Sierra del Cabo de Gata: cerros de San Miguel, de la Testa y de la Revancha
near La Almadraba de Monteleva, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Ruta por la vertiente meridional de la Sierra del Cabo de Gata, subiendo a las cimas de algunos de sus cerros, donde disfrutar de soberbias panorámicas. Lo primero es advertir de la dificultad del recorrido, con mucha piedra y tierra suelta y especialmente complicado un tramo de bajada del cerro de la Testa, que hice por una respetable pedriza; además, salvo en la subida primera a San Miguel, no hay senda clara. Pese a ello, la belleza del entorno compensa con creces.
Aparco junto al Faro de Cabo de Gata, emplazado donde el antiguo castillo de San Francisco de Paula, uno de los que vigilaban desde el siglo XVIII el litoral ante los ataques de los piratas berberiscos. Se llega por la carretera AL-3115, tras pasar los núcleos de población de la Almadraba de Monteleva y la Fabriquilla (desde aquí la carretera asciende y recorre durante un corto tramo un estrecho y vertiginoso acantilado).
Desde el aparcamiento hay que recorrer kilómetro y medio de carretera, hasta llegar a una curva a la izquierda, donde se toma por un senderillo que asciende zigzagueando por el barranco; hay que ir atento a unas flechitas blancas pintadas en las rocas y a los hitos de piedras para no perderlo. Pasamos junto a un aljibe, para abastecimiento de la torre de la Testa, antes de alcanzar una pequeña meseta rectangular, donde posiblemente se alzase un templo dedicado a la diosa griega Afrodita, la Venus romana (en época romana al Cabo de Gata se lo conocía primeramente como “Veneris Iugum”). Desde aquí ya gozamos de magníficas vistas tanto de las Salinas del Cabo de Gata, la extensa playa y el Golfo de Almería a un lado como del Faro, el Arrecife de las Sirenas y Punta Génova al otro. Continuando la senda a la izquierda se llega a la cima de San Miguel, donde seguir recreando la vista.
Hacer cumbre en la Testa ya es otro cantar, con algún que otro pequeño trepe. Su nombre recuerda al testudo romano, la famosa formación defensiva con los escudos sobre las cabezas a imitación del caparazón de una tortuga (desde abajo lo parece). Aquí se alzó a fines del siglo XVI una torre de vigilancia, destruida poco después por un terremoto y reedificada en el siglo XVIII, siendo ocupada por un cabo y dos torreros; su progresivo abandono originó su desaparición a principios del siglo XX (aunque en el XIX se pensó construir aquí el faro, que finalmente se emplazó en su lugar actual). En la Segunda República se empezó la construcción de un cuartel de carabineros, que no se terminó. También aquí se ubicaron en la Guerra Civil defensas antiaéreas y nidos de ametralladoras. Además, en su base quedan los restos de una chimenea para la fundición de plomo, con una canalización que lo llevaba hasta un almacén en La Fabriquilla.
Lo realmente complicado viene ahora, al bajar la Testa por donde buenamente voy pudiendo, buscando el menor desnivel posible; no obstante, al final tengo que bajar por la pedriza mencionada antes, que en algún tramo me obliga a echar el culo a tierra. Ya abajo, llego a la rambla del Corralete, aquí un carril que progresivamente va ascendiendo y estrechándose obligando a veces a ir por su margen derecha. Llegamos a la cabecera de la rambla y nos dirigimos a una loma donde se encuentra una pequeña balsa y un abrevadero y a pocos pasos las ruinas del cortijo. Desde aquí se divisa el vértice geodésico de la Revancha, último cerro de la jornada, al que se llega siguiendo una senda tras pasar por un pequeño collado. Arriba de nuevo espectaculares vistas, divisándose las calas de Monsul (con la Peineta) y de la Media Luna y el Morrón de los Genoveses.
Empiezo la vuelta dejando a mi izquierda la Majada de lo Alto e internándome en un barranco muy frondoso de palmitos (la única palmera autóctona de la Península Ibérica y las Baleares), el Rincón del Bujo, que conecta con la rambla del Corralete más abajo. Termina en la carretera, frente a la playa, desde donde vuelvo al aparcamiento haciendo un pequeño desvío por la pista que lleva a la Vela Blanca para acercarnos al Arrecife de las Sirenas, los restos de una chimenea volcánicas, así conocido desde antiguo por pescadores y marinos probablemente por las numerosas focas monje que había (ya desaparecidas) en esta zona.
Aparco junto al Faro de Cabo de Gata, emplazado donde el antiguo castillo de San Francisco de Paula, uno de los que vigilaban desde el siglo XVIII el litoral ante los ataques de los piratas berberiscos. Se llega por la carretera AL-3115, tras pasar los núcleos de población de la Almadraba de Monteleva y la Fabriquilla (desde aquí la carretera asciende y recorre durante un corto tramo un estrecho y vertiginoso acantilado).
Desde el aparcamiento hay que recorrer kilómetro y medio de carretera, hasta llegar a una curva a la izquierda, donde se toma por un senderillo que asciende zigzagueando por el barranco; hay que ir atento a unas flechitas blancas pintadas en las rocas y a los hitos de piedras para no perderlo. Pasamos junto a un aljibe, para abastecimiento de la torre de la Testa, antes de alcanzar una pequeña meseta rectangular, donde posiblemente se alzase un templo dedicado a la diosa griega Afrodita, la Venus romana (en época romana al Cabo de Gata se lo conocía primeramente como “Veneris Iugum”). Desde aquí ya gozamos de magníficas vistas tanto de las Salinas del Cabo de Gata, la extensa playa y el Golfo de Almería a un lado como del Faro, el Arrecife de las Sirenas y Punta Génova al otro. Continuando la senda a la izquierda se llega a la cima de San Miguel, donde seguir recreando la vista.
Hacer cumbre en la Testa ya es otro cantar, con algún que otro pequeño trepe. Su nombre recuerda al testudo romano, la famosa formación defensiva con los escudos sobre las cabezas a imitación del caparazón de una tortuga (desde abajo lo parece). Aquí se alzó a fines del siglo XVI una torre de vigilancia, destruida poco después por un terremoto y reedificada en el siglo XVIII, siendo ocupada por un cabo y dos torreros; su progresivo abandono originó su desaparición a principios del siglo XX (aunque en el XIX se pensó construir aquí el faro, que finalmente se emplazó en su lugar actual). En la Segunda República se empezó la construcción de un cuartel de carabineros, que no se terminó. También aquí se ubicaron en la Guerra Civil defensas antiaéreas y nidos de ametralladoras. Además, en su base quedan los restos de una chimenea para la fundición de plomo, con una canalización que lo llevaba hasta un almacén en La Fabriquilla.
Lo realmente complicado viene ahora, al bajar la Testa por donde buenamente voy pudiendo, buscando el menor desnivel posible; no obstante, al final tengo que bajar por la pedriza mencionada antes, que en algún tramo me obliga a echar el culo a tierra. Ya abajo, llego a la rambla del Corralete, aquí un carril que progresivamente va ascendiendo y estrechándose obligando a veces a ir por su margen derecha. Llegamos a la cabecera de la rambla y nos dirigimos a una loma donde se encuentra una pequeña balsa y un abrevadero y a pocos pasos las ruinas del cortijo. Desde aquí se divisa el vértice geodésico de la Revancha, último cerro de la jornada, al que se llega siguiendo una senda tras pasar por un pequeño collado. Arriba de nuevo espectaculares vistas, divisándose las calas de Monsul (con la Peineta) y de la Media Luna y el Morrón de los Genoveses.
Empiezo la vuelta dejando a mi izquierda la Majada de lo Alto e internándome en un barranco muy frondoso de palmitos (la única palmera autóctona de la Península Ibérica y las Baleares), el Rincón del Bujo, que conecta con la rambla del Corralete más abajo. Termina en la carretera, frente a la playa, desde donde vuelvo al aparcamiento haciendo un pequeño desvío por la pista que lleva a la Vela Blanca para acercarnos al Arrecife de las Sirenas, los restos de una chimenea volcánicas, así conocido desde antiguo por pescadores y marinos probablemente por las numerosas focas monje que había (ya desaparecidas) en esta zona.
Waypoints
Comments (3)
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No paras!!!!!
Como siempre un lujo las descripciones de las rutas.
Ésta te hubiera gustado, Paco!