Subida al pico Horcón y al castillo de Miramontes (Sierra de Santa Eufemia)
near Santa Eufemia, Andalucía (España)
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Trail photos
Itinerary description
Ruta por la Sierra de Santa Eufemia, catalogada de Zona de Especial Conservación (ZEC), con subida al techo de la Comarca de los Pedroches, el pico Horcón (878 msnm). Santa Eufemia es una pequeña población situada al norte de la provincia de Córdoba (la más septentrional),en una de las zonas más abruptas y montañosas de los Pedroches, a la que llegamos desde la capital por las carreteras nacionales N-432 y N-502 (que atraviesa el pueblo); entramos por la A-3200 y la calle Córdoba, aparcando en la del Pilar. Seguimos caminando por esta calle, desde la que podemos observar los restos de la muralla de cal y canto que rodeaba la villa (se conservan lienzos de la misma y unos torreones cilíndricos); se erigió tras la conquista cristiana por Alfonso VII, en el siglo XII, y fue reedificada sobre los cimientos de la anterior en el siglo XV por el señor de Santa Eufemia, Gonzalo Mejía Carrillo II, un levantisco noble que usurpó el castillo de Pedroches (en represalia, los Reyes Católicos ordenaron la demolición del castillo de Miramontes). Fue la única población amurallada de la comarca.
Pasamos junto a la fuente del Pilar, que además de surtir de agua a la población, fue abrevadero para el ganado y lavadero público (formada por varios bloques de granito unidos con lañas de hierro; a unos metros, el depósito que la abastecía).
La calle termina en la N-502 y se sigue por una pista que lleva a la ermita de San Isidro, adonde llevan en procesión a Santa Eufemia el domingo de Resurrección (aquí según la tradición acamparon las tropas de Alfonso VII). Caminando por esta pista, se nos unió un perro pastor (abandonando al rebaño de ovejas), que nos iba a acompañar casi todo el recorrido, hasta llegar al pueblo de vuelta. Con este compañero de viaje, seguimos camino adelante, hasta que dejamos la pista por un corto carril que nos sale a la izquierda, entre olivares, y que nos lleva a la N-502. Tras cruzarla, empieza una ruta incluida en los Paisajes con Historia (itinerarios señalizados por la Diputación de Córdoba), que discurre en su mayor parte por el camino de los Negrillos. Caminamos entre algunos olivares y manchas de vegetación, entre la que destacan los enebros (cerca del castillo de Miramontes hay un bosquete de enebros de buen porte, con la catalogación de arboleda singular -en el resto de la provincia sólo se encuentran en Cardeña, en el Barranco del Yeguas).
En el paraje del Charco Hondo, dejamos el camino, para empezar la ascensión por la cara norte del Horcón atrochando por un terreno roturado, con algunas encinas aisladas; aquí hay gran abundancia de piedra, con predominio de la cuarcita. La trocha se estrecha y se continúa por una cerrada y umbría senda (marcada con hitos de piedra), que sube hasta un collado (donde hay lo que parece ser una era); a la derecha queda el pico de la Morra y a la izquierda el Horcón, al que nos dirigimos. Ya en la cumbre, gozamos de una espectacular panorámica de 360 grados, pudiendo ver el Valle de la Alcudia, en Ciudad Real, y en la lejanía los Montes de Toledo.
Tras la preceptiva foto en el vértice geodésico, continuamos ruta hacia el castillo de Miramontes. En este tramo no hay camino definido y hay que seguir una senda de cazadores (en algunos puntos podemos ver las chapas metálicas indicativas de los puestos), por momentos algo perdida, sobre todo al cruzar por algún canchal; además la jara, sobre todo la pringosa, se enseñorea del terreno, estrechando la vereda hasta el punto de que a veces parece que se acaba. Siempre tendremos la referencia del castillo, cuya silueta se alza sobre una mole rocosa. Se levantó probablemente sobre un castro prerromano, en el siglo XI (durante la dominación almorávide), conociendo durante su historia varias reconstrucciones (se reedificó en estilo mudéjar en el siglo XIII al pasar a ser propiedad de Fernán Díaz Carrillo, primer señor de Santa Eufemia; la muralla es del siglo XV, quedando restos de tapial de época musulmana).
Llegamos a sus pies, en un collado con las antenas a la izquierda. Subiendo la corta pero pronunciada cuesta que nos lleva junto a la muralla, impresiona pensar cómo se pudo tomar, acción que, según la tradición oral del pueblo, se atribuye a 33 caballeros italianos que integraban la hueste de Alfonso VII; eran naturales de la región de Calabria, donde había “verdadera devoción” por Santa Eufemia, por lo que se lanzaron al asalto al grito de “Santa Eufemia”. En su recuerdo, el gentilicio de los naturales del pueblo es calabrés. Otra curiosidad: Santa Eufemia es el primer topónimo cristiano aparecido en Córdoba tras la conquista.
Ya en el patio de armas, de planta poligonal, vemos las ruinas que desafían el paso del tiempo (la torre del homenaje, conocida como la Cárcel, restos de un aljibe, el lienzo norte de la muralla y parte del oriental y alguna torre en inverosímil equilibrio sobre la pared rocosa cortada a pico).
Tras bajar del castillo, buscamos en las cercanías el peral silvestre o piruétano de mayor copa y tronco de España (y segundo en altura), y como tal, incluido en el catálogo de Árboles Singulares de Andalucía; se le estima una edad de unos 90-100 años.
Se baja por una pista asfaltada de marcada pendiente (pasando junto a una curiosa construcción, un castillo privado que alberga un museo de herramientas y enseres de cocina), que lleva a la CO-8407, por la que volvemos al pueblo. Tras cruzar la N-502, seguimos por la calle Hospital que nos lleva junto a la Iglesia de la Encarnación, de estilo morisco-mudéjar, y por la calle Real, que termina en la única puerta que queda de la muralla, la Puerta de Córdoba (conocida como “Arco o Puerta de la Villa”), paseando junto a un tramo de la misma, que conserva tres torreones, como colofón de la ruta.
Pasamos junto a la fuente del Pilar, que además de surtir de agua a la población, fue abrevadero para el ganado y lavadero público (formada por varios bloques de granito unidos con lañas de hierro; a unos metros, el depósito que la abastecía).
La calle termina en la N-502 y se sigue por una pista que lleva a la ermita de San Isidro, adonde llevan en procesión a Santa Eufemia el domingo de Resurrección (aquí según la tradición acamparon las tropas de Alfonso VII). Caminando por esta pista, se nos unió un perro pastor (abandonando al rebaño de ovejas), que nos iba a acompañar casi todo el recorrido, hasta llegar al pueblo de vuelta. Con este compañero de viaje, seguimos camino adelante, hasta que dejamos la pista por un corto carril que nos sale a la izquierda, entre olivares, y que nos lleva a la N-502. Tras cruzarla, empieza una ruta incluida en los Paisajes con Historia (itinerarios señalizados por la Diputación de Córdoba), que discurre en su mayor parte por el camino de los Negrillos. Caminamos entre algunos olivares y manchas de vegetación, entre la que destacan los enebros (cerca del castillo de Miramontes hay un bosquete de enebros de buen porte, con la catalogación de arboleda singular -en el resto de la provincia sólo se encuentran en Cardeña, en el Barranco del Yeguas).
En el paraje del Charco Hondo, dejamos el camino, para empezar la ascensión por la cara norte del Horcón atrochando por un terreno roturado, con algunas encinas aisladas; aquí hay gran abundancia de piedra, con predominio de la cuarcita. La trocha se estrecha y se continúa por una cerrada y umbría senda (marcada con hitos de piedra), que sube hasta un collado (donde hay lo que parece ser una era); a la derecha queda el pico de la Morra y a la izquierda el Horcón, al que nos dirigimos. Ya en la cumbre, gozamos de una espectacular panorámica de 360 grados, pudiendo ver el Valle de la Alcudia, en Ciudad Real, y en la lejanía los Montes de Toledo.
Tras la preceptiva foto en el vértice geodésico, continuamos ruta hacia el castillo de Miramontes. En este tramo no hay camino definido y hay que seguir una senda de cazadores (en algunos puntos podemos ver las chapas metálicas indicativas de los puestos), por momentos algo perdida, sobre todo al cruzar por algún canchal; además la jara, sobre todo la pringosa, se enseñorea del terreno, estrechando la vereda hasta el punto de que a veces parece que se acaba. Siempre tendremos la referencia del castillo, cuya silueta se alza sobre una mole rocosa. Se levantó probablemente sobre un castro prerromano, en el siglo XI (durante la dominación almorávide), conociendo durante su historia varias reconstrucciones (se reedificó en estilo mudéjar en el siglo XIII al pasar a ser propiedad de Fernán Díaz Carrillo, primer señor de Santa Eufemia; la muralla es del siglo XV, quedando restos de tapial de época musulmana).
Llegamos a sus pies, en un collado con las antenas a la izquierda. Subiendo la corta pero pronunciada cuesta que nos lleva junto a la muralla, impresiona pensar cómo se pudo tomar, acción que, según la tradición oral del pueblo, se atribuye a 33 caballeros italianos que integraban la hueste de Alfonso VII; eran naturales de la región de Calabria, donde había “verdadera devoción” por Santa Eufemia, por lo que se lanzaron al asalto al grito de “Santa Eufemia”. En su recuerdo, el gentilicio de los naturales del pueblo es calabrés. Otra curiosidad: Santa Eufemia es el primer topónimo cristiano aparecido en Córdoba tras la conquista.
Ya en el patio de armas, de planta poligonal, vemos las ruinas que desafían el paso del tiempo (la torre del homenaje, conocida como la Cárcel, restos de un aljibe, el lienzo norte de la muralla y parte del oriental y alguna torre en inverosímil equilibrio sobre la pared rocosa cortada a pico).
Tras bajar del castillo, buscamos en las cercanías el peral silvestre o piruétano de mayor copa y tronco de España (y segundo en altura), y como tal, incluido en el catálogo de Árboles Singulares de Andalucía; se le estima una edad de unos 90-100 años.
Se baja por una pista asfaltada de marcada pendiente (pasando junto a una curiosa construcción, un castillo privado que alberga un museo de herramientas y enseres de cocina), que lleva a la CO-8407, por la que volvemos al pueblo. Tras cruzar la N-502, seguimos por la calle Hospital que nos lleva junto a la Iglesia de la Encarnación, de estilo morisco-mudéjar, y por la calle Real, que termina en la única puerta que queda de la muralla, la Puerta de Córdoba (conocida como “Arco o Puerta de la Villa”), paseando junto a un tramo de la misma, que conserva tres torreones, como colofón de la ruta.
Waypoints
Tree
2,598 ft
Piruétano (pyrus bourgaeana)
Copa: 15.1 metros Tronco: 1.81 metros Altura: 9.72 metros
Religious site
1,864 ft
Iglesia de la Encarnación (ss. XIV-XV)
Estilo morisco-mudéjar. Edificada con piedra y ladrillo rojo (de procedencia local). De una sola nave, con cubierta a dos aguas, con seis arcos apuntados que arrancan de los muros, ábside y capillas laterales en el crucero. Torre campanario (siglo XV). Techumbre de madera con dos mocárabes policromados y dorados.
Door
1,824 ft
Puerta de Córdoba o de la Villa (siglo XV)
Arco de herradura, bóveda de ladrillo flanqueada por columnas de sillares de traza gótica
Comments (1)
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Ruta muy bonita entre enebros, mirtos, jaras y rebaños de ovejas. El castillo impresiona por su ubicación.