
Nada más volcar se presenta enorme, sembrada de frutales, cercada para que los animales respeten lo sembrado y paralelo a la cerca la senda que nos dirige a las casas de la nava.Las rodeamos por arriba y retomamos la senda para descolgarnos un poco más allá a la hermosa fuente del Vilano (Milano). Dos nacimientos a los que canalizaron hasta una alberca unos metros más abajo. Por aquí debe nacer más o menos el arroyo del Torno. Esta fuente del Vilano (Milano) fue en su día una encrucijada de caminos, aquí asomaba la senda de la cuesta de navazalto y conectaba con la que se iba hacia el norte, hacia las Cebadillas para salir de la sierra por el poyo del moro o hacia el collado del Pocico, para adentrarse, o bien hacia el sur, hacia Guarhondo cuyo fondo atravesaba antes de la construcción del pantano.Desde la fuente, un paraíso, nos descolgamos hasta la carretera transversal donde dejamos el coche por la mañana e iniciamos la ruta, no sin antes rozar los cortijos de la fuente del Vilano (Milano).
Excursión que nos permitió ascender a lo alto del peñón de Navazalto, transitar (bajar y subir) el tramo de sierra de la senda de la cuesta de Navazalto con un desnivel de 400 mts en 2 kmts y recorrer el poyo angosto por los acantilados del Bigarral saliendo al chorreón de las buitreras por las Cebadillas y, desde allí al la apacible nava del Vilano (Milano).
Nuevamente buscamos el acceso rápido por el carril de Navazalto hasta la caseta de fogoneros. Situados en ella y tras paliquear un rato con el vigilante despachamos rápido porque aunque no te cansas de mirar desde aquél volaero, lo teníamos reciente y buscábamos otras cosas.
Desde la caseta nos dejamos caer hacía el filo de los tranquillos, siempre dando a la parte del barranco de la Osera, atravesamos el bosque de repoblación y fuimos a parar directos al collado del peñón. Ahí lo teníamos, de frente. El peñón de Navazalto nos invitaba descaradamente realizarle una visita. En un periquete estamos en el collado del hateril, a los pies del peñón de navazalto por la cara que da a quién le presta el nombre. En esta ocasión fui yo el decidido, hombre de pocas cimas, el que incitó a mis compañeros a tomar al asalto "la fortaleza". De lejos veo claramente una veredilla que encara primero por donde miramos y bordea posteriormente por el margen derecho el "ñusco" para colocarnos en una meseta desde donde ya se ve todo el barranco que tenemos debajo, pero la cima aún hay que ganarla, un poco más arriba y de momento, fácilmente estamos sobre ella disfrutando. Un rato entretenidos por este "pipote" emergente, que en realidad es el mayor de los dos o tres que ascienden desde el collado de las Albarizas (Almagreros en los mapas), debajo queda otro más pequeño que a tenor de su hermano mayor lo llaman Peñón Chico. Igualmente vemos, además de la loma "villana" y más allá, el surco del Aguascebas grande y sus juntas con el chico por la huerta de los Rubiales. El cortijillo de la Fernanda, abajo, en el límite entre el olivar y la montaña, indicándonos por donde arranca el tramo más abrupto y rotundo de la senda que venimos buscando. También vemos desde aquí los picazos y su collado en la loma de enfrente, otra cadena de picos que termina arriba, en los llanos de Navazalto en el puntal de las cuevas. Bajamos de la atalaya sin demasiado entusiasmo, solo nos motiva a ello que es la hora del almuerzo. Desde el peñón vimos varias trazas que se metían en el barranco, tratamos de seguir una que parece buena pero es un laberinto hecho por los animales, finalmente, un poco enmatojados por la broza y la leña que hay en la umbría encontramos una buena, ascendente que nos saca a uno de los tranquillos.De nuevo en el filo de la llanura, por donde los huertos y dirección a la senda. De momento estamos sobre ella.En un plis plas nos topamos con un carril comprendiendo que estamos abajo, que hemos completado el tramo de montaña de esta bonita y limpia senda, se ve que la han repasado no hace mucho. Trasteamos un poco por el carril, localizamos el tramo que continúa hasta las olivas y regresamos, ahora con menos alegría.
Comenzamos a subir la cuesta de los romeros, un primer tramo que se empina con brío hasta alcanzar el collado de los Picazos, donde descansa cual rellano de escalera. Lo gana a base de trazar varias revueltas o tongas, algo destrozada en algunas de ellas pero se sigue bastante bien. Un kilómetro desde abajo y doscientos metros de desnivel, no está mal. Afortunadamente en el collado de los Picazos tenemos para un ratito, lo que nos permite empaparnos bien de lo que nos rodea. Estamos en la loma que cae del puntal de las cuevas, el collado es un lugar precioso y estratégico, divisorio entre el barranco de Martín Ruíz y el del Bigarral. De aquí parte una sendilla que seguro lleva hasta el cortijo, ese que centra el barranco, arriba una cadena de puntales se asoman al mismo desafiando la gravedad. El del centro, el que cae encima justo del cortijo arruinado parece ser la cocota de Cerilo. Arrancamos con un ritmo sosegado, que nos permita rematar la mitad de subida que nos queda y no morir en el intento.La senda ahora no sube tan decidida, incluso llanea en algún tramo, se pega a la parte baja del puntal de las cuevas por un lado y al arroyo por el otro y pica a "trompicones" hasta el punto en que cruza el arroyo. Creo que este es el lugar donde Gómez Muñoz sitúa la conocida como Fuente de arriba y que tal y como él la encontró así parece seguir, seca. Pero el lugar es sospechoso, algunos juncos, umbría, más vegetación, zarzas,... A partir de aquí comienza a caracolear para alzarse al tranquillo por donde tiene que entrarle al llano, justo en la base del puntal de las cuevas, aún conserva los refuerzos que le hicieron, esta fue una senda de categoría, se ve por la anchura que mantiene. Entretenidos con las tongas y la mampostería, nos vemos arriba, con esfuerzo pero cómodamente.
Comenzamos a recorrer este poyo angosto por una veredilla que nos parece de animales. Nos baja al nivel de la primera torrentera que se deja caer para el barranco. Ahora toca subir hasta alcanzar la altura del primer puntal de los que se asoman ingrávidamente. No podemos resistir la tentación de separarnos de la senda y acercarnos al precipicio, una pared casi vertical cae en forma semicircular hacia el cortijo que se salva al estar sobre un puntalete que lo preserva de avenidas torrenciales de los arroyos que lo rodean.Seguimos por una traza más o menos clara que sube y baja como las olas, en los puntales tierra llana donde seguro cultivaron, en algunos lugares se aprecian paratas de piedras para que la tierra no se deslizara. Aupados, al collado de los Blanquizares comprobamos que del otro lado lo que queda es el barranco de las cebadillas, abajo se divisa el cortijo de las cebadillas altas. Necesitamos ahora alcanzar la nava del Vilano (Milano) para salir de este laberinto en el que nos hemos metido. Lo que sabemos es que enfrente va la senda del poyo del moro, pero para ello debemos bajar todo el barranco hasta las Cebadillas altas y desde allí enganchar con la senda, Vemos, no obstante, una traza que parte de los blanquizares, recto, para donde queremos ir y lo seguimos sin más y voila, un precioso y practico tranquillo nos vuelca a la gran nava que por aquí existe.
Nada más volcar se presenta enorme, sembrada de frutales, cercada para que los animales respeten lo sembrado y paralelo a la cerca la senda que nos dirige a las casas de la nava.Las rodeamos por arriba y retomamos la senda para descolgarnos un poco más allá a la hermosa fuente del Vilano (Milano). Dos nacimientos a los que canalizaron hasta una alberca unos metros más abajo. Por aquí debe nacer más o menos el arroyo del Torno. Esta fuente del Vilano (Milano) fue en su día una encrucijada de caminos, aquí asomaba la senda de la cuesta de navazalto y conectaba con la que se iba hacia el norte, hacia las Cebadillas para salir de la sierra por el poyo del moro o hacia el collado del Pocico, para adentrarse, o bien hacia el sur, hacia Guarhondo cuyo fondo atravesaba antes de la construcción del pantano.Desde la fuente, un paraíso, nos descolgamos hasta la carretera transversal donde dejamos el coche por la mañana e iniciamos la ruta, no sin antes rozar los cortijos de la fuente del Vilano (Milano).
Waypoints
Fountain
4,032 ft
Tornajos de Navazalto
21-SEP-13 9:24:05 http://www.conocetusfuentes.com/ficha_detalle.php?id_fuente=5311
Fountain
3,990 ft
Fuente de la nava del Vilano
21-SEP-13 17:55:02 http://www.conocetusfuentes.com/ficha_detalle.php?id_fuente=6170
Summit
0 ft
Peñón chico
PENON CHICO
Waypoint
3,937 ft
Inicio-Fin
INICIO-FIN
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