SULAYR (GR 240) en 10 etapas. Etapa 10: Barranco del arroyo de la fuente encañada - Refugio Postero Alto

Lo que iban a ser dos etapas tranquilas para terminar el sendero Sulayr en 11 días porque habíamos ido adelantando kilómetros en las etapas anteriores y pensábamos dejar solo alrededor de 15 para la etapa final, terminó siendo, entre bromas y veras, una única etapa, de ¡44 kilómetros ! Lo que no sabíamos era lo que nos deparaba el final, los 10 últimos kilómetros.

La etapa transcurría sin demasiados esfuerzos ascendiendo en una subida tendida entre senderos y pistas, con pistas ahora reverdecidas, no las polvorientas de la vertiente sur. Y así llegamos al Toril.
El sendero se mantenía sin grandes descensos ni subidas en torno a los 2000 mts. Un día ventoso de levante, fresco por estos lares, y con calima.

Pasamos por el Puerto de la Ragua donde teníamos guardada nuestra última ración de aprovisionamiento y seguimos camino hacia las Chorreras pensando en arañar algún kilómetro a la etapa final.

Los barrancos cada vez más frecuentes y con arroyos, que por aquí llaman chorreras, anegaban el sendero en muchos tramos formando un lodo negruzco y más dificultoso para caminar.

Antes de las 5 de la tarde nos encontramos con la baliza de 10 kms. para Postero y, sin tener que decir nada, dimos por hecho que terminaríamos la etapa en el día.

Pero no nos esperábamos los barrancos finales, sobre todo el del Pueblo, el del Sabinar y el de Casas Nuevas, aunque me olvido de algún otro. Barrancos con arroyos torrenciales imposibles de cruzar. En el del Pueblo optamos por subir hacia la cabecera para poder cruzar. Una larga ascensión con marcas y balizas antiguas, ausentes en algún tramo lo que nos hacía perder la seguridad de estar moviéndonos por donde debíamos. Al final, de nuevo en la cota 2200 mts., conseguimos cruzar el arroyo y pasar al otro lado. Las marcas, aparecidas de nuevo, nos llevaron por la zona alta azotada por el viento y luego descendimos poco a poco. ¡Hasta el siguiente barranco! ¡Y luego otro! Todos igual de torrenciales.
No sé en cuál de ellos cruzamos de una forma bastante peligrosa saltando de una roca a otra con el torrente entre medias y con grave peligro.
Los últimos los pasábamos, si se podía, haciendo equilibrio con los bastones y con el agua torrencial por encima de las botas.

Sobre las nueve de la noche, ya oscureciendo llegamos al refugio y terminamos nuestra aventura.

En el refugio todos los que allí ya estaban cenando nos ofrecieron parte de su cena y el que lo regentaba me ofreció un bocadillo de queso y un plato de las salchichas que habían sobrado del menú. Un ambiente magnífico de solidaridad montañera.