Taladrid - Villardecendias - Regueiro de los Molinos

Salimos del pueblo de Taladrid en bajada por la calle principal hacia la iglesia y el cementerio. Antes de llegar a ésta, pasaremos al lado de un “Cruceiro” bajo una higuera, a la vera del camino. Es este un lugar donde se depositaban las cruces que familiares o vecinos del finado dejaban a la vuelta del entierro, cruces que retiraban del ataúd antes de darle sepultura y colocaban en este punto para proteger al pueblo de los espíritus.
Dejando atrás el Cruceiro, llegamos enseguida a la iglesia y el cementerio, que dejamos a nuestra izquierda, mientras continuamos bajada hacia el río Ibias. Nos vamos internado en un bosque de castaños y rebollos y así llegamos finalmente al río, que cruzamos por un ancho puente.
Empezamos ahora la subida hacia el pueblo de Villardecendias o El Villar, como conocen en la zona.
Vamos subiendo acompañados de praderias y grandes castaños, algunos con portes impresionantes y, así, llegamos a las primeras casas del pueblo. Podemos aprovisionarnos de agua en la fuente - lavadero antes de seguir camino.
Es ahora, cuando más atentos hemos de estar al track , para coger el sendero correcto que, en ascenso, nos va acercando a la vallina por la que baja la Regueira de los Molinos, por la que subiremos.
Primero, por pista, nos acercaremos a la parte baja de una amplia praderia, donde sin entrar en ella y dejándola a nuestra derecha, ascenderemos por el arroyo que la bordea. En este primer tramo el sendero sigue el curso del regato, que inunda el camino y dificulta algo el avance, aunque pronto salimos del agua para, ya por mejor senda, continuar la marcha.
Vamos ganando altura sobre el arroyo, internándonos en el robledal que cubre ambas laderas de la vallina, solo algún canchal parece romper el dominio del bosque.
El camino continúa con buena caja y armaduras de piedra, vestigios de otros tiempos cuando se subía el ganado a brañar, o se segaban los prados hoy ya transformados en bosque.
Podemos darnos la vuelta al llegar a los restos de la antigua braña o, intentar alcanzar el camino que enlaza con el nuestro y baja por la otra ladera de la vallina que ascendimos, dibujando amplias zetas. Todo dependerá de nuestras ganas, estado físico y sobre todo del estado del sendero, pues solo gracias al esfuerzo de los vecinos de El Villar podemos recorrerlo, ya que se encontraba casi desaparecido desde hace décadas. Por esta razón, lo mejor es preguntar en la zona antes de recorrerlo y asegurarnos de su estado.