Sierra Madrona: Bañuela por Barranco de Piedra Escrita. Sierra de Navalmanzano hasta Encebre (circular dsd Piedra Escrita)

Salgo desde el Aparcamiento del Abrigo de Piedra Escrita cogiendo la pista que se interna en el Monte Público de Fuencaliente. En la primera curva me desvío hacia el Barranco de Piedra Escrita. En un principio voy por pista, pero pronto que convierte en sendero señalizado. No hay pérdida. La subida es exigente hasta que llegamos a una mesas calizas, justo después de cruzar por segunda vez el Arroyo de Piedra Escrita. Desde la lagunilla tramposa para que los animales bajen a beber y sean blanco fácil (me cruce con decenas de ciervos y con un jabatillo que me puso en guardia por si venía la madre) hasta el Collado de Hornilleros la pendiente se suaviza. Giramos a la derecha en el collado para buscar Bañuela. Hacemos un par de km por falso llano hasta llegar a unos riscos donde la pendiente vuelve a aumentar, aunque Bañuela está muy cerca. Desde el maltrecho vértice hay una panorámica preciosa de Sierra Quintana, la de Navalmanzano en la que nos encontramos y los valles cercanos (Alcudia, Valmayor...). Tardé una hora y cuarto en tocar el vértice.

Desde aquí empieza la aventura. La idea era seguir por la Sierra de Navalmanzano hasta el Collado del Encebre. Encontré un par de tracks en Wikiloc de usuarios no muy habituales, pero sin miedo me decidí a tirar por ahí. Tardé una hora y tres cuartos en hacer menos de 5 km. El sendero está perdido. De vez en cuando aparecen hitos que se celebran como una meta, pero pocos. La vegetación es abundante y molesta en la mayor parte del tiempo. Puede hacerse, pero hay que ser conscientes de que es duro, lento y, a veces, desesperante. Hay que tener buena orientación o seguir un track como este. Lo bueno fue que me crucé con decenas de ciervos y otros animales, extrañados de que un humano andara por allí. Cerro Coleto no se encara, sino que se comienza la bajada hacia Encebre por su falda oeste. La última parte de la bajada al collado del Encebre es más clara, afortunadamente.

La idea era encarar, desde el collado, las pinturas del Morrón del Pino por el sendero señalizado, y después hollar Burcio del Pino y su vértice. Pero entonces la ruta se hubiera ido a 7 horas y no tenía agua ni comida para ello. Además la calor apretaba. Así que lo dejo pendiente para otoño y emprendí regreso por pista, en mal estado, pero que parecía una autopista en comparación de por donde había transitado por la Sierra de Navalmanzano. A buen ritmo llegué al aparcamiento de inicio en menos de hora y media, cinco horas en total.