Sierra Morena-Santa Elena (Jaén): En torno de la Aliseda (I)
near La Aliseda, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Planificación para la ruta del Club.
La ruta apenas tiene dificultad, la novedad es que no se pisa pista o asfalto nada más que para cruzarlo. Podría hacerse el doble de los kilómetros recorridos, siempre por senda y bosque pero hoy solo disponíamos de la mañana para el propósito. Solo una tachuela, el monte de los olivares, allí donde cuentan que el Miramamolín planto su tienda bermeja para divisar los movimientos de las tropas cristianas en su avance hacia los llanos de las Américas, se encuentra en un deplorable estado de vegetación, gracias a que se nos cruzó una senda que no esperábamos y nos sacó del apuro.
Partimos del área recreativa de la Aliseda, el otoño se sale en el paraje, los castaños se resisten un año más a fenecer, el río de la Campana luce sus mejores galas en este otoño lluvioso. Tomamos el GR-48 para abandonarlo pronto por una trocha que nos eleva a un cerro amesetado que nos permite las primeras vistas de la cuerda de Despeñaperros, Castro Ferral incluido. Este sendero nos conecta la zona de la Aliseda con la carretera que asciende a Santa Elena. Acompañamos unos metros la carretera por un sendero que transcurre junto al arroyo y en la siguiente curva pasado el desvío hacia el barranco del lobo la cruzamos detectando otro sendero que rápidamente asciende con ímpetu hasta otro bosque despejado donde los rayos de luz crean auténticas virguerías. Recorremos el sendero en su totalidad hasta que desciende hasta una vaguada donde cruza el arroyo Quiñones, estamos a escasos quinientos metros del Museo de interpretación de la batalla de las navas de Tolosa, en la ladera de los cerros de las viñas y, en lugar de continuar al frente, giramos a la izquierda para poner rumbo al cerro de los Olivares. Por esta zona hay que andar con cuidado porque en la época de primavera y verano situan un buen colmenar. Llegamos a la puerta E del criadero de linces y continuamos paralelos a la carretera para cruzarla antes de que se una a la que comunica Santa Elena con Miranda. Atravesamos un pinar despejado y nos metemos intuitivamente por un cortafuegos realizado para los postes de luz y aunque ocupado en su inicio por abundantes jara, podemos seguir sin dificultad. Pegados siempre al monte intentando descubrir algún senderillo que nos introduzca por esta parte del cero de los Olivares descubro una traza y sin pensarlo me aventuro, el resultado un franco enmatojamiento de jaras que me obliga a retroceder y, en esas, me topo con una senda de saca de corcho preciosa que bordea toda la cara W del cerro y me lleva hasta un lugar despejado desde donde las vistas del cerro de la Estrellas, Montón de Trigo, riscas de las Grajas e incluso Castro Ferral y la cuerda de Despeñaperros son inmejorables. Aquí encontramos la razón de porque el Miramamolín eligió este lugar como puesto de mando. Tras un merecido descanso y avituallamiento emprendemos la marcha intuyendo hacia donde nos dirige el sendero que llevamos. Efectivamente, tras probar una variante que acaba en unos buenos alcornoques, el sendero conecta con el que ehmos empleado en otras ocasiones para subir al cerro de los Olivares. Este nois baja próximos a la valla del criadero de linces y nos deja junto a la puerta W. De ahí buscamos el cruce con el barranco del lobo y unos metros más arriba nos desviamos de nuevo por otra vaguada continuando senderos que nos introducen en bosques en los que solo falta que los duendes se hagan visibles. Acabamos en la ceja de barranquete del arroyo de las Américas con las vistas de un cortijo desconocido que habrá que investigar. Descendemos por la vaguada hasta un pinar de buenos ejemplares que nos sirven de guía junto al arroyo de las américas que unos metros más abajo se entrega al incipiente río de la Campana. Ya nos queda patear el tramo de calzada romana paralela a un gustosísimo cauce hasta llegar al puente de la Aliseda donde el otoño nos espera de nuevo con los brazos abiertos.
La ruta apenas tiene dificultad, la novedad es que no se pisa pista o asfalto nada más que para cruzarlo. Podría hacerse el doble de los kilómetros recorridos, siempre por senda y bosque pero hoy solo disponíamos de la mañana para el propósito. Solo una tachuela, el monte de los olivares, allí donde cuentan que el Miramamolín planto su tienda bermeja para divisar los movimientos de las tropas cristianas en su avance hacia los llanos de las Américas, se encuentra en un deplorable estado de vegetación, gracias a que se nos cruzó una senda que no esperábamos y nos sacó del apuro.
Partimos del área recreativa de la Aliseda, el otoño se sale en el paraje, los castaños se resisten un año más a fenecer, el río de la Campana luce sus mejores galas en este otoño lluvioso. Tomamos el GR-48 para abandonarlo pronto por una trocha que nos eleva a un cerro amesetado que nos permite las primeras vistas de la cuerda de Despeñaperros, Castro Ferral incluido. Este sendero nos conecta la zona de la Aliseda con la carretera que asciende a Santa Elena. Acompañamos unos metros la carretera por un sendero que transcurre junto al arroyo y en la siguiente curva pasado el desvío hacia el barranco del lobo la cruzamos detectando otro sendero que rápidamente asciende con ímpetu hasta otro bosque despejado donde los rayos de luz crean auténticas virguerías. Recorremos el sendero en su totalidad hasta que desciende hasta una vaguada donde cruza el arroyo Quiñones, estamos a escasos quinientos metros del Museo de interpretación de la batalla de las navas de Tolosa, en la ladera de los cerros de las viñas y, en lugar de continuar al frente, giramos a la izquierda para poner rumbo al cerro de los Olivares. Por esta zona hay que andar con cuidado porque en la época de primavera y verano situan un buen colmenar. Llegamos a la puerta E del criadero de linces y continuamos paralelos a la carretera para cruzarla antes de que se una a la que comunica Santa Elena con Miranda. Atravesamos un pinar despejado y nos metemos intuitivamente por un cortafuegos realizado para los postes de luz y aunque ocupado en su inicio por abundantes jara, podemos seguir sin dificultad. Pegados siempre al monte intentando descubrir algún senderillo que nos introduzca por esta parte del cero de los Olivares descubro una traza y sin pensarlo me aventuro, el resultado un franco enmatojamiento de jaras que me obliga a retroceder y, en esas, me topo con una senda de saca de corcho preciosa que bordea toda la cara W del cerro y me lleva hasta un lugar despejado desde donde las vistas del cerro de la Estrellas, Montón de Trigo, riscas de las Grajas e incluso Castro Ferral y la cuerda de Despeñaperros son inmejorables. Aquí encontramos la razón de porque el Miramamolín eligió este lugar como puesto de mando. Tras un merecido descanso y avituallamiento emprendemos la marcha intuyendo hacia donde nos dirige el sendero que llevamos. Efectivamente, tras probar una variante que acaba en unos buenos alcornoques, el sendero conecta con el que ehmos empleado en otras ocasiones para subir al cerro de los Olivares. Este nois baja próximos a la valla del criadero de linces y nos deja junto a la puerta W. De ahí buscamos el cruce con el barranco del lobo y unos metros más arriba nos desviamos de nuevo por otra vaguada continuando senderos que nos introducen en bosques en los que solo falta que los duendes se hagan visibles. Acabamos en la ceja de barranquete del arroyo de las Américas con las vistas de un cortijo desconocido que habrá que investigar. Descendemos por la vaguada hasta un pinar de buenos ejemplares que nos sirven de guía junto al arroyo de las américas que unos metros más abajo se entrega al incipiente río de la Campana. Ya nos queda patear el tramo de calzada romana paralela a un gustosísimo cauce hasta llegar al puente de la Aliseda donde el otoño nos espera de nuevo con los brazos abiertos.
Waypoints
Comments (2)
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Enhorabuena por la ruta, que tal esta para hacerla con niños?
Si, si están acostumbrados. Tiene algunas trochas para evitar cortafuegos y asfalto que son más delicadas. Por la zona media de la ruta hicieron trabajos forestales y desconozco si habrán borrado alguna senda. Es una ruta con poca exigencia física y entretenida.