SUBIDA AL VELETA (NOCTURNA)

El Veleta o el Picacho como le denominan los lugareños o montañeros locales, tiene 3396 metros de altura lo que lo convierten en la segunda cima más alta de toda Sierra Nevada, la tercera de la Península Ibérica y la cuarta de España. Su nombre deriva de la palabra árabe “Balata” que significa “cortado o tajo” haciendo evidente referencia a los vertiginosos tajos que perfilan sus caras norte, este y sur, algunos de los cuales se aproximan a los 500 metros de desnivel.
Partimos de los Albergues u Hoya de la Mora (2510m), lugar donde se encuentra la barrera que impide el paso de vehículos. Tomamos dirección sur en claro ascenso por una de las diversas veredas que toman en línea recta los múltiples zigzags de la carretera con la omnipresente referencia en nuestro ascenso del emblemático monumento de la Virgen de las Nieves, monumento construido en 1968 por sufragio popular consistente en un altar hecho con piedras del lugar seguido de arco apuntado de 9 metros, del mismo material, y rematado con una imagen de la Virgen con el Niño, de 3 metros de altura, obra vaciada en aluminio del escultor Francisco López Burgos. Esta misma imagen aunque hecha en piedra se colocó en 1960 en la misma cumbre del Veleta aunque no pudo soportar mucho tiempo las inclemencias meteorológicas de tan elevada altitud.
Una vez pasado este singular altar nos situaremos en las inmediaciones del Mojón del Trigo, lugar que identificaremos fácilmente a nuestra izquierda por tener en su cumbre un antiguo observatorio astronómico. Llegamos a un cruce de carreteras (2660m) en la que a la derecha sale una en dirección a Borreguiles (zona de servicios de la estación de esquí) y a nuestra izquierda continua la principal hacia el Veleta. Nosotros continuamos en línea recta en dirección sur por el sendero que aparece a nuestra izquierda. Atravesaremos el Ventisquero de Cauchiles y siguiendo esta misma cuerda y cortando varias veces la carretera nos conducirá a las Posiciones del Veleta (3090m), lugar que reconoceremos por las ruinas de unas edificaciones de piedra de la Guerra Civil y porque desde este punto ya podemos dar vista a la impresionante cara norte del Veleta y a sus no menos espectaculares Corrales, además de a los grandes tresmiles de Sierra Nevada, destacando el Mulhacén y la Alcazaba, un enclave idílico sin duda. En este punto estaremos atentos a la curva a derechas que traza la carretera porque de ella sale un sendero a la izquierda que se adentra en dirección sur por debajo de los cortados que tenemos de frente, es el Veredón Superior y avanzando un poco por él nos brinda un magnífico balcón natural sobre los Corrales del Veleta y toda la impresionante y vertiginosa cara norte de esta cumbre. Volvemos sobre nuestros pasos de nuevo hasta la pista y la seguimos cómodamente en ascenso hasta llegar a la cima de este coloso. Las vistas desde su vértice son superlativas, destacando el Mulhacén, la Alcazaba y el Cerro de los Machos hacia el Este, si nos asomamos a los cortados que tenemos al lado descubriremos la vertiginosa caída hacia el Corral del Veleta. Por el norte puede contemplarse gran parte de la provincia de Jaén y sus sierras Mágina, Sierra Sur, Cazorla y hasta Sierra Morena; por el sureste, Almería, con su Sierra de Gádor en primer término y aun hasta las playas de Roquetas de Mar; por el oeste, las provincias de Córdoba y Málaga, desde las Sierras de la Almijara y Tejeda, en primer plano, hasta las más remotas serranías de Cabra y Ronda e incluso el Peñón de Gibraltar; y por el sur, por detrás de las sierras de Lújar y de la Contraviesa, el Mar Mediterráneo y, tras él, las montañas del Rif, en el norte de África. Si a toda esta panorámica le añadimos el tono rojizo característico de esta sierra al anochecer nos da un espectáculo visual y sensorial de primera magnitud. Tras el deleite en la cima descendemos un poco para buscar resguardo del viento y poder dar buena cuenta del bocata en el mejor palco natural posible con vistas hacia el oeste para contemplar el anochecer y la iluminación nocturna de Granada capital y de toda su inmensa vega. Una vez anochecido bajamos cómodamente con los frontales hacia el norte siguiendo la carretera hacia nuestro punto de partida con unas continuas vistas hacia ese mar de luz que inunda bajo nuestros pies una vastísima extensión de terreno.