Soria. San Saturio

Si el nombre de una ciudad española està indisolublemente unido al de un poeta, ésta es Soria. Y el poeta, Antonio Machado. Sin embargo , conserva un adecuado equilibrio para que esta circunstancia no sea una servidumbre turística de la ciudad que, por otra parte, ofrece otros recursos como patrimonio, paisaje, gastronomía... admirables. Es mayor la presencia de Soria en una parte importante de la obra de Machado que las alusiones al poeta en las calles de la capital.Por ello hemos realizado un recomendable ejercicio consistente en conocer los variados parajes de Soria capital llevando en nuestas manos, no una guía turística, sino un ejemplar de Campos de Castilla para econtrar en sus textos la fascinación que produjeron al poeta sevillano Castilla y Soria. Iniciamos el paseo en la céntrica plaza de Mariano Granados y descendemos por la calle Zapatería hasta la calle Real. De alli nos acercamos a la concatedral de San Pedro y atravesamos el Puente de Piedra. “Cruzar el largo puente, y bajo las arcadas de piedra ensombrecerse las aguas plateadas del Duero”. Pasado éste nos introducimos doscientos metros por una pista que nos conduce a San Juan de Duero donde admiramos su sorprendente claustro. Retornando al puente tomamos una pasarela de madera para progresar entre los àlamos de la orilla por donde traza el Duero su curva de ballesta en torno a Soria.“Álamos de las márgenes del Duero. Conmigo vais, mi corazón os lleva”. Llegaremos a San Polo y después a San Saturio. Pasando el puente sobre el río hasta su margen derecha subimos al castillo en un parque junto al parador nacional. “Soria fría, Soria pura… con su castillo guerrero arruinado, sobre el Duero”. En la subida existen varios miradores donde contemplamos las lomas plateadas y las càrdenas roquedas que impresionaban al artista. La bajada hasta la basílica del Espino, junto a cuya puerta està el olmo seco, hendido por el rayo que inspiró al poeta y a , pocos metros, la puerta del cementerio municipal donde yacen los restos de la joven esposa del escritor. Después San Juan de Rabanera y acabamos nuestro paseo en las sombras de la Alameda de Cervantes.