Sierra del Camorro de Cuevas Altas. Monumento Natural Falla de la Sierra del Camorro, Cueva de Belda y Ruinas de Medina Belda.
near Cuevas de San Marcos, Andalucía (España)
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Itinerary description
Hoy nos acercamos a Cuevas de San Marcos, pueblo situado en el norte de la provincia de Málaga lindando con Córdoba, para recorrer la interesantísima Sierra del Camorro, donde se encuentra una enorme falla declarada en 1999 Monumento Natural, la Cueva de Belda y los restos del poblado mozárabe Medina Belda. Además, en el recorrido disfrutaremos de vistas sobre cuatro provincias y sobre el mayor embalse de Andalucía, el de Iznájar, sobre el Río Genil.
He calificado esta ruta como difícil tras la intensa charla que hemos mantenido durante la comida posterior. Por distancia y desnivel no creo que merezca esa calificación, sobre todo para una persona acostumbrada a caminar por el monte, pero si es verdad que se trata de una ruta en la que se conjugan varios elementos de cierto riesgo, como son senderos prácticamente inexistentes en laderas con elevado desnivel y vuelo, zonas con importante pendiente con suelo descompuesto y largos tramos sobre lapiaz con ausencia de sendero. Hoy nos acompañaba una persona deportista pero no excesivamente acostumbrado a este tipo de senderos y viendo las dificultades que ha tenido se justifica esta calificación.
Comienza la caminata por un carril que traza un amplio rodeo para facilitar el ascenso por la ladera de la Sierra. Justo al comenzar vemos un indicador de sendero que nos llevaría directamente a la Cueva de Belda, ahorrando sobre un kilómetro a la ruta pero, como esta es bastante corta, preferimos disfrutarla poco a poco y seguimos andando hasta una primera intersección cuyo ramal derecho sube hasta el Mirador del Camorro y las ruinas de Medina Belda (será por donde bajaremos) y el ramal de la izquierda nos lleva hasta la cueva de Belda. Aquí el carril desaparece y nos metemos en un cuidado sendero que nos conduce hasta la escalera de acceso a la Cueva.
Indicar que en la parte baja encontramos otra pequeña cueva, que más parece un refugio y a su lado están las ruinas de una caseta que imagino que en otros tiempos serviría de taquilla. Comienzan unas escaleras metálicas en las que hay que tener cuidado, ya que falta un escalón, otro está suelto y varios más abollados (supongo que será por la caída de piedras de la pared, ya que no quiero pensar que eso sea obra de los energúmenos que se acercan a dejar sus graciosos mensajes en las paredes). La cueva es enorme, tiene unos 200 metros de longitud y está dividida varias salas separadas por imponentes columnas, al final de las cuales hay un pasillo por el que hay que pasar de rodillas y que conduce a otra sala en la que despertamos a algún murciélago. Viene bien llevar una linterna para visitarla.
Desde aquí sale un sendero que conforme se va empinando también se difumina, hasta perderse en varios tramos. De hecho, en el track hay un quiebro con una trepada que hice para ver por donde continuar, yo seguí por ahí para no desandar camino, pero es mejor seguir por abajo rodeando la roca. Este sendero, marcado con puntos rojos sobre algunas piedras, va apareciendo y desapareciendo hasta dar el rodeo que nos encara con el Cerro Cuevas Altas, donde entramos en una zona de lapiaz en la que se sube por donde mejor parezca. Yo me fui hacia la izquierda pues vi un gran grupo de cabras en aquella zona, pero Alfonso subió por la derecha ya que por allí vio otro grupo de cabras, mientras que Poche y Luis ascendieron de forma más directa.
Desde la cima del Cuevas Altas tenemos unas vistas impresionantes, aunque algo limitadas por la calima y allí permanecemos un largo rato haciendo las fotos de rigor y discutiendo sobre las zonas que veíamos. Iniciamos el descenso para alcanzar el cordal de la Sierra; nuevamente el sendero es confuso y conviene indicar que hay que empezar con una fácil destrepada hacia el lado izquierdo para rodear por su base el saliente rocoso y seguir por el cordal hacia el poste de alta tensión. En este punto abandonamos el cordal para bajar a media ladera por otro difuso sendero y una vez pasados los primeros promontorios, iniciamos un nuevo ascenso por un pequeño laberinto de rocas, hasta el cerro final del otro extremo de la Sierra, donde se encuentra anclada una cruz metálica.
Desde esta referencia descendemos hacia los restos del poblado de Medina Belda, fundado por los romanos y después aprovechado por los árabes. Quedan poco más que los dibujos de las edificaciones en el suelo, que nos permiten elucubrar sobre como habría sido este asentamiento. Tras dar un buen rodeo debemos buscar el único lugar por el que es posible el descenso, un empinado sendero bastante resbaladizo que a medio camino cuenta con una maroma a modo de pasamanos y después una escalera metálica que permite salvar la pared vertical. Llegamos al Mirador del Camorro y desde ahí al carril por el que habíamos iniciado la ruta.
He calificado esta ruta como difícil tras la intensa charla que hemos mantenido durante la comida posterior. Por distancia y desnivel no creo que merezca esa calificación, sobre todo para una persona acostumbrada a caminar por el monte, pero si es verdad que se trata de una ruta en la que se conjugan varios elementos de cierto riesgo, como son senderos prácticamente inexistentes en laderas con elevado desnivel y vuelo, zonas con importante pendiente con suelo descompuesto y largos tramos sobre lapiaz con ausencia de sendero. Hoy nos acompañaba una persona deportista pero no excesivamente acostumbrado a este tipo de senderos y viendo las dificultades que ha tenido se justifica esta calificación.
Comienza la caminata por un carril que traza un amplio rodeo para facilitar el ascenso por la ladera de la Sierra. Justo al comenzar vemos un indicador de sendero que nos llevaría directamente a la Cueva de Belda, ahorrando sobre un kilómetro a la ruta pero, como esta es bastante corta, preferimos disfrutarla poco a poco y seguimos andando hasta una primera intersección cuyo ramal derecho sube hasta el Mirador del Camorro y las ruinas de Medina Belda (será por donde bajaremos) y el ramal de la izquierda nos lleva hasta la cueva de Belda. Aquí el carril desaparece y nos metemos en un cuidado sendero que nos conduce hasta la escalera de acceso a la Cueva.
Indicar que en la parte baja encontramos otra pequeña cueva, que más parece un refugio y a su lado están las ruinas de una caseta que imagino que en otros tiempos serviría de taquilla. Comienzan unas escaleras metálicas en las que hay que tener cuidado, ya que falta un escalón, otro está suelto y varios más abollados (supongo que será por la caída de piedras de la pared, ya que no quiero pensar que eso sea obra de los energúmenos que se acercan a dejar sus graciosos mensajes en las paredes). La cueva es enorme, tiene unos 200 metros de longitud y está dividida varias salas separadas por imponentes columnas, al final de las cuales hay un pasillo por el que hay que pasar de rodillas y que conduce a otra sala en la que despertamos a algún murciélago. Viene bien llevar una linterna para visitarla.
Desde aquí sale un sendero que conforme se va empinando también se difumina, hasta perderse en varios tramos. De hecho, en el track hay un quiebro con una trepada que hice para ver por donde continuar, yo seguí por ahí para no desandar camino, pero es mejor seguir por abajo rodeando la roca. Este sendero, marcado con puntos rojos sobre algunas piedras, va apareciendo y desapareciendo hasta dar el rodeo que nos encara con el Cerro Cuevas Altas, donde entramos en una zona de lapiaz en la que se sube por donde mejor parezca. Yo me fui hacia la izquierda pues vi un gran grupo de cabras en aquella zona, pero Alfonso subió por la derecha ya que por allí vio otro grupo de cabras, mientras que Poche y Luis ascendieron de forma más directa.
Desde la cima del Cuevas Altas tenemos unas vistas impresionantes, aunque algo limitadas por la calima y allí permanecemos un largo rato haciendo las fotos de rigor y discutiendo sobre las zonas que veíamos. Iniciamos el descenso para alcanzar el cordal de la Sierra; nuevamente el sendero es confuso y conviene indicar que hay que empezar con una fácil destrepada hacia el lado izquierdo para rodear por su base el saliente rocoso y seguir por el cordal hacia el poste de alta tensión. En este punto abandonamos el cordal para bajar a media ladera por otro difuso sendero y una vez pasados los primeros promontorios, iniciamos un nuevo ascenso por un pequeño laberinto de rocas, hasta el cerro final del otro extremo de la Sierra, donde se encuentra anclada una cruz metálica.
Desde esta referencia descendemos hacia los restos del poblado de Medina Belda, fundado por los romanos y después aprovechado por los árabes. Quedan poco más que los dibujos de las edificaciones en el suelo, que nos permiten elucubrar sobre como habría sido este asentamiento. Tras dar un buen rodeo debemos buscar el único lugar por el que es posible el descenso, un empinado sendero bastante resbaladizo que a medio camino cuenta con una maroma a modo de pasamanos y después una escalera metálica que permite salvar la pared vertical. Llegamos al Mirador del Camorro y desde ahí al carril por el que habíamos iniciado la ruta.
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