SIERRA SUR - Montellano - Monumento Natural Tajos de Mogarejo - Molino del Pintado - Palomar - Arroyo Salado de Morón

Aparcamos junto al Asador abandonado de San Sebastián y enseguida empezamos a andar por el Cordel de los Puertos a Montellano bordeado de lentiscos, acebuches, palmitos y otros arbustos. Hoy nos encontramos los girasoles dando color al entorno.

Vamos viendo ranchos como el de José Noguerón. En todo momento el arroyo Salado de Morón queda a nuestra derecha, aunque nos lo hemos encontrado seco, algo que luego nos facilitará la ruta.

A lo lejos ya vamos viendo el desfiladero por el que cruza el arroyo para salvar la masa de areniscas y calcarenitas formando este singular enclave monumento natural Tajos de Mogarejo.

Los Tajos de Mogarejo, zona de gran valor paisajístico declarada Monumento Natural por la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, conforman una gran depresión del terreno, en una zona eminentemente llana, formando un desfiladero con paredes escarpadas de más de 30 m de altura, en cuyo interior se crean condiciones idóneas para el desarrollo de una vegetación singular, muy diferente de la del entorno. Los Tajos han sido excavados por el Salado de Morón, arroyo que recorre el término de Montellano de este a oeste. En esta zona, el arroyo discurre entre calcarenitas y areniscas carbonatadas, que han sufrido procesos de micromodelado en las paredes de los escarpes, dando lugar a la formación de oquedades o concavidades esféricas llamadas taffoni, o alveolos si son de menor diámetro.

Poco más de 3 kilómetros y frente a un cortijo, giramos a la derecha, al fondo vemos la torre Lopera.

Vamos por un senderito que nos lleva a todos nuestros objetivos de hoy, Molino "Pintao", palomares, azud, puente de la Vera Cruz del siglo XVII, miradores naturales, canteras... y todo ello recorriendo las laderas plagadas de taffonis del M.N. Tajos de Mogarejo.

Llegamos al conjunto y empezamos por el Palomar del "Pintao". Pudo albergar cerca de mil nidos a lo largo y ancho de su interior. Aprovechado al máximo, fue muy conocido el palomar del Pintao hasta bien avanzado el S. XX. Desde sus nidos salían palomas para diversos puntos de los alrededores. Palomeras con forma de cántaras embutidas en las paredes dominan en uno de los laterales.

Seguimos por el molino harinero. El interior de la torre del molino también fue forrado de palomeras. Este molino cuenta con un pasado y una importancia ganada a pulso por los molineros a los que acudían con sus cereales los agricultores de la campiña sevillana.

Salimos del molino en busca del cao que aportaba el potencial hidráulico al molino, lo encontramos enseguida y lo seguimos en busca de la zúa o azud correspondiente.

Volvemos sobre nuestros pasos y nos vamos al puente de la Vera Cruz, de un solo arco, airoso, aunque muy deteriorado ha aguantado desde el siglo XVII los embates del arroyo y del tiempo. Una posible explicación de la existencia del bonito puente, por el que no cruza ninguna vía pecuaria, es la cercanía del importante molino Pintao y las canteras que aseguran produjeron sillares para el Cabildo de la catedral de Sevilla.

Una vez cruzado el puente encontramos una estrecha senda que da a un olivar. Siguiendo el río encontramos un gran barranco sobre el cauce que nos sirve de mirador. Desde aquí vemos el espectacular conjunto de taffonis en los Tajos.

La mayoría de los tracks acaban aquí, pero nosotros queremos seguir, así que aprovechamos el cauce seco del arroyo Salado, avanzamos por el interior hasta llegar a un pozo y un azud. Enfrente de los mismos, un estrecho sendero nos permite salir del mismo. Una vista hacia arriba y vemos las canteras que se distribuyen a ambos lados del cauce. Los materiales extraídos se utilizaron en la catedral de Sevilla y edificaciones de la comarca.

El sendero nos lleva a unos bonitos llanos llenos de cardos. Desde los llanos, y tras cruzar sin problemas el arroyo Salado de Morón, enlazamos con la Cañada Real de Morón o de la Charca que nos dejará de nuevo en nuestro camino inicial, el Cordel de los Puertos de Montellano. Ranchos, cortijos y campos de cultivos, caballos, nos van amenizando el caminar hasta el fin de nuestra ruta de hoy.