Simat de la Valldigna. Monasterio. Ermita Sta Ana. Fontarda. Castillo Reina Mora. Camino les Foies. Simat.

Simat es uno de los cuatro pueblos existentes en una subcomarca natural de La Safor que es conocida como La Valldigna. Ha sido habitada desde muy antiguo y en su entorno hay numerosos yacimientos arqueológicos de gran importancia. En época musulmana, cuando se la conocía como Valle de Alfandech o de Marinyén, gozó de relevancia, aunque su mayor esplendor llegó de la mano del Real Monasterio de Santa María de la Valldigna, fundado por Jaime II y cedido al Císter a finales del siglo XIII. En esa época cristianos y musulmanes convivían pacíficamente, aunque parece que las condiciones eran algo peores para los moriscos, quienes practicaban su religión en la Mezquita de la Jara, ahora Ermita de Santa Ana y único edificio que pervive del antiguo poblado moro de la Xara, que también se usaba como escuela y para sede de justicia de los cadíes. Esa situación duró hasta 1609, cuando los moriscos fueron expulsados. El Abad del Monasterio y sus monjes continuaron con su uso, que se mantuvo hasta la desamortización de Mendizábal, cuando fueron expulsados y empezó el expolio y la ruina del Monasterio. Hasta 1991, cuando fue adquirido por la Generalitat Valenciana, no comenzó la recuperación del Monasterio.
El Castillo de Mariñén o de Benifairó (otras denominaciones del Castillo de la Reina Mora) está situado en el municipio de Benifairó de la Valldigna, culminando un escarpado monte entre dos barrancos (el del Raboser y el del Castillo), y fue construido en el siglo XI por los musulmanes, aunque posteriormente sería modificado por los monjes cistercienses; el castillo cuenta con dos recintos amurallados, en el superior de los cuales se conserva la parte mejor preservada: una capilla gótica del siglo XIV con bóveda de crucero. Su nombre de Castillo de la Reina Mora se relaciona con la leyenda de una reina que se arrojó con sus hijas desde los muros ante la inminente entrada de los cristianos en el lugar. Fue utilizado como refugio por los monjes durante la Guerra de la Unión, y fue abandonado a partir de la expulsión de los moriscos. Actualmente está en la lista roja del Patrimonio valenciano, por su avanzado estado de ruina y nulos esfuerzos de mantenimiento.
La Fontarda es un gran pozo construido en el siglo XIX, que forma parte de la ruta del agua local, junto a varios otros pozos de irrigación creados a lo largo de los siglos.
Para el diseño de la ruta hemos tenido en cuenta la excelente propuesta de MIGUEL A BIKE (30142838), que incluye partes de camino agrícola asfaltado, bellísimos senderos y caminos forestales por el macizo del Monduver; hemos seguido su propuesta con escasas modificaciones, pero la ruta ha resultado ser un 10% mas larga de lo previsto.
Llegamos a Simat desde Valencia por la A-7, con salida en Favara, para continuar por la N-332 hasta la salida de Tabernes de Valldigna, donde pasamos a la CV-50, que seguimos en dirección oeste hasta la salida de la CV-600, por la que llegaremos hasta Simat, donde aparcamos en las cercanías del Monasterio, en un aparcamiento en batería situado al lado del río Vaca y un parque municipal.
Comenzamos a caminar desde aquí, dirigiéndonos primero hacia la entrada principal del Monasterio, para luego seguir por un camino agrícola lateral que nos lleva a la vecindad de la Ermita de Santa Ana. Aquí decidimos salir de la ruta que seguíamos para pasar por un sendero, que luego sigue un pequeño barranco en mal estado, por el que volveremos al camino poco antes de llegar a la ermita. Seguimos ahora por el camino asfaltado, entre huertos con abundantes restos de acequias y otras instalaciones de riego, actualmente en desuso, hasta llegar al interesante paraje de La Fontarda, donde se conservan distintas instalaciones; en esta zona hay una vegetación muy desarrollada, al pie del monte, pero nosotros giramos a la izquierda para buscar de nuevo los huertos por los que pasa el camino hasta llegar a El Clot, girando luego a la derecha en otro camino que nos llevará hacia el Racó del Castell. A medida que profundizamos en el camino que sigue el principio del Barranco del Castell, vamos ascendiendo y la pared rocosa se va cerrando, hasta que al alcanzar el pie del monte donde asienta el Castillo vemos la salida de un sendero por la derecha, que nos llevará hasta la entrada del primer recinto, tras un rápido ascenso por un firme bastante irregular que permite ascender en numerosos zigzags hasta las primeras construcciones; en esta zona se ven poco los restos del Castillo, será más tarde, cuando el sendero nos lleve más arriba y más al sur, cuando tengamos la oportunidad de valorar adecuadamente la belleza de los restos de este auténtico nido de águilas, del que las fotografías aportan un ajustado testimonio. La ruina es avanzada, pero el lugar sigue impresionando por su belleza, particularmente en los restos del segundo recinto, con la iglesia, torres y otras dependencias. El acceso es fácil y no parece inseguro, pero cualquier maltrato puede acabar con unos restos que nadie parece querer recuperar y proteger, o está dispuesto a proveer los medios necesarios para ello.
Cuando acabamos el recorrido local reemprendemos la marcha saliendo hacia el sureste, por un sendero que progresa lentamente sobre el lapiaz de la cresta de la Lloma del Castell, entre matorral espeso y abundante coscoja. El suelo del sendero y el ascenso continuado de la ruta hacen algo lento el avance, pero acabaremos llegando a una zona de llano, donde el sendero gira hacia el este y se introduce entre la pinada que pervive en este lugar, para acabar llegando a un lugar donde hay una torre metálica, el Pla dels Cucons. Este es un buen lugar para beber y comer algo, además de reagrupar a las huestes que las penurias del camino (no tantas; la edad de algunos, ya se sabe) han dejado desorganizadas.
Aquí salimos a un camino no asfaltado, por la plana del Monduver, que gira a la derecha para pasar al lado de El Penyó, y girar de nuevo hacia el oeste mientras sigue el bello Camino de les Foies. El avance es rápido, sin dificultades, por unos parajes dominados por las grandes alturas del Macizo: el altivo Monduver con sus antenas y la cima redondeada del Peñalba. La Peña Negra, el Alto de la Escudella, el Corral de Santomá o el Piló dels Medallars, quedan a los lados del camino hasta que a la altura del Puntal de la Bassa, dejamos el bonito camino para entrar en un sendero agreste, cada vez más bello, por el que iniciamos el descenso hacia un fantástico barranco que nos llevará de vuelta hacia las cercanías de Simat, entre una vegetación bastante espesa con senderos empedrados en muchos lugares, donde empiezan a caer las primeras gotas de la tormenta que lleva algún tiempo amenazando. Pero el lugar es precioso, nada puede entorpecer la marcha o degradar la valoración; en pocos minutos la lluvia deja de caer, aunque el cielo sigue cubierto de negras nubes, y progresamos rápidamente hacia La Murtella, la Ermita de Santa Ana y el exterior del Monasterio, donde tenemos ya el coche.
Mientras esperamos a los que han bajado más lentamente, en una de las agradables terrazas situadas al lado del río Vaca, enfrente de la entrada del Monasterio, comentamos una vez más la gran cantidad de sitios de majestuosa belleza que tenemos oportunidad de conocer. La ruta de hoy es una excelente muestra más. Gran contribución al senderismo la ruta de Miguel A Bike, que la abrió a nuestro conocimiento. El senderismo sigue siendo una actividad pura, su conocimiento se extiende gracias a la aportación generosa de los que lo adquirieron antes, y su práctica contribuye a generar salud, pero también respeto al suelo que pisamos, a las gentes que nos acompañan (hoy unos, mañana otros, potencialmente todos alguna vez), a las personas de variadas culturas e intereses que estuvieron en sus orígenes y desarrollo, y cuyo esfuerzo pervive como una parte muy importante de la ruta, pero también a la madre Tierra que, a veces bien tratada, nos deja permanentemente un ilimitado predio donde tanto podría aprender quien quiera escuchar. Otro precioso día de senderismo aunque, tras sentarnos en la terraza de un restaurante para comer, tuvimos que levantarnos presurosos para buscar refugio en el interior cuando comenzó a descargar un fuerte aguacero, que la naturaleza no quiso precipitar sobre nosotros mientras estábamos todavía metidos en senderos.
Aunque de longitud media larga y pendiente moderada, pero con algunas zonas en las que el suelo complica algo la estabilidad del avance, no podemos considerar que es una ruta fácil para todos, aunque con cierto entrenamiento no tiene ninguna dificultad. No parece recomendable para niños o personas con limitaciones de movilidad o mala forma física. Llevar un buen calzado de montaña, preferiblemente botas, bebida suficiente, algo de comida y bastones son recomendaciones habituales. Hoy no hemos tenido problemas con el sol, pero en estas fechas sol y calor suelen ser acompañantes poco agradables, de los que conviene protegerse. ¡Que la disfruten!.