Sierra Morena (Jaen): Santuario Virgen de la Cabeza-Viñas Peñallana Gr-48-Jaen
near Virgen de la Cabeza, Andalucía (España)
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Itinerary description
Segunda etapa del transcurrir por la provincia de Jaén del GR-48 o sendero de Sierra Morena. La etapa circula desde el Santuario de la Morenita hasta las Viñas de Peñallana, justo en el cruce de los Escoriales, desde donde arrancará la siguiente etapa.
Descendemos por la empinada vía peatonal (el “penaero” del peregrino) que nos saca a la carretera.
Continuamos bajando entre las casas de las cofradías, saliendo definitivamente del poblado que estas han conformado junto a la hermosa casa-hermandad de Alcalá la Real. Seguiremos un constante descenso hasta el mismo puente de hierro. La primera parte desciende por el cerro del Cabezo para adentrarse, mientras nos alejamos del Santuario en un pinar de repoblación de pino piñonero que se irá alternando a lo largo del recorrido con monte mediterraneo. Pasamos junto a la huerta de los frailes y seguimos por el entorno de arroyo del Membrillar. Desde la altura que nos gobierna divisamos en el horizonte el perfil de Sierra Mágina con su Aznaitín solitario y la loma de Mágina y Peña Jaén, y me viene a la mente que por allí, cresteando por aquellos pedregales andarán mis amigos serranos para los que tengo un recuerdo. Mirando a este horizonte me distraen las siluetas de los buitres que intentan tomar altura buscando una corriente cálida que los asciendan sin gastar demasiada energía. Conforme nos introducimos en el bosque, comenzamos a escuchar el berreo desesperado de los cérvidos machos que les lleva hasta la inanición absoluta. La berrea es un “canto de sirenas” del que podemos disfrutar en nuestros montes cada año, cíclicamente, y en estos lugares resulta en cierto modo mágico dado que cumple el principio de que se escucha, pero no se ve.
Atravesamos un denso berrocal, típico de esta nuestra Sierra Morena, que se mostrará presente a lo largo de toda la etapa pudiendo comprobarse que también fue materia prima para la construcción en la zona en un colladete desde donde disfrutaremos de impresionantes vistas. Bajamos a la vaguada aproximándonos al primer descanso en la ruta que alcanzaremos tras uno de los pocos repechones que nos encontraremos hoy: el área recreativa de el Jabalí. Se encuentra próxima a la carretera que conduce a nuestro punto de inicio y toma su nombre de la curiosa escultura en granito que preside la máxima altura, obra del iliturgitano Luís Aldehuela. Por detrás de nuestro jabalí, seguimos el camino descendiendo de nuevo, sin alejarnos demasiado de la carretera para, tras un segundo repechón, alcanzar el mirador del Coscojal. En el camino descubrimos que un lince ha realizado ya el sendero, dejando huellas evidentes de su paso.Desde este mirador cercano al cerro del mismo nombre se abre una ámplia panorámica de la sierra. Toma su nombre de la variedad predominante, en otros momentos más abundante, la coscoja o chaparro, un quercus abundante en la zona. Es un buen momento para reponer fuerzas e hidratarnos contemplando las agradables vistas con las que nos regala el día y el paisaje. Se vuelve a notar el otoño en esta altura, da “repelus” el biruje que corre.
Desde aquí debemos dirigirnos hacia la carretera que cruzaremos con precaución para circular un breve tramo paralelos a ella. En esto, Pedro nos advierte de un curioso nido de golondrina existente en un tubo de canalización bajo la carretera. Continuamos y encontramos una puerta que debemos abrir (y dejar cerrada) por la que accedemos a un cortafuegos que nos alejará de la carretera y nos permitirá enlazar con nuestro camino. Continuamos por el cortafuegos hasta conectar con un camino perpendicular que tomaremos a la derecha, para dirigirnos ya directos al embalse del Encinarejo. En la primera parte de este camino, vemos curiosos cercados que se usan para el desarrollo de conejos que dan sustento al lince. Transcurrimos por un hermoso pinar de pino piñonero con algunos ejemplares de buen porte.También encontramos, tras pasar nuevamente un berrocal una pequeña y curiosa plantación de Piruétano o peral silvestre.Más adelante observamos un curioso artilugio o ingenio para detectar el paso del lice, compuesto por una cámara fotográfica símbiotica con el medio y un elemento que hace que el felino se detenga en su camino. Continuamos por estas lomas, de “Vaciabolsas” que según nos cuentan puede tomar el topónimo de algún bandorero que pululó por la zona, comenzando un fuerte y complicado descenso hacia el Jandula por entre bloques graníticos, agravado por la arenilla suelta producto de la erosión de estos, aquí conocida como “saliega” y cuyo término dio nombre a la primera hembra de lince ibérico que tuvo la primera camada en cautividad en el parque . Sabremos que hemos terminado la bajada al llegar a una puerta de salida del recinto protegido que ahora abandonaremos (sin olvidar de cerrarla) encontrándonos de cara con el río Jandula y el embalse del Encinarejo a la vez central hidroelectrica con su poblado de la época de su construcción. Nos espera un gratificante paseo junto a la ribera de este río contemplando su variada vegetación y avistando la impresionante dehesa del otro lado. En el camino hay observatorios cinegéticos bastante visitados y, poco a poco, casi sin darnos cuenta, nos encontramos en el puente de hierro junto a la carretera que asciende al Santuario por la que deberemos trancurrir a partir de ahora para completar el último tramo hasta las Viñas. El camino es ascendente, sinuoso y entraña cierto riesgo y peligro porque el arcén es escaso y la circulación en fines de semana abundante. También aquí, como en Despeñaperros, encontramos un barranco de Valdeinfierno donde el bosque mediterraneo sustituye al pinar de repoblación que nos acompañaba. Al iniciar la parte más inclinada de la subida, en una curva, divisamos la famosa “piedra que habla” que recoje en una de las caprichosas piedras graníticas del camino unos versos fechados en 1923 referentes a la peregrinación al Cabezo. Más arriba llegando casi al collado donde terminaremos la ruta el camino nos deleita con una última mirada a la sierra, especialmente al Santuario. Se conoce como el Mirador del Peregrino donde hay una estatua de un hombre enseñandole el Santuario a un niño.Bonito cierre para la excursión que, en apenas 1 kilómetro terminaremos en el cruce de las Viñas con la carretera de los Escoriales, no sin antes contemplar una curiosa capilla natural con una pintura de la Morenita realizada en la piedra, fruto del fervor peregrino que se disfruta en este camino. En el cruce anteriormente mencionado termina nuestra ruta y comienza la 3ª etapa. Pero eso será otra historia.
Descendemos por la empinada vía peatonal (el “penaero” del peregrino) que nos saca a la carretera.
Continuamos bajando entre las casas de las cofradías, saliendo definitivamente del poblado que estas han conformado junto a la hermosa casa-hermandad de Alcalá la Real. Seguiremos un constante descenso hasta el mismo puente de hierro. La primera parte desciende por el cerro del Cabezo para adentrarse, mientras nos alejamos del Santuario en un pinar de repoblación de pino piñonero que se irá alternando a lo largo del recorrido con monte mediterraneo. Pasamos junto a la huerta de los frailes y seguimos por el entorno de arroyo del Membrillar. Desde la altura que nos gobierna divisamos en el horizonte el perfil de Sierra Mágina con su Aznaitín solitario y la loma de Mágina y Peña Jaén, y me viene a la mente que por allí, cresteando por aquellos pedregales andarán mis amigos serranos para los que tengo un recuerdo. Mirando a este horizonte me distraen las siluetas de los buitres que intentan tomar altura buscando una corriente cálida que los asciendan sin gastar demasiada energía. Conforme nos introducimos en el bosque, comenzamos a escuchar el berreo desesperado de los cérvidos machos que les lleva hasta la inanición absoluta. La berrea es un “canto de sirenas” del que podemos disfrutar en nuestros montes cada año, cíclicamente, y en estos lugares resulta en cierto modo mágico dado que cumple el principio de que se escucha, pero no se ve.
Atravesamos un denso berrocal, típico de esta nuestra Sierra Morena, que se mostrará presente a lo largo de toda la etapa pudiendo comprobarse que también fue materia prima para la construcción en la zona en un colladete desde donde disfrutaremos de impresionantes vistas. Bajamos a la vaguada aproximándonos al primer descanso en la ruta que alcanzaremos tras uno de los pocos repechones que nos encontraremos hoy: el área recreativa de el Jabalí. Se encuentra próxima a la carretera que conduce a nuestro punto de inicio y toma su nombre de la curiosa escultura en granito que preside la máxima altura, obra del iliturgitano Luís Aldehuela. Por detrás de nuestro jabalí, seguimos el camino descendiendo de nuevo, sin alejarnos demasiado de la carretera para, tras un segundo repechón, alcanzar el mirador del Coscojal. En el camino descubrimos que un lince ha realizado ya el sendero, dejando huellas evidentes de su paso.Desde este mirador cercano al cerro del mismo nombre se abre una ámplia panorámica de la sierra. Toma su nombre de la variedad predominante, en otros momentos más abundante, la coscoja o chaparro, un quercus abundante en la zona. Es un buen momento para reponer fuerzas e hidratarnos contemplando las agradables vistas con las que nos regala el día y el paisaje. Se vuelve a notar el otoño en esta altura, da “repelus” el biruje que corre.
Desde aquí debemos dirigirnos hacia la carretera que cruzaremos con precaución para circular un breve tramo paralelos a ella. En esto, Pedro nos advierte de un curioso nido de golondrina existente en un tubo de canalización bajo la carretera. Continuamos y encontramos una puerta que debemos abrir (y dejar cerrada) por la que accedemos a un cortafuegos que nos alejará de la carretera y nos permitirá enlazar con nuestro camino. Continuamos por el cortafuegos hasta conectar con un camino perpendicular que tomaremos a la derecha, para dirigirnos ya directos al embalse del Encinarejo. En la primera parte de este camino, vemos curiosos cercados que se usan para el desarrollo de conejos que dan sustento al lince. Transcurrimos por un hermoso pinar de pino piñonero con algunos ejemplares de buen porte.También encontramos, tras pasar nuevamente un berrocal una pequeña y curiosa plantación de Piruétano o peral silvestre.Más adelante observamos un curioso artilugio o ingenio para detectar el paso del lice, compuesto por una cámara fotográfica símbiotica con el medio y un elemento que hace que el felino se detenga en su camino. Continuamos por estas lomas, de “Vaciabolsas” que según nos cuentan puede tomar el topónimo de algún bandorero que pululó por la zona, comenzando un fuerte y complicado descenso hacia el Jandula por entre bloques graníticos, agravado por la arenilla suelta producto de la erosión de estos, aquí conocida como “saliega” y cuyo término dio nombre a la primera hembra de lince ibérico que tuvo la primera camada en cautividad en el parque . Sabremos que hemos terminado la bajada al llegar a una puerta de salida del recinto protegido que ahora abandonaremos (sin olvidar de cerrarla) encontrándonos de cara con el río Jandula y el embalse del Encinarejo a la vez central hidroelectrica con su poblado de la época de su construcción. Nos espera un gratificante paseo junto a la ribera de este río contemplando su variada vegetación y avistando la impresionante dehesa del otro lado. En el camino hay observatorios cinegéticos bastante visitados y, poco a poco, casi sin darnos cuenta, nos encontramos en el puente de hierro junto a la carretera que asciende al Santuario por la que deberemos trancurrir a partir de ahora para completar el último tramo hasta las Viñas. El camino es ascendente, sinuoso y entraña cierto riesgo y peligro porque el arcén es escaso y la circulación en fines de semana abundante. También aquí, como en Despeñaperros, encontramos un barranco de Valdeinfierno donde el bosque mediterraneo sustituye al pinar de repoblación que nos acompañaba. Al iniciar la parte más inclinada de la subida, en una curva, divisamos la famosa “piedra que habla” que recoje en una de las caprichosas piedras graníticas del camino unos versos fechados en 1923 referentes a la peregrinación al Cabezo. Más arriba llegando casi al collado donde terminaremos la ruta el camino nos deleita con una última mirada a la sierra, especialmente al Santuario. Se conoce como el Mirador del Peregrino donde hay una estatua de un hombre enseñandole el Santuario a un niño.Bonito cierre para la excursión que, en apenas 1 kilómetro terminaremos en el cruce de las Viñas con la carretera de los Escoriales, no sin antes contemplar una curiosa capilla natural con una pintura de la Morenita realizada en la piedra, fruto del fervor peregrino que se disfruta en este camino. En el cruce anteriormente mencionado termina nuestra ruta y comienza la 3ª etapa. Pero eso será otra historia.
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