Sierra de las Villas (Jaen): Puente Rompecalzas - Cañon del Chillar
near Chincolla, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Junto a la carretera, en la Venta de Melquiades, donde podemos dejar el vehiculo, hay un panel de inicio que anuncia la ruta de Arroyo Chillar. En realidad, la que queremos, abandona el arroyo en el Cortijo del Tamborcillo y se dirige a las cumbres, nosotros sin embargo lo seguiremos cambiando una cómoda pista por una estrecha senda, semivolada en ocasiones. También veo como se empeñan en denominar en el panel a la piedra del agujero el ojo de Carrales; aquello está en el Agua de los Perros, no en Carrales, y siempre se le llamó PIEDRA DEL AGUJERO.
Por detrás del cartel, entre el olivar se encuentra la bajada al puente Rompecalzas, este es uno de los cuatro puentes con que cuenta el Guadalquivir mientras circula paralelo a la carretera del Tranco (cinco si contamos el Puente Campos, actualmente derruido). Hoy los niños se apuntaron al trote, Gacelilla no iba muy animosa pero como hay bulla soporta el paso. Cruzando el puente nos sorprenden las barcas, como nosotros les decimos. Son los de Guadalkayak “haciendo el agosto”.
El cauce lleva una buena riada, se nota que el año ha sido bueno y el Tranco está hasta arriba. Cruzamos y ascendemos a la derecha brevemente hasta alcanzar la pista que viene de la Venta del Pino y conduce hasta el puente de los Agustines. Un pinar hace que el transcurrir sea de lo más agradable, a la izquierda vemos el río y los cortijos que hay junto a la carretera. Pronto, termina el pinar y entramos en el olivar que nos va a acompañar ya hasta el Tamborcillo. Al llegar a la entrada del cañón del Chillar, donde este se entrega al Guadalquivir, el camino gira bruscamente a la derecha abandonando el gran río para encaminarse a los primeros cortijos del royo, los cortijos del Chillar. Antes, descenderemos por el carril hasta el mismo royo, donde se encuentra un vado útil para vehículos y que nos llevará cruzando al puente de los Agustines. Desde aquí comienza el ascenso que no dejaremos hasta el final de nuestro destino (¿...?). Alzando la mirada, nos deja embobados los grandes voladeros de la loma de la Be y los que caen hacia la umbría de los Sesteros al fondo del barranco, donde el royo gira bruscamente a la derecha para meterse hacia los Vadillos, hacia la sierra profunda. Llegamos al primer cortijo que abre el gran cañón, el cortijo del Chillar. El camino lo roza, mira su bonita puerta hacia los voladeros antes mencionados, hacia la umbría. Tiene un pequeño pilar donde aprovechamos para descansar, refrescarnos y hacernos la foto oficial de la excursión.Está cerrado, vendrán por aquí para los cuidados del olivar pero no parece que lo habiten, ni en verano, con las hermosas sombras que le presta las nogueras del entorno. No le pasa como al cortijo que hay por arriba que si está habitado en época estival. Siguiendo el carril en ascenso rozamos los huertos de este, pero el cortijo queda más arriba, se oyen voces pero no se ve a nadie. Después entramos en una zona de monte con la pendiente más fuerte, son doscientos o trescientos metros y, de nuevo, las olivas, esta son ya las del Tamborcillo. Poco más allá el cortijillo escondido entre la maleza y los árboles que ellos plantaron y ahora salvajes lo inundan. Por detrás del cortijo está la bajada al royo y el vado para los sesteros, pero esa historia será para otro día, ahora venimos a otra cosa. Toca descanso aprovechando las sombras del cortijo, recuperadas las fuerzas tomamos nuestra sendica que parte de la misma curva que traza el carril que traemos para dirigirse a los altos de Chincolla, justo abandonado el cortijo. El punto de partida no tiene mucha pérdida, no obstante puse un hito. Pronto nos encontramos la gomas que nos marcarán el trayecto obligatorio en fila de a uno. Va recorriendo la loma, acompañando a nuestro Chillar que se oye abajo, en el fondo “chillando” a pesar de que no lleva mucho agua. Enfrente, arriba, ya vemos el mirador del Tapadero por debajo en plena umbría la pista de los Vadillos y, más abajo la que desciende a los cortijos de los Sesteros que los tenemos enfrente, uno de ellos derruido y el de abajo arreglado. Donde la senda que nos lleva sigue obligatoriamente la curva que hace el royo para encajarse aún más en su cañón y ascender dirección a los Vadillos puedo ver junto al mismo royo una tapuela por debajo de estos bonitos cortijos de los Sesteros bajos. Pienso que debe ser por ahí por donde esté el vado para cruzar este bonito curso de vida antes de introducirse en terreno imposible. Continuamos sorteando ramas y arbustos por nuestra veredilla que nos va encajonando cada vez frente a un precioso paredón karstico lleno de bellas oquedades ocupadas de vegetación.
Los niños, unos jabatos. Está la senda mala de andar, en zonas hay troncos caídos que requieren un esfuerzo extra para bordearlos por la parte de arriba, por abajo iríamos derechos al fondo del royo, ¡mejor no mirar!. Como todo tiene su fin, cuando más estábamos disfrutando, un derrumbe en el camino nos detiene. Sitios peores hemos solventado pero, la hora, el calor y los niños nos recomienda ser juiciosos y dejar el riesgo para otro momento. El lugar es abrupto y, un descuido nos puede llevar de cabeza al hoyo. No obstante descansamos antes de organizar la vuelta contemplando esta maravilla.
Por detrás del cartel, entre el olivar se encuentra la bajada al puente Rompecalzas, este es uno de los cuatro puentes con que cuenta el Guadalquivir mientras circula paralelo a la carretera del Tranco (cinco si contamos el Puente Campos, actualmente derruido). Hoy los niños se apuntaron al trote, Gacelilla no iba muy animosa pero como hay bulla soporta el paso. Cruzando el puente nos sorprenden las barcas, como nosotros les decimos. Son los de Guadalkayak “haciendo el agosto”.
El cauce lleva una buena riada, se nota que el año ha sido bueno y el Tranco está hasta arriba. Cruzamos y ascendemos a la derecha brevemente hasta alcanzar la pista que viene de la Venta del Pino y conduce hasta el puente de los Agustines. Un pinar hace que el transcurrir sea de lo más agradable, a la izquierda vemos el río y los cortijos que hay junto a la carretera. Pronto, termina el pinar y entramos en el olivar que nos va a acompañar ya hasta el Tamborcillo. Al llegar a la entrada del cañón del Chillar, donde este se entrega al Guadalquivir, el camino gira bruscamente a la derecha abandonando el gran río para encaminarse a los primeros cortijos del royo, los cortijos del Chillar. Antes, descenderemos por el carril hasta el mismo royo, donde se encuentra un vado útil para vehículos y que nos llevará cruzando al puente de los Agustines. Desde aquí comienza el ascenso que no dejaremos hasta el final de nuestro destino (¿...?). Alzando la mirada, nos deja embobados los grandes voladeros de la loma de la Be y los que caen hacia la umbría de los Sesteros al fondo del barranco, donde el royo gira bruscamente a la derecha para meterse hacia los Vadillos, hacia la sierra profunda. Llegamos al primer cortijo que abre el gran cañón, el cortijo del Chillar. El camino lo roza, mira su bonita puerta hacia los voladeros antes mencionados, hacia la umbría. Tiene un pequeño pilar donde aprovechamos para descansar, refrescarnos y hacernos la foto oficial de la excursión.Está cerrado, vendrán por aquí para los cuidados del olivar pero no parece que lo habiten, ni en verano, con las hermosas sombras que le presta las nogueras del entorno. No le pasa como al cortijo que hay por arriba que si está habitado en época estival. Siguiendo el carril en ascenso rozamos los huertos de este, pero el cortijo queda más arriba, se oyen voces pero no se ve a nadie. Después entramos en una zona de monte con la pendiente más fuerte, son doscientos o trescientos metros y, de nuevo, las olivas, esta son ya las del Tamborcillo. Poco más allá el cortijillo escondido entre la maleza y los árboles que ellos plantaron y ahora salvajes lo inundan. Por detrás del cortijo está la bajada al royo y el vado para los sesteros, pero esa historia será para otro día, ahora venimos a otra cosa. Toca descanso aprovechando las sombras del cortijo, recuperadas las fuerzas tomamos nuestra sendica que parte de la misma curva que traza el carril que traemos para dirigirse a los altos de Chincolla, justo abandonado el cortijo. El punto de partida no tiene mucha pérdida, no obstante puse un hito. Pronto nos encontramos la gomas que nos marcarán el trayecto obligatorio en fila de a uno. Va recorriendo la loma, acompañando a nuestro Chillar que se oye abajo, en el fondo “chillando” a pesar de que no lleva mucho agua. Enfrente, arriba, ya vemos el mirador del Tapadero por debajo en plena umbría la pista de los Vadillos y, más abajo la que desciende a los cortijos de los Sesteros que los tenemos enfrente, uno de ellos derruido y el de abajo arreglado. Donde la senda que nos lleva sigue obligatoriamente la curva que hace el royo para encajarse aún más en su cañón y ascender dirección a los Vadillos puedo ver junto al mismo royo una tapuela por debajo de estos bonitos cortijos de los Sesteros bajos. Pienso que debe ser por ahí por donde esté el vado para cruzar este bonito curso de vida antes de introducirse en terreno imposible. Continuamos sorteando ramas y arbustos por nuestra veredilla que nos va encajonando cada vez frente a un precioso paredón karstico lleno de bellas oquedades ocupadas de vegetación.
Los niños, unos jabatos. Está la senda mala de andar, en zonas hay troncos caídos que requieren un esfuerzo extra para bordearlos por la parte de arriba, por abajo iríamos derechos al fondo del royo, ¡mejor no mirar!. Como todo tiene su fin, cuando más estábamos disfrutando, un derrumbe en el camino nos detiene. Sitios peores hemos solventado pero, la hora, el calor y los niños nos recomienda ser juiciosos y dejar el riesgo para otro momento. El lugar es abrupto y, un descuido nos puede llevar de cabeza al hoyo. No obstante descansamos antes de organizar la vuelta contemplando esta maravilla.
Waypoints
Intersection
2,057 ft
CRUCE
13-JUL-11 10:29:01
Intersection
2,333 ft
BAJADA AL CHILLAR
13-JUL-11 10:57:26
Comments (3)
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Information
Easy to follow
Scenery
Easy
Utilizamos tu track para subir a las murallas de Chincolla. Ya conocemos otra subida y otra bajada.... El Chillar me parece a mi que es difícil de seguir a no ser que sea dentro del agua, y aún así es complicado. Buen track, como siempre.
Hola María José. Me alegra que os sirviera la pequeña incursión por la acequia que realizamos hace años sin poder llegar al final por las circunstancias que explico en el texto, es algo que aún tengo pendiente. No se por donde subisteis a a Chincolla, si por trocha, o encontrasteis la vieja senda que bajaba a los Riberas que debe estar muy perdida. La bajada de Chincolla la hicisteis creo por la más clásica, la que pega a lo de los Bonicotes que ya debe también estar muy deteriorada, no subo por allí hace tiempo. Bueno, otro pedacico averiguado, enhorabuena. Como bien dices, el Chillar, hace años y ellos vivían allí puede que estuviera practicable, pero ahora debe haber muchísima vegetación y debe ser muy complicado. Saludos y hasta pronto.
Mariano subimos atrochando. Seguimos por la acequia de tu track hasta el final y subimos por una piedra con arco baja, más adelante, en la lancha, hay otra piedra con arco pero más alta. La senda que baja a los Riberas está perdida, el puente de piedra del que nos han hablado no lo encontramos. Mi familia iba por ahí hace 30 años por lo menos. La bajada como tú dices, una antigua escalera. El Chillar es apasionante. Hasta pronto.