SOPORTÚJAR, DIQUE 24, A.R. PUENTE PALO, LA ATALAYA, CENTRO BUDISTA O SEL LING Y GR7 DESDE LA ERMITA DEL PADRE ETERNO

Sorprendente ruta alpujarreña donde se conjugan elementos tradicionales y culturales autóctonos de esta singular región como su arquitectura tradicional y acequias de claro pasado morisco además de su peculiar modelado en bancales de tan agreste paisaje por donde discurre magistralmente el GR 7, con elementos exógenos perfectamente adaptados a esta comarca como el Centro Budista O Sel Ling, lugar de meditación a 1600 metros de altura con unas vistas realmente privilegiadas que da un toque extravagante y multicultural a esta tierra que tan bien ha sabido salvaguardar sus tradiciones e idiosincrasia durante siglos, siendo acomodo, cobijo y lugar de convivencia histórico de culturas minoritarias que siempre han encontrado en esta sierra un rincón donde evadirse de las poderes y pensamientos imperantes en cada momento. La majestuosidad del Dique 24, recóndita obra maestra de ingeniería hidráulica incrustada en el bello barranco formado por el Río Chico, es otro de los alicientes de este recorrido que discurre por senderos que desafían la gravedad aferrándose a las tremendas inclinaciones del terreno, contrastando con la serenidad de la Acequia del Almiar y el robledal que tapiza su curso escondiendo un auténtico túnel donde los haces de luz que rasgan el techo vegetal iluminando el curso del agua repleto de hojas nos han causado una de las sensaciones más placenteras que jamás hayamos conocido en nuestras andanzas. Tal vez haya influido la esencia de la brujería que proclama como suya el precioso pueblo de Soportújar, y que hemos indagado en parajes como la Cueva del Ojo de la Bruja, el Puente Encantado o la Era del Aquelarre. Tenga influencia o no, el hecho es que es innegable el embrujo de esta andanza alpujarreña que queda guardada como una de las más bellas y completas experiencias que nos pueden brindar esta verdadera joya etnográfica que son Las Alpujarras.
Iniciamos la ruta desde la Ermita del Padre Eterno, ubicada en una curva de la carretera de A-4132 en el kilómetro 47´5 de la misma tras pasar la salida de Soportújar si se viene desde Órgiva. La Ermita del Padre Eterno se construyó por iniciativa popular de los vecinos de los pueblos de Soportújar y Carataunas, sin que el Arzobispado de Granada tenga nada que ver ni con su levantamiento ni con las tierras donde se ubica. Es, en realidad, una ermita "nómada", que ha estado en diferentes sitios del valle, y su última ubicación se remonta a los años 30, cuando se construyó la carretera. Posteriormente y junto a ésta, se construyó la Ermita-Capilla, más grande, donde se guarda la imagen del santo, las andas y la escultura del Padre Eterno. Lo realmente destacable de este enclave son las privilegiadas vistas que desde aquí se divisan sobre la Alpujarra Occidental, la Sierra de Lújar y la de la Contraviesa, destacando el blanco inmaculado disperso de los pueblos de Soportújar, Carataunas, Cáñar y Órgiva con el contraste del Mar Mediterráneo y la costa granadina asomando hacia el suroeste.
Comenzamos a caminar tomando una amplia pista que vemos frente a la ermita al otro lado de la carretera. Esta pista es la conduce al Centro Budista O Sel Ling y al Area Recreativa Puente Palo. La pista asciende de forma cómoda y mantenida. Tras llevar unos 500 metros de ascenso y tras trazar la pista un zigzag encontraremos señalización del GR 7, que en este punto progresa por la pista en un corto tramo. Seguimos el ascenso por la pista principal y unos 400 metros más adelante el GR7 se aparta de la pista y continúa por un sendero que nos sale a la izquierda y que desciende de forma acusada hacia el oeste. Tomamos pues este sendero atendiendo a las balizas rojiblancas abandonando la pista que hasta ahora hemos traído. El sendero desciende pasando junto a una alberca y comienza posteriormente a mantener cota con algunos tramos algo aéreos que en todo momento nos muestran unas vistas apabullantes de hacia la Sierra de Lújar y la Contraviesa además de los pueblecitos dispersos de esta zona occidental de la Alpujarra, con la costa granadina mostrándose al fondo en todo momento. El GR7 en todo este trayecto que realizamos en esta ruta discurre por el tradicionalmente conocido como Camino Real de Pampaneira.
El sendero nos conduce junto a un polideportivo y al cementerio de Soportújar, pasando por debajo de éstos y girando a la derecha para dar vistas hacia el norte al Barranco de la Cueva. Aquí encontraremos el Punte Encantado y la conocida como Cueva del Ojo de la Bruja y que da nombre al barranco en cuyo seno se ubica. Supuestamente en esta cueva se realizaban prácticas de brujería y estuvo habitada por familias hasta hace pocas décadas. Según la tradición soportujera, la grieta del fondo comunicaba con otros mundos y por allí entraban y salían las ánimas, siendo un pasadizo al purgatorio para aquellas almas que todavía debían pagar su penitencia entre los vivos.
Descendemos la amplia escalinata que nos lleva a la carretera de entrada al municipio de Soportújar en cuyo casco urbano entramos siguiendo un pequeño paseo paralelo al asfalto. Llegaremos a la Fuente San Antonio y frente a la misma tenemos el Area del Barranco Caliente donde entre la espesa arboleda encontraremos la Fuente del Barranquillo Caliente, llamada así porque sus aguas eran menos frías que las del resto del pueblo por lo que esta área era utilizada por esa razón como lavadero público.
Un poco más adelante nos encontraremos la Fuente de los Leones y tras ésta el Barranco Frío. Llegamos posteriormemente a la plaza donde encontramos la Iglesia de Santa María la Mayor (siglo XVI) junto a la Fuente de San Antón y en frente hallaremos el Mirador Panorámico con una curiosa fuente con la imagen de dos brujas y un caldero de bronce. Las vistas hacia el sur son verdaderamente notables sobre el Valle del Río Guadalfeo, Órgiva, la Sierra de Lújar y la de la Contraviesa.
Continuamos nuestro camino por la calle superior de la iglesia atravesando las angostas calles soportujeras con sus característicos tinaos hasta llegar a la Fuente del Chorro, antiguamente conocida como Chorrillo de los Gitanos y más recientemente denominada Fuente del Vino debido a que en las fiestas más señaladas se acondiciona un caño central para echar vino (tiene un depósito subterráneo adaptado para esas ocasiones).
Salimos a continuación del casco urbano para subir una fuerte cuesta que nos lleva a la Era de los Aquelarres, fantástico mirador donde según la leyenda que nos cuentan se reunían las brujas en determinadas noches del año siguiendo un ritual en el que no faltaban ciertas drogas rurales como la belladona, el beleño o el estramonio, lo que justificaba las risas y comportamientos extraños y poseídos.
Seguimos ahora las indicaciones del sendero GR-7, que comienza a subir por un camino cementado de gran pendiente junto a una acequia de nos hace entrar en calor rápidamente. Subimos por la zona conocida como Los Corralillos hasta llegar a la Acequia de la Vega. Seguimos el GR-7 que ya de forma llana sigue junto a la acequia en dirección norte literalmente colgada sobre el Barranco del Río Chico mientras atraviesa esta pendiente ladera conocida como Las Cuestas. Al otro lado del barranco, frente a nosotros, podemos contemplar el Barranco de Barjas, lugar donde estuvo enclavada la aldea de Barjas, anejo que fue arrasado totalmente por unas inundaciones en 1816 y en 1860. El rumor de las aguas del Rio Chico acompañan nuestros pasos al fondo del barranco, lugar donde se apresó al último morisco de Granada (Aben-Farax) por vecinos de Cañar y pueblos cercanos, hecho por el cual el Rey Felipe II concede a Cáñar el título de Villa.
La acequia pasa junto a los restos de algunos molinos entre los que destaca el Molino del Mecánico que aprovechaba las aguas de esta acequia. En este punto la senda abandona la acequia y desciende entre un frondoso bosque de pinos y cipreses hasta llevarnos frente al sorprendente Dique 24, en el mismo cauce del Río Chico, al que accedemos tras subir por unas escaleras pegadas al cortado.
El Dique 24 es una grandiosa construcción hidráulica diseñada en la década de los años 1.920-1.930 construido con piedras y hormigón, para contrarrestar la erosión del terreno por el caudal de las aguas que discurren por el río Chico con gran perpendicularidad, amortiguando las crecidas de este río las cuales arrastraban gran cantidad material, arrasando la campiña de Órgiva y alrededores. Este dique por tanto es uno de los muchos diques que se construyeron para disminuir tal efecto erosivo . Su nombre oficial inicial fue el de "1B". Se terminó de construir en 1936, recreciéndose en 1940-42, denominándose a partir de ahí como Dique 24 (era el dique número 24 de los que controlaban el cauce del barranco del Rio Seco, de ahí el nombre). Frontalmente podemos ver como sus pilares se van cerrando mediante una línea curva, para concluir en una bóveda de medio cañón, formando unas arcadas ciegos con una altura total aproximada de 35 metros y una longitud de 30 metros, en la totalidad de los seis arcos u ojos que lo compone, precipitándose en el centro de la construcción una impresionante y hermosa cascada de más de 30 metros de altura que en esta ocasión no pudimos contemplar puesto que la extrema ausencia de precipitaciones de este otoño ha dejado el cauce del río prácticamente seco.
Como curiosidad decir que más debajo de este dique se encuentra el Dique de la República, también de grandes dimensiones, recreciéndose el Dique 24 unos años después de su construción con el único interés de superar en dimensiones al dique “republicano”. Otro ejemplo más de los inútiles empeños bananeros que caracteriza la idiosincrasia nacional a lo largo de su historia.
Una vez encaramados en lo alto del dique podemos contemplar su impactante caída además de disfrutar del precioso valle que forma el Río Chico entre una tupida vegetación de ribera. Encontraremos un austero puente hecho de un gran tronco de madera que salva las aguas del río cuando estas discurren por este valle y por el que se atraviesa cuando se discurre por el GR-7, que en este punto abandonamos, siguiendo frente a nosotros por la ladera opuesta del barranco en dirección a Cáñar.
Remontamos unos metros el cauce del Río Chico para iniciar de nuevo la subida por un sendero de buenos muros de mampostería que nos hace ganar altura rápidamente sobre el valle pasando de nuevo por la Acequia de la Vega que obviamos para seguir ascendiendo en un serpenteo que nos lleva a un ensanche donde finaliza un carril que ahora tomamos. Esta pista progresa entre el bosque trazando un par de zig-zags para luego poner rumbo norte siempre con el rumor del Río Chico que discurre por el fondo del barranco mientras progresamos cómodamente. Tras un tramo rectilíneo la pista comienza a trazar un largo serpenteo de 12 cerradas curvas en un ascenso muy cómodo que nos permite alcanzar casi sin darnos cuenta con la pista que comunica la Casa Forestal de Prado Grande con el Vivero de Montechico. En este punto encontramos un poste indicativo del PR-A 22 que ahora tomamos a la izquierda en dirección NO.
Seguimos el carril unos 400 metros hasta una rotonda presidida por una sequoya, desde donde sale una pista, cerrada con cadena, que por un delicioso paseo que cruza el paradisíaco Barranco del Cerezo nos adentra en el valle hasta el vivero de Monte Chico. Este vivero es una de los más antiguos de Sierra Nevada y se construyó para las tareas de repoblación forestal de la cuenca del Río Chico entre 1925 y 1935 para frenar los fuertes corrimientos de tierra que amenazaban seriamente las localidades de Soportujar, Cáñar, Bayacas y Carataunas, además de las vegas de Orgiva y Motril. Estuvo en activo hasta los años 90. Actualmente alberga un “arboreto” donde podemos encontrar todas las variedades andaluzas de castaño.
Aquí termina el carril y tomamos una vereda junto a la misma tapia del vivero, siempre en dirección norte, por la que subimos entre pinos de repoblación con bosque autóctono de encinar y robledal, algunos de un porte extraordinario. También podemos observar que en el trayecto abundan el sotobosque de rascaviejas, aulagas, mejorana, etc. Tras cruzar un par de barrancos, entre ellos el bello Barranco del Cestero, llegamos a un mirador sobre el Valle del Rio Chico que nos permite recuperar aliento con unas atractivas vistas sobre el profundo barranco que ha ido labrando este río.
La senda finaliza desembocando en la pista principal que va de la Ermita del Padre Eterno al Area Recreativa de Puente Palo. Tomamos esta pista a la izquierda y en unos metros vemos señalización del Sendero Sulayr, por el que va a discurrir nuestras andanzas en los próximos kilómetros de esta ruta. Seguimos por la pista que ahora desciende buscando el cauce del Río Chico mientras vemos al frene una bucólica panorámica de la cabecera de este río tapizada de bosques y la Loma de Cáñar con las altas cumbres de Cerrillo Redondo y el Tajo de los Machos coronando esta imagen de postal.
Llegamos al puente que salva el Río Chico, conocido como Puente Palo, recreándonos con las vistas de su caudal transparente que desciende con fuerza y tras acender unos metros por la pista llegamos al Area Recreativa de Puente Palo, que notamos en franco abandono, enclavada en la cabecera del Barranco del Tío Quinto y que fue reforestada densamente en los años mencionados anteriormente como parte de los trabajos de restauración hidrológica forestal del cauce del Río Chico. En este área recreativa encontramos la Fuente Fresca, aunque cunado nosotros llegamos estaba completamente seca.
Desandamos nuestros pasos hasta llegar al lugar donde llegamos por la senda de ascenso y donde veremos que un poste indicativo nos indica la continuidad del Sendero Sulayr hacia el este ascendiendo por un amplio camino que nos lleva a la Acequia del Almiar que seguimos ahora a la derecha siguiendo el sentido de avance de sus aguas mientras nos sumergimos en un bosque de robles centenarios que en esta época otoñal encontramos dejando caer sus hojas dándole un toque realmente mágico al paraje, tanto que es uno de esos momentos que probablemente queden condenados a perpetuidad en nuestra memoria.
La acequia, magnífica muestra de acequia de careo, avanza con sus aguas meciendo y arrastrando las hojas de los robles mientras atraviesa el Barranco del Cestero y deja bajo ella las antiguas tierras de labor del Cortijo de Haza Llana, que ocupan una extensa llanura. Caminando sobre este bucólico tapiz de hojas llegamos a la Balsa del Almiar, alberca reguladora de la acequia construida en una zona despejada de arboleda conocida como Las Lagunas por los pequeños manantiales abundantes en la zona. Este complejo hidráulico, que al igual que la acequia tiene origen árabe, tiene gran valor etnográfico y nos muestra sus compuertas, conducciones y aliviadero, siendo junto con la acequia del Almiar un legado cultural en activo de primera magnitud.
Dejamos atrás la balsa mientras seguimos el sendero junto a la acequia entre un robledal por el lado derecho de la misma pasando por un cortafuegos donde el sendero cambia al otro lado de la acequia sin separarse apenas de su cauce mientras ésta sigue su curso cruzando el Barranco de la Mojonera o Barranco Frío tras el cual cruzamos los Prados de la Atalaya y llegamos a la Loma de la Matanza donde encontramos un amplio cortafuegos que la surca.
Seguimos ahora el cortafuegos en descenso hacia el sur. A los pocos metros de descender por el cortafuegos el Sulayr sale del mismo a la izquierda y se dirige hacia el este en dirección a Capileira. Nosotros obviamos este sendero y seguimos descendiendo por el cortafuegos al que le da continuidad un carril sobre el que podemos apreciar junto a unos chaparros el vértice geodésico de La Atalaya de Soportújar (1690 m), que aunque tiene buenas vistas sobre el Barranco del Poqueira y las altas cumbres de Sierra Nevada avanzamos unos metros hacia el sur hasta llegar a la Caseta de Vigilancia Forestal donde la panorámica es mucho más amplia y despejada. Las vistas en 360º son abrumadoras: Hacia el este podemos contemplar los tres pueblos del Poqueira: Bubión, Pampaneira y Capileira y sobre ellos la Peña del Angel, con el Barranco del Poqueira entre éstos y nosotros. Más al fondo aparecen en toda su extensión la Sierra de la Contraviesa y la Sierra de Gádor. Hacia el norte seguimos con la vista el Barranco del Poqueira y nos conduce a la línea de las altas cumbres de Sierra Nevada, que abarcan desde el Mulhacén hasta el Veleta. Hacia el sur domina la Sierra de Lújar y si vamos oteando hacia el oeste toma protagonismo el Mar Mediterraneo y la costa granadina, la Sierra de los Güájares, la Sierra Almijara y la de Tejeda.
Desde la caseta de vigilantes tomamos el carril que comienza desciende hacia el sur y que tras trazar una curva a derechas junto a un espolón rocoso que nos hace de improvisado mirador sobre el Centro Budista nos saldremos de él tomando un sendero que parte a nuestra izquierda en descenso y que tras atravesar unas hazas pertenecientes al antiguo cortijo de la Atalaya, hoy engullido por el complejo budista, llegaremos a un estanque rodeado de álamos donde se encuentra una imagen de Tara, deidad tántrica que es la «madre de la liberación» y representa las virtudes del éxito en el trabajo y en las hazañas. Independiente del significado espiritual que tenga, la verdad es que es un enclave muy especial.
Descendemos por la senda que nos lleva al camino principal del complejo donde pasamos por algunos de los habitáculos y humildes instalaciones de que disponen para tomat más abajo una senda que nos conduce a una imagen de Buda y más abajo hacia la Estupa de O Sel Ling. La estupa es un objeto sagrado que representa la mente iluminada. Está construida con unas dimensiones concretas y rellena de mantras, oraciones, estatuas, textos y reliquias de seres santos, en este caso concreto contiene reliquias de Lama Yeshe, lama tibetano del pasado siglo. Fue construida en 1988.
El sendero sigue descendiendo y nos conduce a la Rueda de las Oraciones, que según la tradición budista es la manifestación de la sagrada palabra del Buda de la Compasión, y a la que por supuesto giramos para obtener sus supuestos beneficios espirituales. Esta rueda se sitúa junto a la entrada al Centro Budista O Sel Ling (o Joselín para los lugareños), que traducido significaría “Lugar de Luz Clara”, en donde encontraremos otras ruedas sucesivas más pequeñas con las que despedimos este peculiar recinto.
Descendemos ahora por la pista principal de acceso al Centro Budista por la Loma Navarra y tras descender 1 km por la misma, tras dar una curva cerrada a la derecha nos salimos de la pista hacia el este para tras atravesar otra que obviamos llegara otra pista de menor entidad que acentúa el descenso serpenteando entre el Barranco de la Atalaya y el Barranco de Halaya pasando por El Menchón hasta que llegamos a la Acequia de Cachariche, que encontramos entre bellos ejemplares de castaños.
Por debajo de esta nuestro caminmo confluye con el GR-7 que tomamos a la derecha siguiendo una dirección SO pasando entre ruinas de viejos cortijos de típica arquitectura alpujarreña. Hay tramos en los que el sendero se encuentra bastante difuso (necesita un pequeño acondicionamiento del mismo) y en algún punto se echa de menos mejor señalización puesto que es fácil no dar con algún desvío. Por lo demás este sendero es una pasada, con tramos bastamnte aéreos que nos permiten disfrutar del barranco del Poqueira que discurre bastante por debajo de nosotros y de la estampa idílica que muestran tras nosotros al otro lado del barranco los pueblos de Pampaneira y Bubión.
Pasamos el Barranco de Halaya, y tras él el Cortijo del Olivar y el del Ciprés, rodeando posteriormente la Loma del Pozuelo entre ruinas de cortijos y castaños para ya con rumbo este confluir con la pista principal que nos conduce en descenso a la Ermita del Padre Eterno, punto final de esta imprescindible ruta.