Sierra del Corque y Barranco de la Artesica (Capres - Fortuna)

Dice Pepe Marcos: 7 de Enero. Lunes pero sin embargo festivo. Posibilidad, por tanto, de salir de nuevo a la montaña. No desaprovechamos la oportunidad. Hacía tiempo que le teníamos (tenía) echado el ojo a la Sierra del Corqué. Cerca de la espectacular Sierra de la Pila en varias ocasiones sendereada, aquélla nunca había sido sendereada. Por ello, Pilar, Paco y el que suscribe nos acercamos a la pedanía de Fortuna llamada Caprés para, tras aparcar el coche en el Centro Cívico de la mentada localidad, comenzar una nueva excursión montañera. En dirección norte empezamos nuestro devenir encontrándonos, a los pocos hectómetros el primer ( y único eso sí), contratiempo de la jornada. El camino por el que debíamos pasar estaba cerrado por existir vivienda privada, por lo que, con tiento, pudimos “evadirlo” por su parte derecha sin invadir terreno “ajeno” y con cuidadico ya que estábamos en zona donde un resbalón podía provocar una caida a zona muy desnivelada. Tras superar este “escollo”, viramos nuestra dirección hacia el este y en contínuo ascenso tenue por camino muy quebrado llegar, tras un breve giro hacia el norte al Barranco de la Artesica. A un servidor, esta zona, sinceramente, le ha gustado; mantiene el ascenso contínuo por terreno en general muy bien “encauzado”, en total umbría y con mínimas complicaciones. Siempre teniendo a nuestra izquierda el Cerro del Agudico, transitamos por el mencionado accidente orográfico durante, aproximadamente, un kilómetro y medio, hasta que, a nuestra izquierda, se nos ofreció una estrecha, bonita y empinada senda por la que salimos de la rambla y por la que discurrimos durante un entretenido y, por momentos, sufridico y pausado kilómetro hasta llegar a una zona de cerro. Desde allí, estrecha senda ascendente en dirección sur y oeste que, tras cuatrocientos metros nos llevó al punto más alto de nuestra sierra de hoy. Estábamos a 785 mts. sobre el nivel del mar (como bien reza el “estandarte” allí plantado. Desde allí, sin duda, las vistas resultaron muy, muy bonitas. Al norte se nos ofrecía la Sierra de la Pila y algo más lejos repuntando el Carche; al oeste cercano la bonita Sierra de Lugar (pendiente de visitar); al oeste lejano y de norte a sur: Sierra del Oro, Ricote, Pedro Ponce y Espuña; al sur-sureste Sierras de Orihuela y Callosa; y al este la Sierra de Abanilla (desde el Zulum al Agudo) y, más al fondo, la Sierra de Crevillente. Por último, más al sur y con visión algo más compleja por el enfoscamiento reinante, Columbares, El Valle y Carrascoy. La paradica fue larga (casi media hora en este precioso lugar) ya que, además de reponer fuerza y visionar lo anteriormente relatado, Pilar se encargó de “firmar” en el coqueto libro allí depositado, dejando y testificando de la presencia de los “Siete Magníficos” en este, reitero, bonito lugar. Tras ello, tocaba bajar. Con cuidado ya que el terreno trasmitía cuidado por la presencia de piedra suelta, realizamos, ahora en sentido descendente, el tramo común hasta la zona de collado. Desde aquí, sin prisa pero con tiento (ya que el camino era ancho pero inclinado y quebrado), fuimos descendiendo progresivamente observando las verticales paredes del norte de la zona oeste de la Sierra; poco a poco logramos ir saliendo de ella y, tras algo más de un kilómetro y medio, llegar a zona de camino asfaltado entre algunas casas de campo y almendros en flor para, virando en dirección este, llegar, de forma tranquila (visitando algún aljibe y casa cueva) tras dos kilómetros y medio a nuestro punto de origen completando la circular. Fueron en total casi nueve kilómetros realizados en poco menos de tres horas y tres cuartos (sin parar reloj) con un desnivel positivo de algo más de cuatrocientos metros. Tras terminar, camino directo a Guadalupe donde, en nuestro Mochuelo amigo se nos unió Miguel Ángel y terminamos la fiesta. El próximo domingo, seguro, alguna zona de nuestra orografía regional será sendereada. Saludos.