Silanes - Miraveche - Sierra de Pancorbo
near Silanes, Castilla y León (España)
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Trail photos
Itinerary description
Comenzamos la caminata en el pueblecito de Silanes, al que accedemos en coche desde Burgos, tras dejar atrás Briviesca, Cubo de Bureba y Santa María de Rivarredonda.
Por un camino bien marcado y de buen firme, que dejaremos más adelante para tomar otro muy poco transitado (el rocío de la mañana nos caló de agua las zapatillas), llegamos a Miraveche tras dos kilómetros y medio de caminata.
Bordeando el pueblo, sin entrar en su núcleo urbano, seguimos una ancha pista que, en constante subida, nos llevará a la "necrópolis" de los austrigones, pueblo ibero prerromano que habitó en la Bureba, al pie de los Montes Obarenes, y más adelante, a la cara posterior de los farallones rocosos que se ven desde Miraveche.
Este camino se interna por un bonito pinar y llega a un precioso hayedo, muy extenso y muy frondoso, donde casi no entran los rayos de sol (se agradece la bajada de temperatura en su interior en un día caluroso como el de hoy).
La senda que serpentea por el hayedo (algo más de un kilómetro y medio) va empinándose cada vez más y, en sus últimos metros adquiere una inclinación considerable. La subida se hace dura hasta llegar al Collado de la Planadilla.
Una vez en el collado, una señal indica la dirección de la Peña del Águila, a la derecha, y de la Peña Cantoña, a la izquierda. Coronamos la primera y, retrocediendo sobre nuestros pasos, nos dirigimos a coronar la segunda.
Desde la Peña Cantoña seguimos una estrecha senda que, cresteando por el cordal, nos llevará a las demás cimas de la jornada: Monte Cimero y La Verdina...
Siguiendo esa misma senda, señalizada con puntos azules, descendemos para llegar al pueblo de Silanes, atravesando, ya casi en el pueblo, el pequeñísimo Desfiladero de la Canaleja, donde se ha instalado una vía ferrata.
Nuestra intención era rematar la caminata con esta vía, pero la ruta nos ha dejado con el cuerpo molido; así que dejamos la ferrata para mejor ocasión y, a cambio, reponemos fuerzas y apagamos la sed con un poco de comida y unas cervezas en la terraza del centro donde se alquilan los equipos para hacer la vía ferrata.
La fuente que hay al lado, dos caños, pilón, y abundante agua fresca, nos parece el mejor Spa del mundo. Nuestros pies lo agradecen.
La distancia recorrida, el tipo de terreno, las inclinadas pendientes y el día caluroso hacen ciertamente dura la ruta; así que, para senderistas acostumbrados a caminar por la montaña, he de calificarla como MODERADA.
Por un camino bien marcado y de buen firme, que dejaremos más adelante para tomar otro muy poco transitado (el rocío de la mañana nos caló de agua las zapatillas), llegamos a Miraveche tras dos kilómetros y medio de caminata.
Bordeando el pueblo, sin entrar en su núcleo urbano, seguimos una ancha pista que, en constante subida, nos llevará a la "necrópolis" de los austrigones, pueblo ibero prerromano que habitó en la Bureba, al pie de los Montes Obarenes, y más adelante, a la cara posterior de los farallones rocosos que se ven desde Miraveche.
Este camino se interna por un bonito pinar y llega a un precioso hayedo, muy extenso y muy frondoso, donde casi no entran los rayos de sol (se agradece la bajada de temperatura en su interior en un día caluroso como el de hoy).
La senda que serpentea por el hayedo (algo más de un kilómetro y medio) va empinándose cada vez más y, en sus últimos metros adquiere una inclinación considerable. La subida se hace dura hasta llegar al Collado de la Planadilla.
Una vez en el collado, una señal indica la dirección de la Peña del Águila, a la derecha, y de la Peña Cantoña, a la izquierda. Coronamos la primera y, retrocediendo sobre nuestros pasos, nos dirigimos a coronar la segunda.
Desde la Peña Cantoña seguimos una estrecha senda que, cresteando por el cordal, nos llevará a las demás cimas de la jornada: Monte Cimero y La Verdina...
Siguiendo esa misma senda, señalizada con puntos azules, descendemos para llegar al pueblo de Silanes, atravesando, ya casi en el pueblo, el pequeñísimo Desfiladero de la Canaleja, donde se ha instalado una vía ferrata.
Nuestra intención era rematar la caminata con esta vía, pero la ruta nos ha dejado con el cuerpo molido; así que dejamos la ferrata para mejor ocasión y, a cambio, reponemos fuerzas y apagamos la sed con un poco de comida y unas cervezas en la terraza del centro donde se alquilan los equipos para hacer la vía ferrata.
La fuente que hay al lado, dos caños, pilón, y abundante agua fresca, nos parece el mejor Spa del mundo. Nuestros pies lo agradecen.
La distancia recorrida, el tipo de terreno, las inclinadas pendientes y el día caluroso hacen ciertamente dura la ruta; así que, para senderistas acostumbrados a caminar por la montaña, he de calificarla como MODERADA.
Waypoints
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Muy bien